La Casa de Cultura Arizkunenea de Elizondo acoge hasta el 18 de julio la exposición itinerante ‘Red Álava. Mujeres invisibles, solidaridad y espionaje (1936-1947)’, una muestra en la que se destaca el papel de las mujeres como sujetos activos de la resistencia antifranquista. Bittori Etxeberria fue una de las principales artífices de la Red, en la que colaboraron los también baztandarras Esteban Etxeberria, Felícitas, Agustín y Eulalia Ariztia, Javier Ciga y Timoteo Plaza.
Tere Verdes, Itziar Mugika, Bittori Etxeberria y Delia Lauroba.
Fotos: Sabino Arana Fundazioa
El siglo XX ha conllevado cambios de fondo tales como la alfabetización universal, el reconocimiento de los DDHH, o el inicio de la revolución femenina. Esta última ha permitido que reconozcamos el papel de las mujeres en muchos ámbitos, entre otros, el de la participación activa en los conflictos bélicos que se han vivido en ese siglo. En Euskal Herria fue Emakume Abertzale Batza (EAB), organizado en torno al nacionalismo, el movimiento más significativo y en el que militaron miles de mujeres comprometidas sobre todo desde la ayuda al prójimo y la militancia política.
En el contexto de la guerra, una vez guardada toda la documentación de las sedes de EAB, siguieron con la labor política y social que hasta entonces habían desempeñado. Atendieron a presos y a sus familias y buscaron refugio y protección a los desplazados por la guerra. Recaudaron dinero, ropa, medicinas, libros, etc., y lo hicieron llegar a las cárceles y a familias en situación crítica. Esta fue la base para su trabajo posterior, que comenzó haciendo listados de presos en cada cárcel, aclarando la situación penal de cada uno, o conectando con las familias a través de cartas que traían y llevaban a la cárcel. Trabajaron llevadas por sus fuertes convicciones patrióticas, religiosas y humanitarias.
Bittori Etxeberria, Itziar Mugika y Tere Verdes, integrantes de la red de información y espionaje denominada Álava, eran militantes activas de EAB. Bittori fue presidenta de EAB del Baztan desde 1932, Itziar fue secretaria de la de Donostia durante 1935-36, y Tere era desde 1931 militante de base en Bilbao. El origen de la Red Álava está en Baztan, siendo Bittori Etxeberria, de nombre de guerra Pepita Etxano, alma y cerebro de la organización.
El trabajo colectivo liderado por Bittori tiene sus antecedentes en la militancia política y cultural desarrolla en el Baztan. Como secretaria del PNV del Baztan y presidenta del EAB de Elizondo participó en el municipio en la organización de varias jornadas de exaltación jeltzale, en la inauguración del centro vasco o batzoki, en la organización del Día del Bertsolari en Navarra, o en la promoción de la ikastola de Baztan, entre otros. El 18 de julio de 1936, los requetés saquearon y destruyeron la ikastola, quemaron la biblioteca en la plaza y Bittori, Felícitas Ariztia -secretaria de EAB-, Félix Arizmendi y Manuel Arregi fueron desterrados a Valladolid, aunque lograron permanecer en Pamplona. Allí conocieron otras personas que se encontraban en circunstancias parecidas y que vieron en el valle del Baztan una vía de huida del país. Como Bittori expresó en repetidas ocasiones, “primero fueron los navarros de la Ribera principalmente, luego pidieron nuestro auxilio las provincias hermanas vascas. La gente hacía la vida de topo y tenían que huir… Muchas veces quedaban refugiados en nuestras propias casas y les tenías que dar de comer e incluso ropa. A veces acudíamos a los contrabandistas a los que les pagábamos de nuestro bolsillo. Jamás se pedía la afiliación o nombre, venían mandados a través de gentes que conocían nuestra labor”. Pasaron a conocidos jeltzales: Pablo Beldarrain, el alcalde de Oiartzun, Javier Landaburu, Jesús Insausti, Teófilo Lekaroz, Pello Irujo, José Mandaluniz, Gambetea…
primer espionajeEn agosto de 1937 los gudaris se rindieron cuando Ajuriagerra acordó con los italianos el conocido como Pacto de Santoña. Los dirigentes del Gobierno vasco se hallaban encarcelados o exiliados y desconocían los términos del pacto. Conociendo la colaboración de los baztaneses nacionalistas en facilitar el paso de personas que huían del bando nacional, en septiembre de 1937, José María Lasarte, responsable del Servicio de Información del Gobierno vasco en el exilio, con sede en Iparralde, mandó llamar a Bittori Etxeberria para encomendarle la misión de hacerse con el tenor del pacto. Atravesar la muga era relativamente sencillo, pero acercarse a Santoña sin salvoconducto casi un imposible. Los movimientos de Bittori estaban muy controlados dada su significación nacionalista, por lo que le indicaron que se pusiera en contacto con Itziar Mujika, de Donostia. Ésta conocía a Delia Lauroba, quien ya había accedido al penal donde estaba su marido preso. Delia recogi-ó el documento, y siguiendo el mismo recorrido de vuelta, lo hizo llegar hasta Elizondo. Bittori se encargó de pasarlo a través de los Aldudes, a donde se dirigió una noche de espesa niebla acompañado del elizondorra Agustín Ariztia. Agustín regresó a Elizondo y Bittori a la mañana siguiente se dirigió a Baiona para hacer entrega del documento personalmente. Así comenzó la Red Álava. Posteriormente se incorporó Tere Verdes, quien desarrolló una extraordinaria labor tanto en tareas de información como de auxilio a los presos. Bittori asumió el liderazgo de la red y junto con su hermano Esteban, fueron considerados por el Servicio Vasco de Información como pilares de la organización.
La colaboración de los baztaneses en la creación y existencia de la organización fue notable y la participación de las familias jeltzales Etxeberria y Ariztia significativa. Bittori Etxeberria y su hermano Esteban, de la fonda Polonia, y por otra, los Ariztia, de la fonda Ariztia (Agustín, Felícitas y Eulalia junto a su marido Javier Ciga, y Timoteo Plaza, casado posteriormente con Felícitas, en 1941). La familia Ciga Ariztia colaboró en establecer contactos con los jeltzales de Pamplona y Felícitas Joshepa Errazkin se encargó de coordinar a las emakumes y la propaganda.
Muchas familias baztanesas actuaron con discreción, a sabiendas de los riesgos que asumían. Bittori tenía encomendada la tarea de organización general y aportación de gentes, pero al poco tiempo ya contaba con la colaboración de Agustín Ariztia Pablo Etxebeste, para el paso de correspondencia por la muga. Junto a él, fue asegurando con regularidad y rapidez la tarea de enlace a través de la muga y realizó las entrevistas y contactos con las personas que desde el Servicio se le solicitaba. Bittori demostró iniciativa en la mejora de la red buscando las personas indicadas para las tareas de coordinación en cada provincia.
Al poco de aceptar la misión de Santoña, y tras realizar las primeras gestiones, le pareció oportuno un cambio de impresiones con el Servicio. Acompañada de Agustín Ariztia y asumiendo fuertes riesgos, se trasladó a la sede y propuso cambios como ampliar la red con adeptos y personas de absoluta confianza.
De este modo, desde el Baztan se recogían y trasladaban al exterior la información social, política y militar recabada. En el campo humanitario, la red salvó muchas vidas, aliviar el hambre y suministrar boticas y ropa de abrigo en las cárceles y fuera de ella, así como a falsificar los sellos que conmutaban penas de muerte. Los baztaneses cruzaron la frontera más de 70 veces, en un sentido y otro, y consiguieron llevar a su destino miles de documentos (listados de presos, sentencias, información militar fronteriza y portuaria…). Bittori, con la ayuda de Agustín y Timoteo, facilitó el paso fronterizo a cerca de 200 personas.
detencionesLa Red Álava tuvo su fin en 1940. En marzo de 1939, dirigido al lehendakari Aguirre, el Servicio redactó un exhaustivo informe de hechos y actividades desarrollado por cada miembro de la red, bajo el nombre de guerra de cada uno de ellos. Los nazis, cuando en 1940 entraron en París, lo encontraron en la sede del Gobierno vasco en el exilio y lo enviaron a las autoridades franquistas. El 20 de diciembre de 1940, una brigadilla de policías se personó en Elizondo y detuvo primero a Bittori y a continuación a Agustín y Felícitas. Fueron trasladados en coche al Gobierno Civil de Donostia, encerrando a los Ariztia en un calabozo y a Bittori en otro. La noche siguiente los trasladaron a Madrid, ingresándolos en la cheka de Fomento.
Rigurosamente incomunicados, Felícitas y Bittori tuvieron que aguantar durante tres días seguidos y en pie sin dejarles apoyarse, entre insultos y vergazos, el interrogatorio no interrumpido de siete agentes que se renovaban en sus funciones. Agustín, en el interrogatorio, de manos de un boxeador profesional, recibió fuertes golpes y le rompieron los dientes delanteros. En los 15 días posteriores, detuvieron a un total de 28 miembros de la red, entre ellos, Esteban Gabriel Etxano, hermano de Bittori. Esteban, de carácter callado y discreto, fue un eficaz colaborador de Bittori tanto en el paso de la frontera como en las tareas de enlace e información. Fue delegado de la organización en Navarra e intervino en el transporte del aparato de radio que se instaló en el domicilio de Luis Álava.
El informe requisado en París se convirtió en el documento inculpatorio para los detenidos, quedando libre algunos cuyo nombre no se mencionaba expresamente. El 26 de abril de 1941, Felícitas Ariztia quedó en libertad. Sin embargo, Bittori, Esteban y Agustín sufrieron penas mayores. Bittori, tras cinco meses en la cárcel de Fomento, fue trasladada a Claudio Coello y, por último, a la de Ventas. Agustín y Esteban, junto con los hombres, a Santa Engracia y Porlier. El fiscal solicitaba 19 penas de muerte. En el juicio celebrado el 3 de julio de 1941 fueron condenados a pena de muerte, que fue conmutada a 30 años de reclusión mayor para Bittori y Esteban, y 25 para Agustín. Bittori quedó en libertad vigilada con destierro de las cuatro provincias hasta el 13 de agosto 1946. El 15 de enero 1947 fue indultada. Agustín y Esteban, en febrero de 1943, fueron trasladados a la cárcel de Pamplona y puestos en libertad en febrero de 1946.
El grupo baztanés colaboró activamente en materializar las actividades coordinadas por Bittori, Itziar, Delia y Tere. La red facilitó el tránsito de información social, religiosa, económica y política al país, parte de la cual pudo ser internacionalizada contrarrestando la imagen que el régimen franquista pretendía proyectar.
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