Borrell y Garicano

Josep Borrell y Luis Garicano han publicado en estas páginas sendos artículos acusando a los economistas independentistas de engañar a los ciudadanos de Catalunya con el tema de las balanzas fiscales. Permitidme contestar desde aquí a dos de esas acusaciones.

De manera muy resumida, la balanza fiscal es la diferencia entre los impuestos que pagan los Catalanes y el gasto público que “reciben a cambio”. Ahora bien, ¿qué quiere decir, “reciben a cambio”? Uno puede referirse al “gasto que se hace en beneficio de los catalanes” o al “gasto público que se hace en Catalunya”. Son conceptos distintos porque hay gasto público que beneficia a los catalanes pero no se hace en Catalunya. Los autores hablan, por ejemplo, de la base aérea de Zaragoza: en la medida que el gasto militar protege (beneficia) a todos los ciudadanos de España, beneficia también a los Catalanes. Pero no es un gasto que se haga en Catalunya sino en Zaragoza.

La diferencia entre los impuestos y el gasto que beneficia a los Catalanes, es el “saldo por el método de la carga beneficio”. La diferencia entre los impuestos y el gasto que se realiza en Catalunya es el “saldo por el método monetario”. El primer error de Borrell y Garicano es que son muy rápidos a la hora de decir que quien usa el monetario engaña a los ciudadanos porque el método correcto es el de la carga-beneficio. En economía, cada pregunta tiene su respuesta correcta. No hay una respuesta correcta para todas las preguntas. Y lo mismo pasa con el cálculo de la balanza fiscal.

Si preguntamos: en una Catalunya dentro de España, ¿es razonablemente grande el déficit de la balanza fiscal? La respuesta debería usar algo parecido al cálculo de la “carga beneficio” (unos 11.000 millones). Al fin y al cabo, los catalanes deben contribuir a pagar todos los gastos que les benefician mientras estén en España, se hagan donde se hagan esos gastos. Pero si preguntamos: ¿cuál es el impacto macroeconómico de la redistribución en España? Entonces el cálculo correcto es el monetario. Porqué los salarios de la gente que trabaja en la base aérea de Zaragoza se gastan en Zaragoza y tienen impacto allí y no en Catalunya. Cada pregunta, pues, tiene su respuesta.

La pregunta que interesa a los independentistas es: “si Catalunya fuera independiente, ¿de cuántos euros adicionales dispondría?” La respuesta es el saldo de la balanza monetaria. Es decir: 16.000 millones. ¿Por qué? Pues porqué si Catalunya se independiza, todo (repito, todo) el dinero que los catalanes paguen en impuestos se quedará en Catalunya. Igual que todos los impuestos de los holandeses en Holanda. Si hoy hay 16.000 millones que no se gastan en Catalunya, la ganancia fiscal catalana en caso de independencia sería exactamente esa cantidad. Y eso es cierto, ¡independientemente de si la base aérea de Zaragoza beneficia a los catalanes o no!

Borrell y Garicano argumentan que “calculado con el método carga-beneficio, el agravio fiscal catalán es positivo pero tan pequeño que no justifica la demanda de independencia”. Y ese es su segundo gran error: ¡nadie quiere la independencia para eliminar el déficit fiscal! Se quiere para poder implementar políticas económicas y sociales pensadas por y para los ciudadanos de Catalunya.

¡No! No estoy diciendo que los gobernantes catalanes sean más listos que los españoles (aunque tampoco son más tontos). Lo que sí que pasará es que una Catalunya independiente será un país normal. Con gobiernos de derechas o de izquierda según voten los ciudadanos. Como Holanda, Francia o Suiza. Algunos lo harán bien y otros lo harán mal. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que esos gobiernos van a tomar decisiones pensando únicamente en los ciudadanos de Catalunya. Y eso ahora no pasa. Por ejemplo, las inversiones en infraestructuras radiales pueden tener mucho interés en Madrid. Es legítimo. Pero a las empresas y los ciudadanos de Catalunya no nos interesa. De hecho, nos perjudica. Y dentro de España eso no lo podremos cambiar nunca porque somos solo el 16% de los votos. Lo mismo pasa con la educación, la lengua o las políticas de pobreza. Es para poder decidir sobre esas políticas que muchos queremos la independencia. No para quedarnos el dividendo fiscal.

Eso sí, los 16.000 millones son un cojín de dinero que va a permitir al gobierno catalán no tener que depender de los mercados de deuda el día de la independencia. Pero no son la razón principal para querer la independencia. Digan lo que digan Borrell y Garicano.

Xavier Sala i Martín es catedrático de Economía en Columbia University de Nueva York

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