Resultados electorales en el proceso catalán

ERC y CiU

SALVADOR CARDÚS

 

La victoria de ERC en las elecciones europeas es inapelable y memorable. Ha ganado en las provincias -perdonen- de Barcelona, Tarragona y Girona, y casi ha igualado a CiU en Lleida. Ha ganado en las cuatro capitales y, entre muchas otras, en ciudades como Sabadell, Terrassa, Cerdanyola, Mataró, Reus, Tortosa, Valls, Figueres, Olot… Ha multiplicado por 3,3 el número de votos obtenidos en 2009 y por 2,6 la representación relativa. No valen interpretaciones que menoscaben la trascendencia de estos resultados y no se puede relativizar la enorme responsabilidad de ERC en el proceso soberanista. Por su parte, CiU ha sumado casi 107.000 votos más que en las últimas europeas, ha mantenido su representación relativa -sólo un 0,58 por ciento menos- y ha quedado 45.000 votos por debajo de ERC. Queda claro que resiste bien las adversidades de gobernar en tiempos duros, pero también es notorio que no recoge el premio de haber asumido el liderazgo del proceso institucional para la consulta, tal como ya se vio en las pasadas elecciones catalanas.

 

Ambos resultados son especialmente relevantes en el contexto propio de estas elecciones. En primer lugar, se ha conseguido arrastrar a las urnas a casi 550.000 electores más que en 2009, una cifra que representa un 28 por ciento más de participación. En segundo lugar, esto se ha hecho en un contexto euroescéptico respecto de las políticas europeas, una circunstancia que ha hundido de manera notable a los grandes partidos que han sido los responsables. En tercer lugar, los votos se han conseguido en unas condiciones exageradamente desiguales de campaña en los medios públicos, donde, a causa de unas normas pensadas para favorecer descaradamente la continuidad, PP y sobre todo del PSC-PSOE en Cataluña llevaban un tiempo desmesurado de propaganda.

 

Sea como sea, con más del 60 por ciento de los votos, el futuro del proceso soberanista en Cataluña -desde el punto de vista del liderazgo político- está en manos de ERC y CiU. Por ello es importante analizar bien las implicaciones del hecho de que ERC haya pasado por delante de CiU. Y no según lógicas internas de partido -como suelen hacer los que los buscan las cosquillas-, sino desde las posibilidades de éxito del gran desafío. En este sentido, quiero decir tres cosas. Una, que creo que no es bueno que CiU busque consuelo por la pérdida del primer lugar en el hecho de que se tenga que tragar los sapos de gobernar. Como se suele decir, tener el poder erosiona, pero aún erosiona más no tenerlo. Y si no es bueno por el victimismo implícito que lleva añadido, tampoco lo es si enmascara otras debilidades de su posición. Por ejemplo, la debilidad que Duran i Lleida causa a la credibilidad del compromiso de Artur Mas. O la debilidad que significa arrastrar asuntos pendientes de una supuesta financiación irregular y casos de presunta corrupción.

 

Segunda idea: el papel institucional de la presidencia del gobierno impide tomar una posición más comprometida con un desafío independentista que entiende poco de filigranas y, con toda la razón del mundo, se siente impaciente. Mas cree que, para garantizar la consulta, no se debe mover de la defensa del derecho a decidir. Probablemente tiene razón. Pero los que queremos la consulta, mayoritariamente, es para votar a favor de la independencia. Y, llegados a este punto, es razonable que con el voto se opte más por apuntar al estadio final que a las garantías formales del procedimiento, por imprescindibles que sean. Y tres: ERC sabe que sin consulta no hay independencia, y que para llegar a ella necesita a CiU y a Artur Mas. La ventaja electoral de ERC transfiere aún más responsabilidad a los republicanos y me parece una evidencia que, tal como no se cansa de decir Junqueras, asumen sin reservas.

 

¿Y después del 9 de noviembre? No tengo ninguna duda de que, pase lo que pase, ERC y CiU todavía harán el tramo final del camino más cerca. Los que anuncian dramas entre ERC y CiU se diría que los desean.

ARA

 

 

 

 

Vicenç Villatoro

Las claves del ‘sorpasso’

TRIBUNA CATALANA

 

Las elecciones europeas han llevado la política catalana un doble titular. El primero, un reforzamiento del bloque soberanista por encima del contrario a toda consulta. El segundo, una cierta redistribución interna de las fuerzas en ambos bloques. Un redistribución que, en el caso del bloque soberanista, ha significado el ‘sorpasso’ de Esquerra por delante de CiU, pese a que la coalición nacionalista mejora sus resultados respecto a las europeas anteriores.

 

Ciu se mantiene segunda, pero cambia el primero gracias a una espectacular ascensión de Esquerra y un aún más espectacular descenso del PSC.

 

Si tuviéramos que describir deprisa y de manera sencilla lo que pasó en las elecciones europeas en Cataluña (siempre es más complejo y más matizado) yo propondría la siguiente imagen. Tenemos una bolsa con aproximadamente un millón de votos para repartir. Entorno de 550.000 vienen de la abstención, 350.000 los pierden los socialistas y 100.000 los pierde el PP. ¿A dónde irán? Pues la inmensa mayoría -casi 800.000- al bloque soberanista.

 

Los otros doscientos mil a los partidos pequeños antisoberanistas o a los fenómenos mediáticos. De los 800.000 votos de la bolsa nueva que los soberanistas, la mayor mordida la hace Esquerraa, que se lleva más de la mitad. La segunda, Iniciativa y la tercera, CiU -ganan más de cien mil. Por tanto, todo el soberanismo sube. Pero no todo sube igual.

 

Esta es la crónica. Entonces viene lo del ‘sorpasso’. Números en mano, no se explica por el hecho de que Esquerra se lleve antiguo voto convergente, sino porque Esquerra se lleva mucho más voto del que había en esa bolsa de votantes para repartir, procedentes de la abstención y del PSC. Convengamos que los de esta bolsa nueva que van al bloque antisoberanista serían casi todos los que pierde el PP y una parte pequeña de lo que pierde el PSC. ¿Por qué ERC ha sido más atractiva que CiU para estos nuevos votantes del soberanismo?. Yo diría que por cinco tipos de razones.

 

1.- Naturaleza de las elecciones.

 

Las europeas son unas elecciones más heráldicas que cualesquiera otras, donde el elector tiene más tendencia a soltar un mensaje nítido y contundente que en los matices o los votos útiles. Se ha visto en toda Europa. Ha habido, además, dos tendencias generales europeas en estas elecciones. Una, la centrifugación de voto desde los espacios centrales hacia los más extremos o periféricos y la otra el castigo al que manda o ha mandado en beneficio de quien no manda ni ha mandado. En este marco, ha sido precisamente la épica soberanista lo que ha permitido a CiU aguantar mucho mejor que la mayoría de los partidos centristas que gobiernan.

 

2.- Dinámica española.

 

La lectura española de estas elecciones era que el debilitamiento del soberanismo pasaba por una derrota del presidente Mas. CiU ha sufrido de manera muy especial la artillería combinada del Estado, sumada al desgaste por el gobierno (o por no gobierno, en la medida en que una parte del desgaste de ejercer el gobierno de la Generalitat se debe a no poder ejercerlo de modo suficiente, a no tener recursos para gobernar más).

 

3.- Aciertos estratégicos de Esquerra.

 

Esquerra ha conseguido en muy poco tiempo una brillante y casi milagrosa revalorización de su marca. Y lo ha hecho descansando sobre muy pocos nombres públicos y sobre la apuesta repetida por independientes. Esto ha logrado borrar a una velocidad meteórica los costos de haber participado en el tripartito y la ha convertido en una fuerza claramente ascendente. Ha sabido, además, construir un discurso atractivo para el antiguo votante socialista que quería votar sobiranista, pero quería al mismo tiempo mantener una imagen de voto de izquierda y de castigo al gobierno. El trabajo de Junqueras en este sentido ha sido magnífico, y ya antes de estas elecciones. Si el tripartito fue una apuesta para hacer crecer Esquerra a costa de CiU -y no funcionó- la apuesta Junqueras de hacer crecer Esquerra a costa del PSC sí ha funcionado.

 

4.- Errores estratégicos de CiU.

 

Al margen de los problemas inherentes a una coalición en la que no todo el mundo dice exactamente lo mismo (en unas elecciones que reclaman claridad y contundencia), es decir, del problema de Duran y Unió, CiU no ha sabido crear el discurso atractivo para los antiguos votantes socialistas. Diría que en este frente no ha mordido nada, ni ahora ni en las últimas elecciones catalanas. ¡Y mira que había espacio, como lo ha demostrado Esquerra! Y yo diría que esto remite a un problema más de fondo: CiU, desde el gobierno, ha renunciado a disputar a Esquerra la hegemonía intelectual, cultural y mediática dentro del catalanismo. Ha creído que le convenía más congelar las fronteras, mantener el statu quo y obtener así un espejismo de paz, que construir un discurso propio competitivo con el de Esquerra.

 

5.- Apuesta de antiguos socialistas.

 

Una buena parte de los cuadros desencantados con el PSC de Pere Navarro han hecho una apuesta de futuro por Esquerra, que es también una apuesta personal. Ven un espacio donde tendrán juego. Eso, si es así, se notará sobre todo en las municipales. Unos cuadros sin partido ven a Esquerra como un partido sin cuadros y encuentran que esta es su oportunidad.

 

Estas podrían algunas de las causas del ‘sorpasso’. Yo creo que también puede tener efectos. Algunos muy buenos. No todos. Pero de eso ya hablaremos.