Política catalana

Análisis de los actores y posibles escenarios del proceso soberanista catalán (I)

«Para el éxito del proceso es necesario que la élite política esté al lado de la mayoría social y no decepcione»

«El Estado español es incapaz de afrontar el proceso a través de argumentos políticos sólidos para contrarrestar las aspiraciones soberanistas»

«No permitir unas elecciones democráticas pondría en riesgo la ya frágil estabilidad política del Estado «

No magnifiquemos lo que pasó en las Cortes españolas el pasado 8 de abril. Sencillamente fue un paso más en el actual proceso soberanista catalán puesto en marcha por nuestro pueblo en el que solicitamos a España el poder realizar una consulta de carácter referendario (es decir, con vinculación política), ya que el ordenamiento jurídico vigente requiere su autorización para realizarla.

Su más que previsible negativa a cedernos las competencias necesarias para llevar a cabo esta consulta referendaria sencillamente ha representado un punto y seguido en este proceso. Nada más. En ningún caso un punto final como han afirmado demagógicamente algunos medios de comunicación estatales.

Hay muchos otros mecanismos e instrumentos que nos permitirán poder pronunciarnos democráticamente sobre una cuestión tan importante como es el futuro de nuestro país. La incógnita es saber cuál será la respuesta del Estado español ante esta firme voluntad del pueblo catalán en continuar este proceso, así como también la de la propia Cataluña y, por extensión, la de la Unión Europea, que a la larga se deberá implicar más activamente de lo que ha hecho hasta ahora. Por este motivo es necesario realizar un pequeño análisis de estos tres actores políticos, especialmente sus fortalezas y debilidades, que nos permitirá predecir, de alguna manera, los posibles escenarios que eventualmente se pueden dar durante este proceso.

1.- El Estado español

En primer lugar , tenemos el Estado español, que obviamente es el principal opositor a la consulta catalana, sobre todo porque tiene poco que ganar y mucho que perder. Su principal argumento es que los catalanes no somos soberanos para decidir sobre nuestro futuro ya que la soberanía recae sobre la totalidad del pueblo español. Pero, como cualquier otro actor político, presenta ciertas debilidades y fortalezas que condicionarán sustancialmente su respuesta en todo este proceso .

En este sentido, podemos distinguir principalmente las debilidades siguientes:

– Falta de liderazgo político.

El Estado español carece de un claro y decidido liderazgo político que permita dar a los catalanes una respuesta contundente a sus aspiraciones soberanistas. El tiempo nos ha mostrado cómo el presidente Rajoy carece del carisma y de la capacidad necesaria para poder liderar este país y mucho menos para hacer frente a esta crisis. Hasta el momento, se ha mostrado falto de aptitudes para poder motivar, comunicar, formar equipos competentes y convencer a su ciudadanía, especialmente al pueblo catalán (por mucho que en su última comparecencia en el Congreso haya proclamado su amor incondicional hacia Cataluña).

Un auténtico líder político debe ser capaz de atraer a la ciudadanía de forma espontánea, debe ser capaz de ilusionar e inspirar confianza. Un auténtico líder no necesita leer literalmente todos y cada uno de sus discursos, incluso los finales de sus citas (se recuerda aún como hasta nueve veces leyó la coletilla de «fin de la cita» en aquel lamentable discurso en el debate sobre el caso Bárcenas). Un auténtico líder no necesita tener que ir a los EEUU para que el presidente Obama elogie su supuesto liderazgo. Un auténtico líder hubiera debido saber gestionar correctamente las aspiraciones catalanas y no se habría limitado a mostrar una errónea impostura y autoritarismo que la única cosa que ha suscitado ha sido mostrar aún más su absoluta incapacidad para gestionar crisis.

La falta de liderazgo del presidente Rajoy provoca que éste esté completamente atado de pies y manos y no pueda ceder la más mínima concesión a las exigencias catalanas, ya que ello supondría un amotinamiento del resto de barones populares que podría anticipar su más que previsible declive político. Con el añadido de que el principal partido de la oposición tampoco puede presumir de un claro liderazgo político, ya que Alfredo Pérez Rubalcaba también es cuestionado constantemente por los principales barones socialistas, incluso por el propio Felipe González. Todo ello provoca que la respuesta estatal a las aspiraciones soberanistas catalanas sea débil y poco contundente, lo cual las ha reforzado aún más.

– Falta de argumentos sólidos contra el proceso soberanista.

Esta falta de liderazgo político ha provocado una falta de argumentos sólidos por parte del Estado español para contrarrestar los argumentos soberanistas catalanes, limitándose a hacer una interpretación rigurosa y restrictiva, una y otra vez, hasta la saciedad, del texto constitucional y al hecho de que, según ellos, la soberanía reside sobre todo el pueblo español. Han sido incapaces de desmontar razonadamente todos los argumentos sobre los que se ha basado todo este proceso soberanista. Incluso han cambiado la metodología para calcular las balanzas fiscales autonómicas, a través de las cuentas públicas regionalizadas, para poder así justificar el expolio fiscal que sufre Cataluña. Se recuerdan también argumentos tan impresionantes como los del Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que afirmaba que, en caso de independencia, los catalanes vagaríamos por el espacio sin reconocimiento por los siglos de los siglos. Obviamente, esta falta de argumentos políticos sensatos también refuerza el proceso soberanista.

– Incapacidad para gestionar crisis políticas.

Finalmente, el Estado español ha mostrado tradicionalmente una absoluta incapacidad para gestionar eficazmente crisis políticas. En cualquier gestión de una crisis política es esencial gestionar correctamente los tiempos, analizar a fondo las causas del conflicto y recurrir a la negociación como principal instrumento de trabajo. En cambio, no ha sabido cumplir ninguno de estos tres pasos fundamentales. Todo lo contrario, se limitó a proferir reiteradamente toda clase de insultos, desprecios y amenazas contra todo aquel que defienda el derecho a decidir del pueblo catalán. Sin duda, un buen ejemplo de cómo nunca se debe gestionar una crisis y que formará parte de los futuros manuales de gestión de crisis políticas.

En cambio, el Estado español también presenta unas fortalezas que pueden condicionar enormemente el proceso soberanista, las principales son:

– El factor tiempo.

Aunque el Estado español no ha sabido gestionar correctamente los tiempos en la gestión de esta crisis política, ya que tenía su gran oportunidad para apaciguar el estallido soberanista cuando el presidente Mas se desplazó en 2012 a Madrid para negociar un pacto fiscal para Cataluña, actualmente este factor se ha convertido nuevamente en propicio para sus intereses, por lo que intentará demorar al máximo una eventual consulta ya que sabe que el simple paso del tiempo irá amainando esta explosión soberanista paulatinamente. Por ello, intentarán hacer todo lo posible para que el tiempo vaya pasando.

– El poder judicial.

El Estado español debe ser el único país democrático y de derecho europeo en el que no existe una clara división de poderes, especialmente entre el poder ejecutivo y el poder judicial. No debemos olvidar que el Tribunal Constitucional es un órgano político, ya que diez de sus doce miembros son elegidos directamente por el poder político (cinco por el Congreso y cinco por el Senado), mientras que los otros dos restantes son elegidos por el máximo órgano del poder judicial, es decir, por el Consejo General del Poder judicial, el cual, a su vez, también es un órgano político ya que sus veinte miembros son elegidos directamente también por el Congreso y el Senado. Por lo tanto, ¿dónde está la necesaria división de poderes? No nos es de extrañar, pues, que aquel alto tribunal nos negara nuestra condición de nación al afirmar que sólo había una nación y ésta era la española o que, traspasando sus atribuciones competenciales, se haya pronunciado sobre una declaración política para negar que Cataluña disponga de la categoría de sujeto jurídico y soberano y afirmar rotundamente la unidad de España y la exclusividad de la soberanía nacional en el pueblo español.

– Los medios coercitivos.

Aunque España es incapaz de afrontar el proceso soberanista a través de argumentos políticos sólidos para contrarrestar las aspiraciones soberanistas catalanas, dispone de todos los medios coercitivos para impedir la consulta. Por un lado, dispone de unos sistemas de inteligencia nacionales eficaces que harán todo lo posible para socavar los fundamentos de este proceso; por otra parte, dispone de la complicidad del poder judicial para dictar las resoluciones judiciales que sean necesarias para negarlo jurídicamente; y, finalmente, dispone de las fuerzas y cuerpos de seguridad nacionales para impedir fácticamente en caso de que Cataluña esté decidida a llevarla a cabo igualmente. Además, puede en cualquier momento intervenir políticamente la autonomía catalana o, sencillamente, recuperar las competencias sobre seguridad y orden público que en su día cedió a Cataluña para así disponer de un control absoluto de la situación en ese territorio.

2.- Cataluña

Al igual que España, Cataluña presenta también un conjunto de debilidades que pueden debilitar el proceso soberanista y que hay que tener en cuenta :

– Falta de unidad política.

Los partidos políticos catalanes han mostrado una preocupante falta de unidad política que puede dificultar enormemente el proceso soberanista. El ejemplo más claro lo hemos tenido en las últimas elecciones europeas, en las que los partidos políticos catalanes favorables a la consulta no sólo no han sido capaces de configurar una lista única europea, sino que tampoco han estado dispuesto a incluir un contenido mínimo programático acordado en sus respectivos programas electorales. En otras palabras, han priorizado sus respectivos intereses partidistas por encima de los intereses nacionales a favor de la consulta. Era una buena oportunidad para mostrar la fuerza del movimiento soberanista y, lamentablemente, han preferido todavía estas elecciones europeas en clave partidista. Esperemos que aquella declaración solemne del 12 de diciembre de 2013 no haya sido un espejismo. Para el éxito del proceso, es necesario que éste élite política esté al lado de la mayoría social y no nos decepciones otra vez, como en otras ocasiones históricamente ha hecho.

– Poca fuerza mediática.

La posición de los principales medios de comunicación de alcance nacional ubicados en Cataluña es claramente contraria a la consulta y, especialmente, a las aspiraciones soberanistas catalanas. Todos sabemos perfectamente la fuerza de la información y de la comunicación en los tiempos actuales y diariamente podemos leer, una y otra vez, en estos medios un gran número de artículos y opiniones contrarias al proceso soberanista que puede dificultarlo o condicionarlo enormemente. Por su parte, cuando algún medio local se pronuncia favorablemente sobre la consulta rápidamente es calificado como manipulador y nacionalista, como le ha pasado a TV3. Es obvio que estamos perdiendo la batalla mediática y esto puede perjudicar el proceso soberanista porque estos medios de comunicación no dudan en potenciar aquellas informaciones que muestren la supuesta inviabilidad del proceso independentista y omiten intencionadamente aquellas que pueda reforzarlo.

– Debilidad competencial.

Aunque Cataluña dispone de varios instrumentos y técnicas para poder llevar a cabo la consulta, es evidente que presenta una clara debilidad competencial respecto del Estado español. Por una parte, no dispone de las competencias necesarias para poder realizar sin autorización estatal una consulta referendaria o internacionalizar eficazmente el proceso (de ahí la importancia de la fallida lista única europea). Por otro lado, muchas de sus competencias son, o serán cuestionadas y limitadas por el Tribunal Constitucional, como ocurrirá, por ejemplo, con la competencia para poder realizar consultas populares no referendarias que será debidamente impugnada por el Estado español. Esta debilidad puede limitar enormemente la celebración de la consulta.

En cambio, Cataluña presenta también una serie de factores que refuerzan el proceso soberanista:

– Un fuerte liderazgo político.

A diferencia de España, Cataluña presenta un fuerte liderazgo político del presidente Mas, absolutamente implicado en el proceso soberanista, únicamente cuestionado esporádicamente por su socio de coalición, pero en cambio, muy reforzado por el otro fuerte liderazgo político por parte del principal partido de la oposición, Oriol Junqueras. Este doble liderazgo político ha inspirado mucha confianza a los catalanes en el proceso y les ha ilusionado en este anhelo de alcanzar un Estado propio. Como ha manifestado en varias ocasiones el presidente Mas, la consulta no tiene ni un solo milímetro de marcha atrás en nada, ni de freno. Obviamente, esta firme determinación política refuerza enormemente el proceso soberanista.

– Una fuerza social fuerte y organizada.

La enorme fuerza de este proceso se basa principalmente en la fuerza de su pueblo. Y si un pueblo quiere firmemente algo, no hay nada que lo pueda detener y el pueblo catalán quiere decididamente ser consultado sobre su futuro político. Y, afortunadamente, este gran activo del proceso soberanista está perfectamente organizado a través principalmente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural, además de tantas otras organizaciones sociales. Con la Vía Catalana, los catalanes hemos sido capaces de movilizarnos masiva y pacíficamente, enlazados, unidos, siguiendo el litoral de nuestro país de arriba abajo a través de una cadena humana, dándonos las manos, en un gesto de generosidad que evidenció que, más allá de nuestras diferencias, todos tenemos un objetivo común que no es otro que lograr nuestro Estado propio. Este es nuestro gran activo y pocos pueblos y naciones pueden presumir de una fuerza similar. Por ello, el Estado español ha puesto a la ANC en su punto de mira. Quieren desarticular, como sea, esta capacidad de movilización del pueblo catalán.

– Alternativas para realizar la consulta.

Aunque la debilidad competencial de Cataluña y la negativa del Estado español a transferirle las competencias para realizar la consulta referendaria sobre su futuro político, dispone de otros instrumentos para poder realizar la consulta. No será políticamente vinculante, pero si dejará perfectamente patente la voluntad de los catalanes sobre su futuro político. Por ejemplo, por un lado brevemente aprobará la ley de consultas populares no referendarias y, por el otro, siempre podrá convocar unas elecciones plebiscitarias, siendo necesaria en este caso la imprescindible unidad política que no ha sido capaz de alcanzar la clase política catalana en las próximas elecciones europeas.

Análisis de los actores y posibles escenarios del proceso soberanista catalán (II)

3.- Unión Europea.

A la larga, la Unión Europea deberá adoptar un papel activo en este proceso y convertirse en el tercer actor en esta crisis política catalana, especialmente porque, no olvidemos, todavía somos europeos y, como tales, tenemos todo el derecho de solicitar amparo de este organismo. No se puede quedar al margen, por mucho que actualmente considere esta crisis como un conflicto interno.

Sin embargo, no podemos esperar gran cosa de este organismo internacional ya que se trata de un actor internacional débil, desprestigiado y con escasa capacidad de dar respuesta política rápida y eficaz ante problemáticas políticas importantes. Un ejemplo reciente ha sido la crisis de Ucrania, en la que la Unión Europea (a pesar de representar el 25% del PIB mundial) ha sido incapaz de dar respuesta contundente a la iniciativa rusa (que sólo representa el 2,5 % del PIB mundial) en la región de Crimea.

Además, su compleja estructura provoca que los diferentes órganos que la conforman constantemente se estén contradiciendo en su postura ante el proceso soberanista catalán, especialmente sobre la cuestión de si una Cataluña independiente continuaría formando parte o no de la Unión Europea.

En cualquier caso, esta no es una cuestión que nos deba preocupar demasiado ya que la Unión Europea no se puede permitir, en ningún caso, el lujo de excluir a Cataluña. En caso de hacer realidad sus aspiraciones soberanistas, seguro que se encontrarán mecanismos alternativos de integración, ya que, en caso contrario, una eventual exclusión de Cataluña todavía debilitaría más su ya bastante frágil posición internacional ya que, de repente, excluiría automáticamente a siete millones de catalanes de su condición de europeos y este es un precio que, en ningún caso, se puede permitir.

Y en relación al proceso soberanista, si el pueblo catalán se mantiene firme en su decisión de celebrar la consulta, la Unión Europea deberá terminar interviniendo y mediar entre ambas partes para evitar que el conflicto alcance una conflictividad que actualmente, afortunadamente, no existe. En cualquier caso, es evidente que el conflicto catalán ya forma parte de pleno de la agenda comunitaria.

4.- Escenarios posibles.

Una vez analizadas las fortalezas y debilidades de los principales actores implicados en este proceso, los escenarios que se presentan son muy variables, ya que dependen de muchos factores.

Brevemente, podemos afirmar que una vez confirmada la negativa del parlamento español de celebrar un referéndum, el siguiente paso será aprobar por parte del Parlamento de Cataluña de la actual proposición de ley sobre consultas populares no referendarias y participación ciudadana que se ha estado tramitando últimamente (una iniciativa legislativa que ya hace años debería haber sido aprobada) y, simultáneamente, convocar por parte del gobierno catalán la consulta para el 9 de noviembre de este año.

Esta ley de consultas populares no referendarias y participación ciudadana se enmarca dentro del actual marco estatutario con el objetivo de desarrollar y asegurar que su ciudadanía participe en la toma de las decisiones que puedan afectar a sus intereses. En este sentido, el artículo 29 del Estatuto de Cataluña reconoce el derecho de participación de los ciudadanos de Cataluña a participar en condiciones de igualdad en los asuntos públicos de nuestro país, de forma directa o bien por medio de representantes, y, el artículo 122 prevé la competencia exclusiva de la Generalitat en materia de consultas populares de ámbito local y también la competencia exclusiva de promover consultas populares en el ámbito de su competencia. Paradójicamente, estas competencias no fueron cuestionadas en la famosa sentencia del Tribunal Constitucional (STC 31/2010).

No obstante, es evidente que el gobierno español recurrirá inmediatamente esta ley e impugnará el decreto de convocatoria ante el Tribunal Constitucional, el cual, no olvidemos, tiene una visión muy restrictiva de las posibilidades de participación de los ciudadanos en la vida política española, de manera que probablemente suspenderá ambas iniciativas políticas. En este sentido, para diferenciar el referéndum de la consulta popular, este alto tribunal considera que una consulta será considerada referendaria (y, por tanto, no autorizada) si el contenido es de naturaleza política, se utiliza el censo electoral para determinar la población legitimada para participar en la consulta y utiliza la Administración electoral y las garantías jurisdiccionales específicas para dirimir cualquier controversia que se pueda dar a lo largo de este proceso. Y, muy probablemente, una consulta popular en los términos que quiere plantear Cataluña será fácilmente interpretado por este alto tribunal fuera del ámbito de sus competencias autonómicas y locales.

El Estado español, al haber sido incapaz de convencer mayoritariamente a los catalanes de la conveniencia de continuar formando parte de su estructura nacional y de los graves peligros que una eventual independencia catalana podría suponer, no le queda más remedio que parar, como sea, la consulta. Además, como se ha mencionado, el factor tiempo juega a su favor y cualquier demora favorece sus intereses .

Así, si Cataluña, a pesar de la negativa del Estado español, quiere celebrar igualmente la consulta se abren diferentes escenarios controvertidos, como una posible intervención política de la autonomía catalana o la recuperación de las competencias sobre seguridad y orden público para poder impedir fácticamente dicha consulta. Sobre el tema de enviar el ejército a Cataluña, no hay que sufrir ya que el recurso a las fuerzas militares como respuesta a un conflicto civil comprometería completamente la imagen de España internacionalmente. Sin embargo, a esta le interesa conflictivitzar el proceso soberanista ya que esto le daría argumentos para intervenir activamente en Cataluña y dar una falsa imagen de conflictividad social, actualmente inexistente, a pesar de los irresponsables intentos de la líder popular, Alicia Sánchez Camacho.

La otra opción que puede adoptar el gobierno catalán, mucho menos conflictiva, sería la convocatoria automática de elecciones plebiscitarias en las que, en el supuesto de alcanzar la mayoría necesaria, se abriría un nuevo marco político en Cataluña, en el que se forzaría al Estado a negociar, ya que este resultado favorable legitimaría al Parlamento de Cataluña para proclamar una declaración unilateral de independencia. No obstante, para este paso, se necesita una unidad política que actualmente es inexistente, tal y como hemos podido comprobar en las próximas elecciones europeas. Será necesario, por tanto, que esta pequeña élite política deje de lado sus intereses partidistas y centre, de una vez por todas, sus esfuerzos en los intereses nacionales, dejando de lado sus diferencias, tal y como hemos hecho la mayoría del pueblo catalán.

Obviamente, aunque, en un principio, el Estado español no podría impedir la celebración de estas elecciones autonómicas anticipadas, lo intentará porque, en el fondo, las considerará, en realidad, un fraude de ley. Porque no lo olvidemos, el Estado español no puede permitirse, en ningún caso, la celebración de esta consulta. En este último supuesto, entonces sí que debería intervenir la Unión Europea ya que lo que el Estado español pondría en cuestión es la democracia en nuestro país y, por tanto, dentro de la propia Unión Europea. Y no permitir unas elecciones democráticas pondría en riesgo su ya bastantea frágil estabilidad política. Por tanto, como ha afirmado reiteradamente el Presidente Mas, la consulta se hará sí o sí.