Cataluña y España: cinco posibles finales

Análisis del proceso soberanista catalán del economista norteamericano establecido en Madrid.
Contínuamente se están haciendo análisis del proceso soberanista que se vive en Cataluña. Pero hoy os presentamos uno especialmente completo: es el de un economista estadounidense establecido en Madrid, Fernando Betancor, hijo de inmigrantes uruguayos y criado en Washington. En este artículo, publicado originalmente en su blog, detalla cinco posibles vías que puede tomar el proceso en adelante. Identifica cinco y les pone nombre: que se abandone el proceso y se acepte el status quo (opción ‘colaboracionista’), que se haga un referéndum no oficial (opción ‘véneta’), que se haga un referéndum no autorizado (opción ‘crimeana’), que se convoquen unas elecciones plebiscitarias (‘referéndum de facto’) o que se declare unilateralmente la independencia (opción de ‘Jefferson’). Betancor analiza los pros y contras de cada una. A continuación os ofrecemos el artículo íntegro, traducido al español del catalán. En inglés puede leerlo también al edición global.

He escrito varias veces [y] sobre la situación cada vez más tensa en Cataluña, el territorio más espinoso de España, que también quiere convertirse en el Estado independiente más nuevo de Europa. El 8 de abril se completó otro acto en esta representación que se escenifica: tres representantes del Parlamento catalán visitaron Madrid para solicitar oficialmente la autorización para hacer un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Era una conclusión inevitable que Madrid diría que no -un no definitivo-por parte del señor Rajoy, el presidente del gobierno español, junto con otros partidos, de acuerdo con su ideología y su relación con el partido de gobierno, el Partido Popular .
Los catalanes volvieron a casa decepcionados, pero no disuadidos. Antes de partir de la capital española, los tres legisladores expresaron su decepción y su determinación, y declararon que el referéndum se haría igualmente porque el pueblo catalán ya estaba en un ‘camino sin retorno’ hacia la autodeterminación [ii ] . Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña, que no hizo el viaje, reafirmó esta posición. Y fue igualmente criticado.
Una cosa es evidente: los catalanes entendieron la necesidad de hacer el gesto: debía ofrecer al gobierno español una última oportunidad de convertirse en partícipe del camino catalán hacia el referéndum. Era un riesgo calculado: si el gobierno español hubiese aceptado el referéndum habría tenido la oportunidad de establecer las condiciones que hubieran asegurado un resultado favorable para Madrid. [iii] Pero Mas sabía que nunca tendría que correr ese riesgo. Rajoy ya es víctima de una rebelión del ala derecha de su partido, y los miembros de esta línea dura no tolerarán nunca la legitimidad de un referéndum para la separación de Cataluña, independientemente de la estrategia gubernamental que pudiera haber detrás.
Ahora los catalanes pueden declarar al mundo lo que han dicho siempre: que sus aspiraciones democráticas y pacíficas son sofocadas por una camarilla opresiva castellana en Madrid que no sólo tiene la determinación de obligarles a aceptar un ‘modus vivendi’ que les resulta intolerable, sino que participa activamente en la ruina de la economía catalana y en la aniquilación de la singular cultura e identidad del pueblo catalán. Los castellanos, obviamente, tienen los argumentos contrarios, y no me propongo entrar en una discusión sobre los méritos de unos o de otros. Hay un montón de artículos [iv] para el lector que tenga interés.
Los catalanes ya preparan los próximos pasos. La Generalitat dice que tiene la intención de llevar adelante el referéndum del 9 de noviembre, tanto si Madrid lo aprueba como si no. Pero hay, de hecho, numerosas opciones posibles. Cerrando la puerta a un referéndum legal, el señor Rajoy ha abierto más posibilidades para los catalanes.

Cinco finales posibles
Llegados a este punto, hay cinco posibles caminos para el movimiento independentista catalán. He tratado de trazar la progresión más probable para cada uno de estos escenarios, en el marco de movimientos y contramovimientos en el que participan el gobierno de Cataluña, el de España y la posible participación de la Unión Europea. A cada paso, cuando las opciones se han presentado, he asignado una probabilidad para cada posible resultado, únicamente de acuerdo con mi experiencia y mi juicio personal.
El primer gráfico muestra la situación actual: los representantes catalanes han solicitado la autorización para hacer un referéndum, petición que ha sido rechazada. Ahora hay cinco opciones:
1. Abandonar el proceso de referéndum y aceptar el status quo (opción ‘colaboracionista’)
2. Hacer un referéndum no oficial (opción ‘véneta’)
3. Hacer un referéndum no autorizado (opción ‘crimeana’)
4. Convocar elecciones en una única plataforma pro-independencia, que serviría como un referéndum de facto
5. Declarar unilateralmente la independencia (opción ‘de Jefferson’)
Algunas de estas opciones son tan improbables que están fuera del reino de la posibilidad, pero las presentaré una tras otra. Como soy tan falible como cualquier otro, doy estas estimaciones el valor que tienen.[v]

La opción colaboracionista
Siempre existe la posibilidad de que el señor Mas y CiU den un paso atrás entre ahora y noviembre; o que Madrid haga una oferta ‘que no se pueda rechazar’. En este caso, se trataría de suspender el proceso de referéndum y tratar de poner buena cara:

Opción 1: Poner fin al proceso:
Desgraciadamente para Mas, su gobierno se apoya en una coalición con un partido mucho más separatista, ERC. ERC es un defensor acérrimo de la independencia: es poco probable que le complazca ninguna oferta que Rajoy pueda hacer a CiU, más moderado. Además, Esquerra se aprovecha de la debilidad de la posición de Mas: él y su partido serían un blanco fácil para ser acusados ??de marionetas colaboracionistas y de haber vendido el pueblo catalán. ERC sólo debería retirar el apoyo al señor Mas para que el gobierno cayera.
Mas tendría dos opciones: podía convocar elecciones adelantadas o tratar de formar un nuevo gobierno de coalición. Sin los partidos pro-independencia (ERC, ICV y CUP), CiU podría formar un gobierno sólo con los socialistas catalanes (PSC) o una coalición aún más improbable con la sección local del Partido Popular. El primer caso podría dar a la nueva coalición una cierta estabilidad, pero una alianza con el PP sólo confirmaría las peores sospechas de ‘colaboracionismo’.
Sea como fuere, sería un equilibrio inestable. Y si se convocaran elecciones, ya sea inmediatamente o después de un tiempo de gobierno de coalición, el resultado más probable sería un triunfo rotundo de los partidos separatistas. De hecho, ERC podría obtener mayoría absoluta si los partidarios de CiU les votaran en masa. El nuevo gobierno volvería a la posición original, pero con sólo cuatro opciones para elegir.
Que el señor Mas sea un separatista de corazón o no se puede discutir, pero nadie niega que es un político experimentado. Puede ver el resultado de la ‘colaboración’ con tanta claridad como cualquier otra persona: el equivalente político de cortarse el cuello. Por esta razón, doy a esta opción un 0% de probabilidades.

La opción véneta
Un paso intermedio entre la capitulación y un referéndum no autorizado sería un referéndum ‘no oficial’, similar al que se acaba de hacer en la provincia italiana del Veneto [vi]. Un referéndum no oficial no utilizaría la maquinaria del estado, no tendría el apoyo de ninguna ley del parlamento catalán, no se consideraría vinculante, ni siquiera para los catalanes. En Venecia, por ejemplo, la votación se hizo por internet en un periodo de cinco días, entre el 16 y 21 de marzo.
El propósito de una acción como ésta sería aumentar la presión sobre Madrid sin tener que comprometer un marco oficial y obligatorio, si bien sería un referéndum no autorizado y, por tanto, ilegal. La Generalitat podría poner énfasis en la participación y en los resultados y proclamar: ‘¡Mirad! ¡Los catalanes apoyan la independencia por un margen sustancial! ¡Pero Rajoy se niega a negociar y da la espalda a la voluntad de la gente!’ Envueltos con la bandera de la democracia, la autodeterminación y la no violencia los catalanes, con la presión de la comunidad internacional sobre Madrid, tratarían de conseguir el mismo resultado:

Opción 2: Referéndum no oficial:
Madrid rechazará inmediatamente cualquier resultado de un referéndum no oficial que no beneficie su gobierno. Dirán que la votación se ha hecho sin supervisión y que se ha alterado el resultado, a pesar de todas las precauciones que los organizadores puedan haber tomado. Siendo realistas, no hay ninguna posibilidad de que Madrid acabe pactando un referéndum oficial sobre la base de uno informal, sobre todo si los resultados indican una victoria de los separatistas.
En resumidas cuentas, el gobierno catalán volvería a estar en el punto de partida, ahora con tres opciones restantes. Hay, eso sí, una pequeña probabilidad de que un referéndum no oficial se hiciera sólo ‘para marcar territorio’. Podría ser visto como una opción segura, es decir, muy probablemente Madrid no intervendría si lo considerara una gran encuesta. También podría ser una medida provisional para apaciguar a los separatistas de línea dura si el gobierno catalán no tiene confianza en los resultados de un referéndum no autorizado o si otras circunstancias le impiden ir adelante, como un resultado unionista abrumador en Escocia.

La opción crimeana
El ministro de Asuntos Exteriores de España comparó en febrero la situación que se vivía en Crimea con la de Cataluña [vii]. Esto era antes de la anexión de la provincia separatista por parte de Rusia. Fue, sin duda, uno de los pronunciamientos más imbéciles de un gobierno que se ha esforzado en superarse a sí mismo en la banalidad, la corrupción y la apatía. De modo que si denomino al referéndum no autorizado como ‘la opción crimeana’ es gracias a las habilidades oratorias del señor Margallo.
El referéndum no autorizado parece que es el mecanismo preferido por Mas para que el pueblo catalán pueda expresarse. Una de las ventajas de estos referendos es que se basan en antecedentes históricos y jurídicos: los referéndums populares son, de lejos, la forma más común de separarse con éxito de un Estado. Hay consenso sobre las fórmulas para convocar un referéndum y para establecer las bases mínimas para hacerlo. Un referéndum puede ser controlado por los inspectores internacionales. Y un referéndum popular se apoya en el principio de la autodeterminación consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración de Independencia de EEUU, la Declaración Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en más acuerdos internacionales. [viii]
Pero también tiene desventajas. Es difícil de reivindicar la protección jurídica de los resultados de un referéndum que, en principio, era ilegal. El hecho de que sea ilegal favorece el gobierno español en el esfuerzo de contestar y desacreditar los resultados. Por otra parte, la organización de un referéndum no autorizado expone al gobierno catalán a todo un grupo de sanciones legales que podrían aplicarse ya antes de la fecha del plebiscito, a fin de evitar la votación, o bien después, para evitar cualquier acción derivada de los resultados.
A pesar de todos estos obstáculos, es la vía más probable en el caso de Cataluña, y es la que ha recibido el tratamiento más completo:

Opción 3: Referéndum no autorizado (1):
Después de que el Parlamento catalán autorice la organización del referéndum no autorizado, el gobierno español ilegalizará la resolución y pedirá a los catalanes que desistan de llevar a cabo ninguna de las acciones decididas por su parlamento. Se pueden derivar amenazas directas o implícitas. La Generalitat deberá decidir si continúa, pero ahora bajo la amenaza: aceptar el status quo bajo coacción probablemente haría caer la coalición de gobierno. Es mucho más probable que Barcelona llame a Madrid para preguntar si la amenaza va en serio. La organización del referéndum irá adelante.
El gobierno español tiene una amplia gama de opciones a su disposición para imponer su voluntad a los catalanes recalcitrantes. Las tres más probables -bien solas, bien combinadas- son:
1. La disolución del parlamento catalán y convocatoria a elecciones, junto con la prohibición de determinados partidos secesionistas.
2. La suspensión del estatuto de autonomía y la imposición en Cataluña de un gobierno dirigido desde Madrid.
3. El arresto de algunos de los miembros partidarios de la secesión, tanto del gobierno como de la cámara legislativa catalana por los delitos de sedición, planificación de la secesión, y otros posibles cargos. [ix]
En el caso de la disolución del gobierno o de la suspensión de derechos, los catalanes podrían despreciar a Madrid y continuar funcionando de manera ilegal. Tanto si se elige esta vía como si Madrid emite inmediatamente órdenes más duras, se precipitará una crisis enorme: porque el gobierno catalán ya está activo y no tiene que hacer nada para continuar en funcionamiento. Es el gobierno español, si acaso, el que debe volver a imponer la autoridad burlada, y acometer una serie de acciones que incluso podría causar víctimas. Está claro que España argüirà que la Generalitat tiene la carga moral de las muertes a causa de sus actividades secesionistas ilegales: pero al final habrá sido España quien habrá enviado hombres armados para recuperar el control de la situación.
También existe la pequeña posibilidad de dejar que el referéndum se haga y se reconozcan los resultados. Esto llevaría a un ‘divorcio amistoso’ en el que Cataluña seguiría su propio camino en paz y negociaría todas las cuestiones pendientes con España: el reparto de la deuda española, el intercambio del fondo de seguridad social, la disposición de los bienes públicos, el apoyo la admisión inmediata a la Unión Europea y al euro, etc. Esto es muy difícil que pase, por varias razones de peso:
1. Rajoy sería un hombre políticamente muerto.
2. Rajoy ni siquiera sería capaz de obtener la mayoría de su partido en favor de esta decisión o de aprobarla en el congreso. Además, podría haber una deserción en masa de diputados del PP hacia Vox, por ejemplo. Sea como fuere, el gobierno caería.
3. Si Cataluña se fuera en paz, el País Vasco se iría al día siguiente. Y es otro 6% del PIB, una parte sustancial de la capacidad industrial de España y el resto de principales vías de comunicación terrestre hacia Francia (la principal vía de comunicación pasa por Cataluña).
4. Si tanto Cataluña como el País Vasco se van, no es inconcebible que Galicia deseara hacerlo también, o que Andalucía viera que se beneficiaría mucho más de fondos europeos de desarrollo regional por su cuenta que dentro de España. El país podría literalmente desintegrarse.
Por todas estas razones, me resulta difícil -aunque no imposible- de creer que el señor Rajoy quisiera o consintiera un ‘divorcio amistoso’ con los catalanes.
Opción 3: referéndum no autorizado (2):
Independientemente de si Madrid decide hacer una acción policial antes del envite de la Generalidad o después, el primer paso será pedir a los mossos d’esquadra, policía autónoma de Cataluña, que ejecute las órdenes. Esta será una prueba crucial: ¿los mossos cumplirán su deber para con el Estado español, o continuarán siendo leales a la Generalitat? El grado de violencia que se puede vivir depende en gran medida de su elección. Si la policía catalana rechazar su deber, el recurso de España será el enviar la guardia civil. Si fuera el caso, habría grandes masas de hombres y mujeres armados en un territorio de millones de personas, la mayoría hostiles a la guardia civil. El potencial de desastre es evidente.
Si los mossos obedecen el gobierno español, las probabilidades de violencia se reducen considerablemente. Catalanes reprimiendo catalanes es una posibilidad dura, pero facilitaría la tarea del Gobierno considerablemente y negaría totalmente la ‘cuestión étnica’: la acción de la policía ya no podría ser vista como una especie de ataque de Castilla a los catalanes. Y Madrid, sin duda, estaría satisfecha de aprovechar cualquier división evidente de la sociedad catalana.
Una operación policial dejaría la pelota en el tejado de la Generalitat. Una opción sería el acatamiento: los políticos catalanes se dejan detener y juzgar. Un juicio público podría ser una buena publicidad si el gobierno español no hiciera las cosas bien: la opinión internacional podría decantarse hacia un gobierno de sustrato ‘democrático’, más que hacia un gobierno de mano dura. Es dudoso que ningún político tuviera que pasar mucho tiempo en la cárcel. Gandhi fue y salió fortalecido. [x]
Cataluña entonces debería ser administrada directamente desde Madrid, o con la combinación de un parlamento de legisladores y funcionarios unionistas enviados desde la capital. Sea como fuere, la mayoría de los catalanes se indignaría por esta grave violación de sus derechos y consideraría el gobierno impuesto como un control fascista y totalmente ilegítimo. Un resultado probable sería la resistencia pasiva; quizás espontánea, pero posiblemente planeada previamente para esta eventualidad. El gobierno español se encontraría con mártires políticos y con una ola sin fin de huelgas, manifestaciones, marchas y mítines en toda una región que representa el 20% de la economía española. La resistencia pasiva tendría el propósito de imponer un coste económico y político tan alto en Madrid que el gobierno se encontraría obligado a negociar el fin de la administración directa de Cataluña.
Aunque todo político y líder catalán del movimiento independentista se ha comprometido con la no violencia y con los medios pacíficos y democráticos, existe la posibilidad no despreciable de que estalle la violencia. Ya sea causada por el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía o los manifestantes civiles radicalizados. Si la violencia estallara podría generalizarse. En todas partes hay ladrillos y tubos de acero, en cualquier ciudad, y hacer cócteles molotov es pan comido. Como las crisis de Kiev y Caracas han demostrado, un grupo determinado de la población civil puede resistir eficazmente las fuerzas policiales en un medio urbano, especialmente si los oficiales no son locales. El gobierno español tendría una presión muy fuerte para hacer frente a una situación con cientos de heridos, hospitales desbordados y grandes sectores de las principales ciudades catalanas viviendo en la anarquía.

Opción 3: Referéndum no autorizado (3)
La violencia, sostenida y organizada, sigue siendo una posibilidad remota, pero que no se puede desestimar. Hay exaltados y radicales violentos en los movimientos políticos de todas partes. De hecho, no se puede descartar que hubiera agentes provocadores, tanto por parte del gobierno como de los extremistas de los movimientos ultranacionalistas españoles. Podrían ver un beneficio en desacreditar el carácter ‘no violento y democrático’ del independentismo catalán, especialmente si algunos unionistas catalanes fueran agredidos violentamente.
Esto significaría buscar deliberadamente la escalada de la crisis para alcanzar el objetivo de la intervención militar y una suspensión permanente del estatuto catalán de autonomía. Cuanto más sangriento fuera ‘el alzamiento’, y cuanto más tiempo pasara, más probable sería que los ultras pudieran lograr su objetivo. Estos sectores radicales, que incluyen Nueva Falange, abiertamente fascista, pretenden preservar la unidad de España. Pero con esto no tienen suficiente: para algunos, hay que castigar a los catalanes por su temeridad de cuestionar la superioridad del nacionalismo español y la cultura con su ‘historia falsa de mentiras y engaños’. Los más radicales van tan lejos que rechazan la constitución vigente, que encuentran demasiado débil, liberal y federalista, y querrían reemplazarla por una más dura: un Estado fuerte, unitario, gobernado desde Madrid y con la total disolución de las ‘comunidades autónomas’.
Afortunadamente, la extrema derecha no tiene prácticamente ninguna representación en la política española y no ocupa una posición de autoridad para dictar política. Pero Gavrilo Princip también pertenecía a una pequeña minoría cuando puso el mundo en llamas [xi]. De hecho, en algunos cenáculos de los principales políticos conservadores [xii] ya se piden medidas que podrían haber salido de un manifiesto de extrema derecha, tales como el envío de un comandante del ejército español para tomar posesión de los mossos d’esquadra para ‘poner fin a la tendencia separatista de una vez’. La policía española [xiii] y las fuerzas armadas [xiv] también tienen exaltados, algunos de los cuales podrían ser suficientemente discretos para reservarse, por ahora, las propias opiniones.
La resistencia activa por parte de la población catalana dificultaría extremadamente la trabajo del gobierno español. También originaría medidas de policía necesarias que fueron grabadas y que se verían sumamente brutales: limpieza de las calles con cañones de agua, gases lacrimógenos y cargas de los antidisturbios. Como habría víctimas en ambos lados, las acciones se volverían brutales -es inevitable- en una escalada de violencia. Pero si en algún momento las medidas de la policía fueran ineficaces, el gobierno español podría declarar Cataluña en estado de insurrección y llamar a los militares. Si esta opción sería más efectiva que la aplicación de ley y suficiente no lo sé decir: los soldados han sido entrenados para matar al enemigo, no para pacificar su pueblo. Cuando se usan las tropas, a continuación los civiles se convierten, inevitablemente, en el enemigo, y generalmente mueren.
Sin embargo, el gobierno español se podría encontrar obligado a este acto desesperado por falta de mejores opciones. Si la violencia no disminuye o se intensifica, si el daño económico y político de España se generaliza, si hay una inmensa presión de la línea dura del PP, Rajoy puede sentirse impelido a dar esta orden. Es poco probable que tenga éxito en la represión de los disturbios; es seguro que fracasaría a la hora de conseguir que los catalanes quisieran a sus vecinos españoles; pero es la estrategia desesperada que los políticos y los generales suelen seguir cuando se encuentran en un callejón sin salida y no saben qué más hacer. Rajoy incluso puede encontrarse a sí mismo sin voz ni voto: cualquier ‘debilidad’ suya, como querer negociar o incluso dejar que Cataluña se fuera, podría ser respondida con un ultimátum en su partido. No es imposible imaginar que Rajoy fuera invitado a ponerse ‘temporalmente enfermo’, mientras la gente con brazo firme conduce la situación. No hay nada tan del Tercer Mundo como un golpe de Estado, que conste…

Opción 3: Referéndum no autorizado (4)
La mediación de la Unión Europea me parece poco probable antes de cualquier situación de violencia en Cataluña. Por un lado, la Unión Europea no querrá dar la impresión de interferir en los asuntos internos de un Estado miembro, y España se resentirá y se resistirá a cualquier cosa que huela a intervención europea. La posición actual de la Unión Europea es que cualquier secesión de un Estado miembro se traduciría en un nuevo Estado que debería volver a solicitar a la Unión Europea el ingreso y la pertenencia a la zona euro a partir de cero: un proceso de varios años de duración. Esto es pura retórica, pronunciada con la esperanza de disuadir la eventualidad y esquivar la bala. En realidad, la admisión automática de Escocia, Cataluña o el Véneto es una decisión puramente política de Bruselas. De momento, la política la hacen sobre todo los estados; en este caso, el Reino Unido, España e Italia.
Las políticas pueden cambiar rápidamente en una situación de guerra civil, que afecte a la economía. Por lo tanto, es muy probable que haya cambios políticos tan pronto como se intensifique la acción de la policía. Si en algún momento parece que la gestión de la situación catalana es susceptible de crear una crisis financiera y económica para el resto de Europa, podemos ver a los ministros de la Unión Europea atareados yendo y viniendo a diario entre Bruselas, Frankfurt y Madrid. No se puede asegurar que, incluso en estas circunstancias, la Unión Europea tenga suficiente influencia para forzar Madrid a permitir una separación pacífica de Cataluña. Por estas razones:
1. Sería un suicidio político para Rajoy y para su partido.
2. No hay ningún mecanismo para expulsar a ningún Estado miembro, ni de la Unión Europea ni del euro.
3. Mientras España deba al BCE una cantidad tan grande de dinero, es también un arma de doble filo -el BCE podría amenazar con dejar de financiar a los bancos españoles y, por tanto, el déficit español, pero España podría amenazar con no pagar la deuda. Sería la destrucción mutua asegurada en versión financiera.
4. La Unión Europea podría amenazar juzgar casos contra funcionarios y oficiales españoles individualmente en caso de graves violaciones de derechos humanos en la Corte Internacional de Justicia, pero se me hace muy difícil de creer.
Al final, muy probablemente la Unión Europea podría acabar regañando públicamente el gobierno español y poco más. Bajo la influencia del nacionalismo, el fervor patriótico y el orgullo proverbial, los españoles no dejarán que extranjeros interfieran en la sagrada unidad de España. Doy una probabilidad de éxito muy baja a la mediación de la Unión Europea; y cuanto más tiempo la Unión Europea espere a hacer notar su presencia, menos probable es que tenga ningún impacto.
Llegados a este punto, se hace imposible continuar explorando esta posibilidad. Cataluña y España quedarán bloqueadas, con un enfrentamiento de los manifestantes civiles contra la aplicación de las leyes españolas o posiblemente militares. Qué hará  dar el primer paso es una cuestión de resistencia y voluntad: o bien un número suficiente de separatistas encarcelados, hospitalizados o golpeados en la cabeza para que se queden en casa; o, en caso contrario, las pérdidas económicas de la economía española, la prima de riesgo subida por las nubes, la fuga de capitales extranjeros y los efectos del estatus de paria internacional de la ‘Marca España’ que convenzan a las élites políticas y empresariales españolas (los únicos que importan) que es el momento cortar en seco. Es imposible predecir qué vendría primero, sólo que el coste humano a largo plazo sería grave.

Elecciones autonómicas como sustitutivo del referéndum
Bloqueado el referéndum oficial, y queriendo evitar las consecuencias de la organización de un plebiscito fuera de la ley, el gobierno catalán tiene una opción perfectamente legal. La constitución española otorga a las comunidades autónomas todos los poderes para convocar y organizar unas elecciones regionales. El gobierno español no tiene voz ni voto en esto. Si lo desean, CiU y ERC se pueden ponerse de acuerdo para romper la coalición, y CiU, en lugar de buscar otro socio, podría convocar elecciones adelantadas; estas elecciones serían organizadas sobre la tesis única de la independencia de Cataluña. Un referéndum de facto.
Este enfoque también tiene desventajas. Quizás lo más importante es que, por mucho que la campaña gire en torno a la separación, no tiene la potencia legal completa de un solo referendo y no sería reconocido como tal por las organizaciones internacionales o de los otros estados.Además, España no podría detener las elecciones, pero sí podría intervenir abriendo un proceso judicial para prohibir a algunos partidos el participar en ellas: un proceso similar al de numerosos partidos vascos con lazos muy estrechos con ETA.
A pesar de los inconvenientes, esta es la segunda hipótesis más probable tras el referéndum no autorizado:

Opción 4: Referéndum de facto
Por mucho que las autoridades españolas quisieran intervenir, es poco probable que tuvieran éxito. Hay suficientes partidos pro-separación de Cataluña, y la ilegalización de un solo haría saltar los votantes a otro. El partido prohibido se reconstituye con otro disfraz. Un intento de prohibir todos los partidos independentistas, además de convertir la constitución y el estatuto de autonomía en una farsa, sólo conduciría a la Generalitat a suspender las elecciones y proceder a otra opción: la 3, el referéndum no autorizado, o la 5, una declaración unilateral de independencia. Cualquier interferencia por parte de España en las elecciones haría aumentar muy probablemente el apoyo a los separatistas. Sería un suicidio de Madrid.
Incluso suponiendo que no hubiera interferencia directa, las elecciones se harían en una atmósfera de miedo y de histeria: los partidos unionistas predicen un apocalipsis económico y político catalán en el caso de una victoria separatista, mientras que los grupos independentistas predicen el final de la autonomía catalana y la muerte de su lengua y cultura si ganan los unionistas. No habría moderación.
Sobre la base de los resultados electorales más recientes[xv] y en los de los sondeos [xvi] , puedo predecir una alta probabilidad de una victoria separatista. Dicho de otro modo, la suma de los escaños de los partidos separatistas en el Parlamento será igual o superior al 67% que ganó en las últimas elecciones. Si uno de los partidos independentistas gana por mayoría absoluta -es poco probable, pero no imposible- podría formar gobierno solo o bien optar por una coalición de unidad nacional, con representantes de todos los partidos independentistas. Esta sería una decisión inteligente, aunque no fuera necesaria.
Las autoridades españolas tendrían otra oportunidad de intervenir antes de la formación de un gobierno. Podrían intentar aprovechar cualquier irregularidad para ordenar un recuento o para anular las elecciones. La primera opción sería poco probable, porque no haría sino retrasar lo inevitable, mientras que la segunda no tendría ningún fundamento jurídico y sería derrotada en los tribunales. Creo que la intervención en este punto sería poco probable: si Madrid planea la intervención, hay una justificación clara e innegable, que es precisamente lo que los catalanes no darían.
Una vez formado el nuevo gobierno, se solicitaría al parlamento el votar una declaración de independencia de España, justificada por los resultados de la elección. El primer desafío vendría de los parlamentarios unionistas, que probablemente dimitirían en masa. Esto, en sí mismo, es poco probable que detenga el debate, porque los reglamentos parlamentarios de Cataluña [xvii] sólo requieren una mayoría simple de legisladores presentes en la sesión para cumplir el quórum. Sería poco probable que los unionistas tuvieran más del 35% de los escaños, y no necesariamente todos se avendrían con esta orden. Ciertamente, los miembros del Partido Popular lo harían; probablemente los de Ciudadanos; pero los miembros del PSC han mostrado un grado de desobediencia al partido en cuanto a la separación, lo que sin duda preocupa al PSOE de la calle de Ferraz [xviii]. Aun así, una salida en masa no estaría bien vista internacionalmente.
Es en este punto en el que las autoridades españolas tienen más probabilidades de intervenir: después de la presentación del proyecto de ley, pero antes de cualquier debate o votación. Madrid querría tomar medidas antes de que los legisladores catalanes votaran la ley (que sería inmediata y automáticamente anulada). Rajoy tendría las mismas opciones que hemos considerado en el apartado anterior: la disolución del gobierno, la anulación del estatuto de autonomía, la detención de políticos separatistas, etc.
El resto de esta hipótesis es como la anterior. Salvo que Madrid estuviera dispuesta a dejar que Cataluña siguiera su propio camino en un divorcio amistoso, las opciones siguen siendo la intervención de la policía, la ley marcial, la administración directa de Cataluña y sus ocho millones de habitantes.

Opción 4: Referéndum de facto (2):
La opción Jefferson [xix]
La hipótesis final es la declaración unilateral de independencia catalana de España sin los preliminares de un referéndum o incluso con unas elecciones regionales para darle cobertura política en el parlamento. Esto es muy poco probable que sea la primera opción elegida, por razones obvias: es la opción más extrema y la que más probablemente obtendría la desaprobación internacional. Teniendo en cuenta lo importante que es el reconocimiento y el apoyo internacional para los catalanes, no se arriesgarán tanto.
Pero no se puede descartar. Si cualquier otra vía democrática es bloqueada con éxito por las autoridades españolas, los catalanes podrán decir que esta es la única alternativa a un status quo que la mayoría de sus ciudadanos consideraría intolerable. Si Madrid es capaz de bloquear el referéndum no autorizado e intervenir en las elecciones, los catalanes sólo tendrán dos opciones: declarar la independencia o consentir de manera permanente. Y antes de aceptar esta última opción, creo que la mayoría de los votantes y legisladores optaría por la primera. Todavía habría más apoyo a la independencia que los que hay ahora, dado el rechazo que, sin duda, se engendra por esta injerencia flagrante de Madrid y los separatistas podrían extraer un buen rédito político.

Opción 5: Declaración unilateral de independencia:
Esta hipótesis funciona como las dos anteriores; sólo las probabilidades de partida varían un poco.
Resultados previstos :
En todas las hipótesis, la probabilidad de un divorcio amistoso entre España y Cataluña es inferior al 20%; incluso esta cifra podría ser exagerada. La mejor opción para conseguir este resultado sigue siendo el referéndum: aunque no autorizado, otorga un grado de legitimidad internacional más alto que cualquier otra opción, y es más probable que reciba el reconocimiento español. Luego viene el referéndum de facto, con algo más del 10% de probabilidad de conseguir el ansiado ‘divorcio amistoso’. Estos resultados presuponen que en Madrid ‘mantienen la cabeza fría’; una suposición que va contra todas las pruebas de doscientos años de nacionalismo y más de seiscientos años de historia española. [xx]
La opción 5, la independencia unilateral, es la menos probable que acabe bien, y sólo una intervención de la Unión la haría viable del todo.
La hipótesis 4 también tiene la máxima probabilidad para el final del proceso, suponiendo que los partidos pro-separación no obtuvieran la mayoría absoluta en el parlamento: una pequeña oportunidad, del 9,6%, pero que no debe ser menospreciada. Esta es la única opción que incluye el hecho de que Cataluña acepte la continuación del status quo sin conflicto. Esto es fruto, en gran parte, de la falta total de diálogo entre las dos partes: hablan, pero hablan dirigiéndose cada uno sólo uno los a los más radicales en el discurso público. Naturalmente, puede haber canales alternativos de comunicación de los que no sea consciente, pero creo que el proceso ha ido demasiado lejos, incluso para ellos: ninguna de las partes puede apaciguar a la otra sin un enorme costo político, quizás insoportable.
El resultado más probable es el de la resistencia pasiva a una solución impuesta desde Madrid, con probabilidades de un 55% a un 65% en cada hipótesis. Esto implica la disolución del gobierno catalán y la suspensión del estatuto de autonomía, seguido por la resistencia pasiva. Hay una pequeña posibilidad de que los catalanes cedan a la presión inmediatamente, de media un 6% o 7%. Parece poco probable para mí, sin embargo, que los catalanes estén dispuestos a detenerse sin resistencia, pasiva o de otro tipo. Este último resultado, la resistencia activa, alcanza el 16% de los resultados de media.
Es imposible predecir qué bando sería capaz de imponer su voluntad al otro en esta eventualidad: sí es seguro que no habría ganador. Ambas partes se infligen un terrible costo una a la otra: la economía española se resentiría de un gran perjuicio a largo plazo; la reputación internacional de España se desplomaría y el endeudamiento se dispararía; y no habría ningún beneficio para la inversión extranjera y del capital de Cataluña, una de las regiones principales en cuanto a atracción inversora. Políticos españoles, y muchos españoles de la calle, estarían dispuestos a pagar este precio para preservar la integridad territorial de su Estado; aunque las relaciones con sus hermanos y hermanas catalanes se envenenarían cien años más. Sería aún peor en el caso de aplicación de la ley de opresión sostenida o la imposición de la ley marcial.
Tengo la impresión de que la situación de España es más similar a la del Reino Unido en 1914 que a la del 2014. Los escoceses tendrán pronto una oportunidad pacífica, la autodeterminación democrática. Hace cien años, el autogobierno irlandés estaba en la mesa, pero fue expulsado de ella por causa del estallido de la Gran Guerra; Irlanda se levantó en una rebelión sangrienta dos años más tarde y, finalmente, ganó la independencia después de grandes sacrificios en sangre y en dinero. Dudo si Cataluña ganará la independencia; pero estoy convencido de que el liderazgo catalán se ha embarcado en un camino sin retorno: en este punto, la dinámica del nacionalismo y la radicalización de las masas se han consolidado.
Ahora tienen el tigre agarrado por la cola y no lo pueden soltar. La pelota pronto volverá a la corte de Rajoy, que deberá decidir si acepta la decisión de Cataluña o si emprende un proceso que muy probablemente terminaría en la represión y el derrame de sangre. En cualquier caso, el coste será alto para él personalmente, para su nación y para el futuro de la integración europea.

Fuentes y notas

[I] The Bloody Flag ‘; The Most Importante Election ‘,’ War of the Words ‘,’ Die Luge: Ever Closer Union ‘,’ La Serenissima ‘,’ Spain: Horns of a Dilemma ‘

[Ii] Daniel G. Sastre,  ‘Los envíados del Parlamento:’ Cataluña ha iniciado un camino sin retorno,»  El Mundo, 08 de abril 2014

[Iii] Fijando unas condiciones excesivas que la medida sea aprobada, y dividiendo el voto a través de una serie de opciones, el gobierno podría casi garantizar que un número insuficiente de catalanes votaría por la independencia total. Tal resultado llevaría a resolver la ‘cuestión catalana’ durante al menos una generación.

[Iv] Para la posición catalana, visite la página de la Asamblea Nacional Catalana  (ANC). Para la posición castellana, lea el artículo publicado por Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales AES (FAES) el ‘think tank’ de Aznar, ex-presidente español y dirigente del PP.

[V] No tengo ningún contacto especial con los dirigentes de los gobiernos catalán y español.

[Vi] Tom Kingston,  ‘Veneto residentes support leaving Italy in unofficial referendum,’  The Telegraph, 24 de marzo 2014.

[Vii] Guy Hedgecoe,  Catalonia s Unwanted Crimea Comparisons, ‘  The Irish Times, 19 de marzo 2014.

[Viii] Nunca ha habido ninguna conciliación legal internacionalmente aceptada entre las contradicciones inherentes al derecho a la autodeterminación y el derecho de integridad territorial de un Estado-nación reconocido. Ha dependido del tiempo, las circunstancias y el poder relativo de todas las partes interesadas, y no sólo del Estado amenazado de separatismo.

[Ix] Como ejemplo, el uso indebido de los fondos públicos y su desvío a actividades ilícitas.

[X] No comparo Mas a Mohandas Gandhi, sólo quiero decir que la represión, aunque legal, puede repercutir en las autoridades sin tener intención de ello.

[Xi] Gavrilo Princip fue el único de los seis conspiradores bosnios que llevó a cabo el asesinato planificado del archiduque Franz Ferdinand y su mujer, que desataron la Primera Guerra Mundial.

[Xii]  ‘Vidal-Quadras PIDE intervenir Cataluña con la Guardia Civil, La Vanguardia, 28 de septiembre 2012.

[Xiii]  ‘Cataluña siempre será España, por lo civil o por lo militar’, Nació Digital, 26 de febrero 2014.

[Xiv]  Solé, Richard,  Francisco Alamán, coronel del Ejército español: ¿La independencia de Cataluña? Por encima de mí cadáver’,  Alerta Digital, 31 de agosto 2012.

[Xv]  Ortiz, Fiona and Phillips, Branden,  ‘Separatistas parties win Catalonia election in Spain,’  Reuters, 26 de noviembre 2012.

[Xvi]  Jack Pitts,  ‘Poll finds that 60% of Catalanes want independence,’ The Independent, 21 de marzo 2014.

[Xvii]  Section 4, Artículo 80, parte 1, ‘Quorum for the Adoption of Measures,’ Parlamento de Cataluña.

[Xviii] La sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid.

[Xix] En honor, claro, de Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

[Xx] La única excepción es la unión dañada y breve de España y Portugal en tiempos de Felipe II, que se terminó por la fuerza de las armas en 1668 con la revuelta que comenzó bajo el reinado de Felipe III por sus intentos de convertir a Portugal de reino separado bajo una sola corona en simplemente otra provincia española. Esto coincidió con una rebelión en Cataluña y la participación española en la guerra de los Treinta Años, que había drenado el país de las tropas. Juan de Braganza se convirtió en el rey Juan IV de Portugal, con el apoyo casi universal de todos los sectores de la población.
Vilaweb

http://www.vilaweb.cat/noticia/4186615/20140422/catalunya-espanya-cinc-possibles-finals.html