El Valle de Aran y la independencia de Cataluña. El encaje

Nauru es una isla de la Micronesia (Oceanía), de 21 kilómetros cuadrados y 10.000 habitantes. Es un Estado independiente, una república parlamentaria, con un parlamento de dieciocho miembros y un gobierno de seis ministros.

Tuvalu es un conjunto de islas de la Polinesia de 25 kilómetros cuadrados y 13.000 personas. Es un Estado independiente con un parlamento de quince miembros y un primer ministro que elige su gobierno.

Palau es un conjunto de más de 300 islas y con cerca de 20.000 personas. Es un Estado libre asociado a los Estados Unidos, por medio de un tratado. La propia constitución, lo define como una república.

Y no se trata sólo de islas exóticas que pueden hacer pensar en lejanía y en imposibles. San Marino, en la península Itálica, tiene 69 kilómetros cuadrados y cerca de 30.000 habitantes y se definió como una república parlamentaria. Es considerado el Estado más antiguo del mundo. El parlamento está compuesto por sesenta miembros. Él gobierno tiene diez ministros.

Y Mónaco, con 200 kilómetros cuadrados y 36.0000 personas, es un Estado independiente con una constitución, un parlamento de veinticuatro miembros y un gobierno de seis ministros.

Y no he mencionado que en algunos de estos estados hay monarquía, porque en el discurso que defiendo no tiene ninguna significación. Tampoco he explicado qué lenguas son oficiales, porque el artículo no trata de eso, aunque evidentemente las lenguas propias de estados propios salen beneficiadas. Tampoco he hablado de la economía propia de estos pequeños estados, que naturalmente se beneficia sustancialmente con la independencia.

Quiero destacar sólo que el Valle de Aran, con 600 kilómetros cuadrados y 10.000 habitantes, tiene condiciones para ser un Estado, sin que esto sea una novedad en el mundo de los estados. De los ejemplos que he señalado, una característica común es que tales estados mantienen tratados de asociación con estados más potentes. Y estos tratados les permiten beneficiarse de servicios que, solos, no podrían facilitar. También les permiten conseguir representación internacional y acciones que no podrían hacer en solitario.

El Valle de Aran mereció en el proceso de elaboración del Estatuto de Autonomía catalán de 2006 la consideración de ‘realidad nacional occitana’. Lo decidieron los representantes del pueblo catalán con una mayoría notable. Esta consideración fue anulada o reconvertida por el Estado español, en el Congreso, en sólo ‘realidad occitana’.

En el momento de la independencia de Cataluña, la recuperación de ‘realidad nacional occitana’ será inmediata. ¿Y qué quiere decir ‘realidad nacional occitana’? Quiere decir ‘pedazo de la nación’, ‘espíritu de nación’, ‘nación en sí misma’, ‘expresión nacional’,’sujeto político nacional’… Y debe convertir al Valle de Aran en máximo sujeto de dignidad política junto a Cataluña. Significa que el Valle de Aran, en nuestra psicología, tiene las condiciones, las características, para ser un Estado.

El Estado catalán está formado por la unión de una realidad nacional catalana y una realidad nacional occitana, cada una con derecho de ser un Estado. Esta consideración plena y exclusiva sólo se reconocerá y se empezará a realizar en el momento de la independencia de Cataluña. Antes podrá ser un deseo, una voluntad… Pero la implantación se realizará más allá de la declaración de la independencia de Cataluña. Y en terminología comprensible para todos la forma jurídica y política del Valle de Aran será la de Estado libre asociado a Cataluña. La independencia de Cataluña es la independencia automática del Valle de Aran.

Cuando se elabore la constitución catalana tendrá que decir que el Valle de Aran es un sujeto político con la consideración y el tratamiento de Estado libre asociado a Cataluña, que la constitución del Estado aranés será elaborada por el Consejo General de Aran, cuando los araneses quieran (si no lo quisieran, el derecho quedaría latente, pero seguiría presente), con amplia participación, y votada por los ciudadanos del Valle de Aran y que la asociación con Cataluña se mantendrá por medio de un tratado que se revisará cada cierto periodo de tiempo (por ejemplo, cada diez años). La constitución de Cataluña dirá que el Valle de Aran es una parte del pueblo occitano, que es un pueblo de Europa con identidad propia.

Y más allá habrá que actuar para determinar la forma de las cuestiones legislativa, judicial y gubernativa; habrá acordar qué competencias se pactan con Cataluña y cuáles ejercen de manera exclusiva, qué representaciones se asumen directamente y cuáles se hacen a través de Cataluña… Cataluña podrá asumir por medio del tratado una serie de competencias del Valle de Aran: defensa, instalaciones nucleares, moneda, seguridad nacional, relaciones internacionales, cárceles, aviación civil… Otras competencias serán de modo innegociable del Valle de Aran: educación, cultura, emergencias, sanidad, ciudadanía…

Y en un Estado aranés la personalidad occitana será total, la sensación de libertad será plena, los beneficios sociales, identitarios y económicos aumentarán y la coherencia de Cataluña será absoluta porque aplicará en Aran lo que un día se quería que España aplicara en Cataluña y que mostrará al resto del mundo cómo quisiera que se trataran las identidades y cómo deberían ser tratados los otros territorios catalanes.

Todo este proceso comienza con la promulgación de la constitución catalana, con la aprobación por parte del pueblo catalán. Hacerlo antes es ir contra corriente, es buscar argumentos donde no los hay.

Y no crean que el Valle de Aran no tiene capacidad para gestionarse. Toda su historia es la reclamación de la voluntad de decidir. Ahora puede encontrarla junto a Cataluña.

Un compañero me comentaba, hace unos días, que si el Valle de Aran hubiera sido francés, el tren de Toulouse y París llegaría hasta Salardú. Ciertamente hay proyectos de ingeniería que lo preveían. Ser franceses habría sido doloroso para el Valle de Aran, porque en conjunto estaría en peores condiciones, sólo hay que observar el otro lado. Pero si hubiéramos tenido la capacidad de decidir por nuestra cuenta, habríamos podido negociar y el tren de Europa estaría en Salardú. En cambio, no era posible hacer llegar el tren de Europa a un pequeño pueblo español. El mal español hace años que dura.

El arraigo y la complicidad de los ciudadanos con el Estado es más fuerte en las pequeñas repúblicas que constituyen un espacio fácil de implantación de la soberanía popular.

En el Valle de Aran la identificación con el ‘aranesismo’ es grande y potente y no requiere necesariamente una identificación con España ni a veces tampoco con Cataluña. Hay mucha gente en Aran que, incomprensiblemente, no siente simpatía por Cataluña, pero siente una gran pulsión aranesa. En esta ocasión los que sólo se sienten araneses, o los que se sienten fundamentalmente araneses, tienen una oportunidad. Ahora es el momento del Valle de Aran. Si la alineación con Cataluña no se hace por motivos de patria catalana, hay que hacerla por motivos de patria aranesa (y de nación occitana). Si en el Valle de Aran hay quienes piensan contra Cataluña, deberían cambiar este sentimiento y hacer la reflexión en favor de Aran. A los que perciben una dominante simpatía por Aran, y sin embargo tienen poca simpatía por Cataluña, ahora es el momento de comprender que nuestro camino es el camino de Cataluña. El camino de España es un desierto. Parafraseando las palabras de Anton von Segesser (1848), que defendía el Estado suizo porque era la libertad de su cantón, es el momento de que quienes son tan araneses y tan poco catalanes digan: ‘Cataluña [él decía Suiza] me interesa sólo porque el Valle de Aran [él decía cantón de Lucerna], que es mi patria, se encuentra aquí. Si el Valle de Aran dejara de ser un miembro libre y soberano asociado a Cataluña, tendría tan poca importancia para mí como la Pequeña Tartaria y la Gran Tartaria’.

Con Cataluña estableceremos una negociación continua y democrática sobre nuestra identidad. Hará falta crear los espacios adecuados de diálogo y de trabajo. Nadie nos entenderá mejor. Y esto aportará la estabilidad necesaria.

Sólo con la independencia de Cataluña será posible este nuevo orden para el Valle de Aran.

Nota final: el proceso relatado puede experimentar variaciones. Por ejemplo, en vez de que la constitución catalana previera el reconocimiento del Estado libre asociado del Valle de Aran, el camino podría comenzar, cuando Cataluña sea independiente, con el voto de los araneses para decidir ser un Estado. Hace unos días, con ocasión de la aprobación de la creación de la Academia Catalana de la Lengua Occitana, el Instituto de Estudios Araneses, el consejero Francesc Homs aseguraba que cuando Cataluña fuera un Estado, el Valle de Aran tendría el derecho de decidir. Parece que la ley de consultas que prepara el Parlamento de Cataluña en esta dirección y prevé la posibilidad de decisión de Aran. El presidente Artur Mas confirmaba esta línea, del derecho a decidir de los araneses, hace pocos días. El principio de empezar votando parece ser el más adecuado, en ciertos ámbitos. El fin es el mismo: el Estado occitano de Aran. Y el principio también: el Estado catalán, sin el cual este sueño no es posible.

VILAWEB