Atención a Cameron, que no habla por hablar

Atención a Cameron, que no habla por hablar

Vicent Partal

Vilaweb

 

«No pienso que sea bueno intentar ignorar estas cuestiones de nacionalidad, independencia, identidad. Pienso que es mejor explicar tus argumentos y dejar que la gente decida». David Cameron

 

Las declaraciones de ayer de David Cameron se deben leer con lupa. En Londres, ante periodistas de todo el mundo y sin que nadie se lo pidiera, dijo que no se podían desatender las voces de un país cuando habla de identidad y de independencia -dijo explícitamente ‘independencia’-. Y, por si no bastaba, después de defender el diálogo como forma de debate y el referéndum como método, aclaró que, claro, él no era quien para explicar esto al primer ministro de España. No mencionó Cataluña, pero no hacía falta.

 

Lo he dicho muchas veces: ningún país dará ningún paso oficial a favor de Cataluña hasta que no se proclame formalmente la independencia en el parlamento. Sería un gran error de su parte. Pero mientras tanto, la diplomacia se ejerce a base de conversaciones privadas, o ya no tan privadas. Y sobre todo de gestos. De gestos que podemos decodificar y que nos ayudan a entender qué se mueve detrás de las puertas cerradas.

 

Gestos como este de Cameron o como el de la Unión Europea, semanas atrás, cuando el presidente Mas visitó Bruselas. No uno, sino tres comisarios europeos recibieron al presidente catalán el mismo día. Que te reciba uno, uno solo, es muy complicado. Que te reciben tres es un grito para quien debe escucharlo.

 

Poco a poco, van acumulándose señales claras de la incomprensión hacia la actitud española de negarse a aceptar un referéndum de independencia en Cataluña. Europa no quiere más dolores de cabeza y sabe que la cuestión catalana se ha de resolver, y se debe resolver diplomáticamente. Si puede ser, con un acuerdo entre España, Cataluña y, si es necesario, también la Unión.

 

Pero estas últimas semanas España no sólo no ha dado ningún paso adelante, sino que se ha significado en episodios cómicos que, sin embargo, alarman a Bruselas. Como negarse a reconocer Kossove incluso cuando Serbia lo reconoce, o como el espectáculo de aspavientos y amenazas cuando la UEFA aceptó a Gibraltar. Las formas del gobierno español inquietan a Bruselas y a las cancillerías europeas. Desde ayer, y gracias a David Cameron, sabemos que el mensaje seguramente ya ha sido explicitado demasiadas veces en conversaciones privadas con Rajoy mismo: Cameron no diría esto en público sin haber agotado los canales privados. Y, por tanto, podemos suponer que la presión contra el inmovilismo español ha empezado a subir de tono.

 

Porque ayer el primer ministro británico ni habló por hablar ni improvisó. Más bien parece que aprovechó una pregunta al vuelo para advertir públicamente a España que el camino a seguir en el caso catalán es precisamente el referéndum que Rajoy no quiere hacer: ‘No se pueden ignorar cuestiones de nacionalidad, independencia e identidad; hay que dejar que la gente decida’. Más claro, el agua.

 

La respuesta española a Cameron: ‘España es indivisible’

‘Cada país tiene un ordenamiento constitucional interno’, dice el ministro Margallo en una acto con Catherine Ashton

 

 

El ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, ha respondido este jueves desde Madrid las palabras del primer ministro británico, David Cameron, que emplazó a Mariano Rajoy a permitir la consulta en Cataluña igual que él hace en Escocia. García-Margallo ha recordado que «cada país tiene un ordenamiento constitucional interno» y si el Reino Unido no tiene una constitución escrita «y la decisión de Cameron puede ser correcta desde el punto de vista interno», en el caso español la Constitución habla de la «indivisibilidad de España».

 

García-Margallo ha hecho estas declaraciones a preguntas de la prensa tras presentar un desayuno informativo de la alta representante de la UE para asuntos exteriores y seguridad, Catherine Ashton, que ha declinado expresamente contestar las preguntas sobre la consulta en Cataluña.

 

El ministro de Exteriores ha advertido que si bien Cameron puede considerar que permitir la consulta en su territorio se adecúa a su ordenamiento, en el caso del Estado la Constitución deja claro que «la soberanía reside en el pueblo español en su conjunto, y no en una parte del pueblo español» y habla de la «unidad e indivisibilidad» de España.

 

Además, según Margallo, ésta no es una fórmula original para «el resto de constituciones europeas tienen la misma declaración» y «en el resto del mundo el reconocimiento del derecho a secesión unilateral sólo estaba contemplada en la Exjugoslàvia ya la URSS».

 

El ministro también ha querido advertir que este ordenamiento propio de cada Estado miembro de la UE «es el que determina las consecuencias en el ordenamiento europeo» y «cualquier territorio, sea la formula que escoja, una declaración unilateral o pactada queda automáticamente excluido de la UE».

 

 

«Para Escocia los obstáculos serían menores, para Cataluña insalvables»

 

En este marco, ha recordado que cualquier nuevo ingreso en la UE se debe votar «por unanimidad» de sus estados miembros, y «si bien en el caso de Escocia, el Reino Unido acepta y los obstáculos serían menores, en una declaración unilateral de independencia los obstáculos serían absolutamente definitivos. «El Adiós a España supondría adiós a Europa», ha insistido.

 

 

Apuesta por una solución pactada dentro de España

 

Margallo también ha recordado que Cataluña es «una pieza importantísima de España en términos políticos, sociales y económicos».

 

Por este motivo se ha mostrado convencido de que hay que buscar «un acomodo que vaya disminuyendo esa presión de alguna manera» y que se encontrará «identificando y solucionando los problemas en discusión, pero nunca rompiendo la baraja, dando el portazo, sino buscando dentro de casa una vida que sea cómoda para todo el resto».

 

La otra cara de la moneda, según Margallo, sería el desastre económico para Cataluña porque los informes de que dispone el Gobierno -ha citado JP Morgan, Societé Générale y los estudios propios de la Dirección General de Relaciones Económicas de Hacienda- «evalúan la caída del PIB de entre un 20 y un 25%» ya que «al quedar excluida de la UE quedaría fuera del mercado interior con lo que ello supone».

 

«Cataluña cobra conciencia de su identidad cuando es la marca hispánica»

 

Además, según el ministro, «desde un punto de vista de identidad catalana», Cataluña «cobra conciencia de lo que es su identidad cuando es la marca hispánica mirando a Europa, en la Europa carolingia». Con la independencia, ha concluido, «por primera vez en la historia daría la espalda a Europa y quedaría aislada de un continente al que pertenece desde hace más de 1.000 años» .

 

 

 

No me grites, que no te veo

Toni Aira

EL SINGULAR DIGITAL

 

No hay más ciego que aquel que no quiere ver. Pero que uno haga como que no ve, no quiere decir que otros no se pongan a ello. Alerta, pues. En Cataluña, desde siempre, ya podían ir implorándolo políticos, intelectuales y voluntarios varios, pero España no escuchaba. Porque no lo quería. Porque no quiere. Por lo tanto, ahora que la carpeta catalana está sobre la mesa de cancillerías de todo el mundo, ya podrán venir a pedir que España escuche a Cataluña, el premier británico o el Sunsuncorda, que el resultado será del todo descriptible. Pero ayer Cameron se lo dijo a la cara a Mariano Rajoy y hay que celebrarlo. Porque ahora mismo no servirá de mucho, pero, ¿y pasado?

 

No tenemos imágenes, pero sí audio. A continuación transcribiré las palabras de Cameron donde pedía que España no ignore las reivindicaciones catalanas, pero la cara de Rajoy ya se la describo ahora para que se hagan una idea rápida: mirada perdida, esa sonrisa suya que tanto me recuerda al del personaje de Paco Rabal en Los Santos Inocentes y, de fondo, en su oído interno, una especie de hilo musical con música de baile de claqué típica de aquellas de las pelis de Fred Astaire y Ginger Rogers que tanto gustaban a mis abuelos. Así escucha España todo lo que tiene que ver con la diversidad cultural, nacional y lingüística. El bueno de Cameron, demócrata europeo todo él, no lo sabía, pobre. Sus palabras: «No pienso que sea bueno intentar ignorar estas cuestiones de nacionalidad, independencia, identidad. Pienso que es mejor explicar tus argumentos y dejar que la gente decida». Y Rajoy, de haberle escuchado a él en vez de la música de claqué que se le dispara en el cerebro cuando capta que se habla de según qué, habría dicho: «¿Nacionalidad? ¿Independencia? ¿Identidad? ¿Argumentos? ¿¿Que la gente decida?? ¿¿¿Mandeeeei…??? «. Pero no fue el caso.

 

La ignorancia militante, selectiva y destructiva ha descrito siempre al poder español respecto del factor catalán. De forma endémica, ridícula, grotesca y ofensiva para la sensibilidad democrática de los mínimamente exigentes. Aquí ya lo sabíamos. Lo sufrimos de siempre. De ahí mi optimismo, a pesar de los escasos resultados que a corto plazo palpemos de escenas como la de ayer en Londres. Una cerrazón tan ridícula como el del gobierno español en contra del derecho a decidir en Europa hace reír. Cataluña les habla de democracia y ellos responden con las tablas de la ley de la Constitución española. Como en la película aquella de Richard Pryor y Gene Wilder: No me grites, que no te veo. Cómico. No lo puedes tomar en serio. Y este es el paso previo a tomar en serio que se confronta. No lo descartemos. En un momento determinado, alguien ahí fuera escuchará a Cataluña. Seguro. En países donde no gritan, como el nuestro.