«A mí me importa muy poco lo que pasó hace 300 años. La historia es así. Lo que está hecho, está hecho, y si nos aliamos con quien no lo deberíamos haber hecho, pues mala suerte». Desde que leí esta frase en medio de un escrito que Alejandro Lerroux habría firmado haciéndole salivar la boca, la frase me persigue. Corresponde a una carta abierta que la Sra. Alcaldesa de Malgrat de Mar publicó en El Periódico el pasado martes.
A raíz del envío de una comunicación que el Presidente de la Generalitat ha hecho a todo el país comunicando la celebración del Tricentenario, la Sra. Conxita Campoy, alcaldesa de Malgrat de Mar, del PSC, que gobierna gracias al apoyo del PP, con el silencio de Iniciativa -¿o es al revés?, porque sinceramente después de estas declaraciones ya no se sabe quién es el PP y quien del PSC-, la señora Campoy, decíamos, aprovechaba para cargar contra el gobierno de Cataluña con el argumento de que lo necesario ahora es «ocuparse de los problemas de la gente», hasta afirmar que «no quiero la independencia ni perder el tiempo mientras uno solo de nosotros pase necesidades».
No me entretengo ahora en justificar que, precisamente, si queremos la independencia es porque ni un solo de nosotros pase necesidades, algo del todo imposible mientras dependamos de un Estado que expolia a los catalanes 16.000 millones de euros el año. Una pequeña parte de los que resulta que son de Malgrat. En concreto, 18.504 Malgratencs según el último padrón municipal. Es decir, que si tenemos en cuenta que a cada catalán al expolio le cuesta € 2.260 anuales, los ciudadanos de Malgrat de Mar son expoliados en conjunto en un total de casi 42 millones de euros. Compare la señora Campoy estos 42 millones con los gastos anuales de Malgrat, que en 2012 ascendieron a 27,2 millones según presupuesto liquidado. ¿Qué podría hacer el Ayuntamiento de Malgrat de Mar con al menos el doble de presupuesto? Un año tras otro, un año tras otro… ¿No le parece a la Sra. Campoy que la independencia es un arma extraordinaria, brutal, para que ninguno de nosotros pase necesidades? ¿No le parece que tal vez incluso es la única arma posible para que ninguno de nosotros pase necesidades?
Pero ya da pereza tener que rebatir estos argumentos. Si los lerrouxistas no quieren entenderlos, si no quieren esforzarse mínimamente en entenderlos, es absurdo seguir discutiendo. No se puede discutir con quien no pone argumentos sobre la mesa.
Me parece mucho más grave, apocalípticamente más grave, que un cargo público de nuestro país diga que le importa muy poco la historia, que las cosas son como son y que, mira, qué le vamos a hacer, mala suerte.