El consejero de Cultura, Ferran Mascarell, ha asegurado esta tarde que el Estado español se encuentra en «quiebra económica y, sobre todo, política» y que estamos ante un «cambio de época». «Es un estado que tiene graves dificultades para organizar la vida de sus ciudadanos, que no ofrece ningún proyecto de futuro y que cada vez representa a menos a la gente», afirmó Mascarell en una conferencia en el teatro Romea. Esta quiebra, a su juicio, tiene un origen histórico que ha estallado, de insatisfacción de las naciones que conforman el Estado, y otra más cercana, de la incapacidad durante la década de bonanza 1996-2007 de hacer las reformas económicas adecuadas.
Ante este diagnóstico, Mascarell sólo visualiza «el Estado propio» para Cataluña porque «si no, no saldremos adelante». El titular de cultura ha expuesto que el sistema autonómico, tal como está planteado, ya no da más de sí. «Es un modelo bastante bestia. Tenemos transferidas las competencias, pero no tenemos los recursos. Es un sistema insostenible, asfixiante e incluso cínico», espetó quien fue uno de los hijos más destacados del federalismo. «El Estado mira a Cataluña con actitud aplanadora y nos mantiene con respiración prácticamente asistida», añadió.
El eje y la finalidad de las tesis de Mascarell es el bienestar de la gente y la dificultad que esto fructifique dentro de España. «Se está haciendo visible la paradoja de que en Cataluña producimos riqueza suficiente como para garantizar el estado del bienestar, pero no controlamos la fiscalidad y la soberanía de nuestro parlamento es nula», indicó el consejero, creador hace tres años del término ‘deucentista’ («diezcentista»), que precisamente defiende la creación de un estado para poner fin a este déficit económico y político: «El estado propio va profundamente ligado al estado del bienestar. Me inquieta que lo presente como una disyuntiva, como si fueran cosas opuestas, cuando es todo lo contrario».
Futuros «gobiernos más unitarios»
Según Mascarell, para tener éxito en la misión soberanista, se necesitan tres pasos: dibujar «a fondo» el futuro Estado, «socializarlo» y construir mayorías sociales. «Llegar al mismo es de una complejidad enorme. Será un proceso titánico, pero a los catalanes nunca nadie nos ha regalado nada», ha comentado, y ha dejado caer que el asalto definitivo a la independencia probablemente necesitará «gobiernos más unitarios». De momento, Mascarell respira optimismo: «Se ha roto uno de los tabúes de los últimos 250 años: reivindicar el Estado propio».