La fulminante derrota de las milicias comuneras, acaecida el día 23 de abril de 1521, no detuvo los planes para un nuevo intento legitimista, aunque no cabe duda de que les restó eficacia y posibilidades de éxito. Tan solo seis días después de la debacle de Villalar, los espías españoles habían detectado ya la proximidad de un alzamiento en Navarra, y el día 29, el propio virrey, duque de Nájera, escribía un informe en el que denunciaba angustiado esa inminencia. Rápidamente procedió a reclutar tropas en la zona de Calahorra y se aprestó para la defensa. No le faltaban motivos para preocuparse, puesto que, mientras él realizaba esos movimientos, los más activos legitimistas navarros trabajaban intensamente para promover un alzamiento en las ciudades y pueblos del reino. Meses después serían señalados y denunciados, como algunos de los más activos conspiradores, el hijo del mariscal, llamado también Pedro de Navarra; el tudelano Frías, Miguel de Jaso y su hermano Johan de Azpilkueta, así como un tío de ambos llamado Martín de Xabier. El 5 de mayo de 1521, Miguel de Jaso, señor de Xabier y hermano mayor del santo, recorría ya incansable los valles de la cuenca de Pamplona, repartiendo cartas e instrucciones, y animando a sublevarse tan pronto como las tropas franco-navarras pusieran un pie en la Alta Navarra.
Mientras que en la Navarra ocupada se llevaban a cabo estos preparativos, el Bearne y la zona fronteriza con la Baja Navarra era ya un hervidero de tropas, en las que formaban miles de bajonavarros, bearneses y altonavarros exiliados, todos ellos bien armados y pertrechados. Les acompañaban además sus aliados franceses, con lo más florido de su armada y los célebres gendarmes, es decir los gens d’armes, la temida caballería acorazada gala. Ellos serían quienes protagonizarían esta tercera gran intentona de recuperar la Navarra conquistada para sus verdaderos reyes. Al frente de toda esta abigarrada tropa figuraba el señor de Lesparre, un militar joven pero con experiencia, cuyo verdadero nombre era André de Foix. Este señor de Lesparre, sin embargo, pasaría a la historia y a la memoria colectiva navarra con el nombre que le dieron los soldados navarros que marchaban con él: General Asparrots.