El profesor Will Kymlicka nos ha recibido en su despacho de la Universidad de Queens, en la ciudad canadiense de Ottawa, sentado tras una muralla de libros y revistas que convierten su mesa en un campo de batalla, silencioso y reflexivo pero de alta tensión ideológica
Es usted uno de los más reconocidos defensores de las políticas multiculturales y plurinacionales, en cambio, en sus escritos deja claro que las democracias liberales no son neutras ni cultural ni nacionalmente. ¿Cómo pueden entonces los Estados actuales ser plurinacionales?
Los Estados liberales actuales no pueden ser neutros. Pero las gentes y los pueblos que habitan en ellos tienen intereses legítimos de que su lengua, su cultura y su historia estén reflejadas y materializadas en las instituciones públicas. Un Estado plurinacional es solo posible si todos los grupos nacionales tienen esa conciencia de que las instituciones públicas bajo las que son gobernados son unas instituciones que han sido creadas y definidas de forma que reflejan la identidad, el lenguaje, la cultura, etc. de todos los grupos nacionales.
Entonces, ¿incluye una política multicultural y plurinacional la consulta a las naciones que conforman el Estado acerca del tipo de relación que desean establecer con dicho Estado?
Ciertamente. Es muy problemático que un Estado plurinacional se base en la coerción y no en el consenso. El hecho de que un Estado se construya sobre la coerción de sus distintos grupos nacionales es sociológicamente difícil de sostener y moralmente inapropiado. Por tanto, un Estado plurinacional debería reflejar el consenso de sus grupos nacionales y la relación entre dichos grupos debería basarse en el consenso y no en la coerción.
¿Cómo se consigue ese consenso desde posiciones tan desiguales?
Efectivamente, el intento por conseguir un consenso siempre se da sobre un marco de poder desigual. Si pensamos, por ejemplo, en los pueblos aborígenes de Canadá, el objetivo es que la relación entre Canadá y sus pueblos aborígenes se base en el consenso. Pero, ¿qué significa eso en un contexto donde, por razones de injusticias históricas, los pueblos aborígenes están en una situación de dependencia económica? Porque se les arrebataron muchas de sus tierras dejándolos en una situación en la que no pueden mantenerse económicamente por sus propios medios… y esto significa que siempre entran en las negociaciones desde posiciones muy desiguales. Al final, el Estado central como mayoría hegemónica dominante tiene simplemente más poder que otros grupos y por tanto la calidad del consenso es siempre, o por lo menos siempre puede ser, cuestionable. De todas formas, al menos en Canadá, hay una creciente concienciación de que realmente necesitamos reemplazar la coerción por el consenso. El gobierno federal (central) no puede, o estamos intentando que no pueda, actuar unilateralmente para que el grupo dominante no pueda imponer cosas sobre los grupos minoritarios, y para ello tenemos ciertas garantías políticas y legales que hacen, si no imposible, por lo menos muy difícil para el gobierno federal determinar unilateralmente las condiciones de la relación con los pueblos aborígenes y con Quebec.
¿El referendo escocés supondrá un paso en la normalización de las políticas plurinacionales en Europa? Es decir, ¿ayudará para que las consultas y los referendos se vean como una práctica democrática más?
Yo creo, o me gustaría creer, que tanto en Escocia, Quebec o Bélgica hay un creciente reconocimiento de que en un contexto plurinacional no hay más alternativa que el consenso. Tú no puedes retener a nadie por la fuerza. Y me gustaría creer que cada vez más gente reconoce esto. Yo lo veo en Escocia y en Quebec. Pero no ha sido probado. Es decir, tuvimos varios referendos aquí, pero en ninguno ganó la opción independentista. Cuando eso ocurra, entonces las cosas se pondrán interesantes. ¿Están nuestros Estados occidentales preparados para aceptar esta lógica de que no se puede mantener el Estado unido mediante la fuerza? Soy cautamente optimista con este tema porque, aunque suene un poco ingenuo, quiero pensar que la mayoría de la ciudadanía en las democracias occidentales no quiere verse involucrada en un proceso de colonización o de ocupación de otros pueblos. Creo que no queremos ver a nuestros Estados involucrados en esas prácticas.
Pues los Estados no parecen compartir esa visión…
Ya sé que hemos heredado doscientos años de preocupación por la integridad territorial y la soberanía estatal, pero me gustaría creer que si a la ciudadanía se le presentara la opción de elegir, desde luego en Canadá, por ejemplo si Quebec se va, la gente no querría, como ocurrió en Serbia con Kosovo, retener a Quebec por la fuerza.
En base a lo que dice, ¿todas nuestras democracias deberían ser multiculturales?
Soy un defensor del multiculturalismo liberal, y el adjetivo es importante porque durante toda la historia tenemos ejemplos de diferentes pueblos y grupos coexistiendo pacíficamente y tolerando sus mutuas diferencias. En cambio, en muchos casos las condiciones en las que dicha coexistencia se daba han sido desiguales y ha habido desigualdad tanto entre grupos como dentro de los propios grupos. Uno ha sido hegemónico y los otros subordinados. Además, a pesar de que ciertos grupos han tenido algún grado de autonomía no necesariamente respetaban los derechos individuales de sus miembros. Por tanto, teníamos autoritarismo dentro del grupo y jerarquía entre grupos. El multiculturalismo liberal trata de solucionar estos dos problemas. Por una parte intenta promover relaciones entre los grupos basadas en el consenso y la igualdad y no en la coerción y la jerarquía. Y por otro, promover el respeto por los derechos individuales dentro del grupo. Desde esta perspectiva, el individuo debe ser libre para poder cuestionar sus roles tradicionales, culturales, sus roles de género, etc. Y creo que la democracia liberal es una precondición para ambos objetivos. Porque creo que la libertad individual dentro del grupo es una condición necesaria, aunque no suficiente, para conseguir igualdad entre los grupos. La democracia es el mecanismo para la libertad individual dentro del grupo y lo que posibilita la contestación democrática hacia los líderes, y es también el mecanismo para crear una relación entre grupos, más justa y basada en el consenso.
Pero entonces, aunque sea implícitamente y desde una perspectiva liberal, se asume que el individuo para ser libre requiere de un pueblo o una nación.
Si, y con respecto a la autodeterminación, es cierto que el mundo podría estar organizado de otra forma que no fuera en naciones. No creo que sea metafísicamente necesario que el ser humano solo pueda ser libre como parte de una nación. Pero en el mundo en el que vivimos, y por un número de razones importantes, hoy y aquí, pienso que la libertad y la autonomía de las personas dependen de que su lenguaje, su cultura y su historia estén reflejados en las instituciones políticas nacionales.
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