El doctor en lingüística de la Univesidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Moreno Cabrera, tiene un discurso diferente. Moreno, que fue observador internacional en la consulta sobre la independencia de Barcelona, ataca a los mitos del nacionalismo español, critica los ataques a naciones como la catalana y reivindica el derecho de Cataluña a decidir por sí misma.
¿Qué le pareció la iniciativa de la consulta por la independencia en Barcelona?
La experiencia fue muy interesante. Pude comprobar de primera mano todo el trabajo que se hizo, que fue muy intenso, sobre todo la de los voluntarios. Miles de personas que dedicaron muchas horas de su ocio para organizar una cosa bastante compleja que se hizo muy bien, con mucha seriedad y rigor. La verdad es que en quedé muy impresionado.
¿Le sorprendió también la reacción de la ciudadanía?
Tal y como yo lo pude ver fue una jornada de total normalidad, una jornada festiva. La gente participó de forma modélica.
Y luego, al volver a Madrid, ¿qué comentarios ha oído?
Bueno … (ríe) Pues que no tenía sentido lo que había hecho. Lo primero que dicen es que no tiene validez legal, que es una pérdida de tiempo. Incluso algún catalán me lo ha dicho.
Pocas complicidades por tanto …
Sí, pocas. Para mucha gente esta iniciativa era puramente folklórica. Yo que la he visto desde dentro creo que es fantástica, conmovedora. Un movimiento ciudadano impresionante de un pueblo que quiere que se le reconozca su capacidad de decisión.
Usted lleva años denunciando los mitos del nacionalismo español. No habrá hecho muchos amigos entre sus compatriotas con este discurso …
Normalmente me invitan a hablar en Cataluña, País Vasco y Galicia. Yo lo que hago, simplemente, es decir cosas que son bastante conocidas pero que normalmente no dirá alguien que sea de Madrid. Esto es lo que más llama la atención. Mi tarea es criticar una nacionalismo que conozco muy bien, el español, porque la he mamado desde pequeño.
Pero como acaba de decir, su discurso sorprende porque usted es español …
Sí, aunque las cosas que yo defiendo no las justifico desde una perspectiva subjetiva sino poniendo la lingüística al servicio de la ciencia. Se trata de entender que hay varias naciones y que todas deben tener las mismas opciones de autodeterminarse y de proteger sus lenguas y cultura, de impedir que una cultura y una lengua sean la dominante en un ámbito que no es el suyo.
Usted ha citado el nacionalismo español pero en España nadie se define como nacionalista, los partidos políticos tampoco …
Normalmente los partidos se dividen entre nacionalistas y no nacionalistas. Por ejemplo, aquí en Madrid, se considera que no hay ningún partido nacionalista. Estos partidos que se llaman no nacionalistas defienden el español frente a otras lenguas, defienden la nación española y una definición muy concreta de esta. Aquella según la cual no hay otra nación que la española, y el resto de nacionalidades están subordinadas o sometidas a la nación general. Decir que no son nacionalistas es una manipulación.
¿Se trata de un discurso trampa?
Sí porque los nacionalistas siempre son los otros. Si yo defiendo el español no soy nacionalista porque, claro, como es una lengua tan importante … Si alguien hace lo mismo con el catalán si que es. ¿Por qué? Quiero que me lo expliquen.
Más mitos. Hablar en catalán empequeñece …
Hay lenguas que engrandecen y otras que causan el efecto contrario. Esto es un rasgo más del chovinismo lingüístico español. No tiene base lingüística, sólo tiene de ideológica.
¿Qué piensa de la sentencia del Tribunal Supremo sobre la vehicularidad del catalán en la escuela?
Lo primero que hay que decir es que el estatus que tenga que tener el catalán en Cataluña sólo lo puede decidir el pueblo catalán. Si el Parlamento decide que el catalán es la lengua vehicular, lo cual me parece normal, no puede haber persona ni institución que pueda poner en duda eso. Yo no sólo lo respeto sino que lo aplaudo. Si el catalán no es vehicular en la educación en Cataluña no lo será ninguna parte. La sentencia invalida la voluntad del pueblo, lo que me parece inadmisible. Es un caso de colonización y de dominación evidente.
¿Por dónde pasaría la solución?
La solución pasa por cambiar la Constitución y reconocer el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades históricas. Los vascos, gallegos y catalanes ya decidirán si lo quieren ejercer pero para que esto sea posible, hay que reconocer antes este derecho.
¿España es un país catalanófobo?
No es que sea catalanófobo, lo que hay es una ideología nacionalista que admite los regionalismos pero que, más allá de eso, considera que se va en contra de España. Entonces no es una cuestión de catalanofobia, se trata de un concepto de España que ve lo no castellano como una particularidad que no constituye una nación con capacidad de decidir. Cuestionar esta ideología imperial se considera odioso o despreciable.
¿Le parece que el nacionalismo español es ahora más agresivo?
Ahora mismo hay un proceso bastante preocupante que dice que las autonomías se han agotado y lo que se quiere es volver atrás. Es decir, volver a una situación que se parezca más a la franquista. Si el PP gana las próximas elecciones se confirmará el retorno a situaciones pre-constitucionales.
¿Cree que el PSOE se diferencia del PP en este sentido?
En realidad son bastante similares aunque el PP es aún peor en cuanto al reconocimiento de Cataluña como nación. Recuerdo que Zapatero dijo que respetaría, aunque luego no lo hizo, el Estatuto que aprobara el Parlamento de Cataluña. El PP se negó en redondo a respetarlo, incluso en aspectos tanto propios de Cataluña como es el de la lengua.
En una conferencia en la UOC desmintió que el castellano fuera lengua de adopción. ¿Ya lo sabe Juan Carlos I?
Una de las características del nacionalismo español es considerar que el castellano se expandió por méritos propios ya que era más fácil, más ventajoso y con mayor prestigio. Así se afirma que la gente estaba deseando aprenderlo, que lo hizo con gusto. De ahí la referencia del rey en 2001, que Adolfo Suárez ya había dicho en 1976.
¿Se trata de cinismo o ignorancia?
Esto es ser consecuente con una ideología asentada en la opinión pública, en los medios de comunicación y en las principales instituciones del Estado. Una ideología que incluso se enseña en las escuelas.
¿Esto hace buena la afirmación de que una mentira dicha mil veces acaba siendo una verdad?
Sí, aunque es más una ideología que una mentira. Es una manera de enfocar las cosas que luego, evidentemente, no corresponde con la realidad. Esta visión, estas gafas que nos ponen a todos con un color determinado, nos hacen ver las cosas de este color.
Los partidos ‘no nacionalistas’, al menos los que se escuchan por Cataluña, dicen que los territorios no tienen lengua sino las personas.
Claro, pero los nacionalistas españoles saben dónde acaba y dónde empieza el territorio de la lengua española. Por lo tanto tienen claro que Cataluña está en este mapa y que el castellano debe ser predominante. En cambio, cuando otra lengua dice que tiene su territorio su respuesta es negativa. Si fueran consecuentes no podrían decir que Cataluña esté en el mapa del castellano porque, según dicen, este mapa no existe.
¿Por lo tanto la lengua propia existe?
Claro que sí. Lo que pasa es que otra de las características del nacionalismo español es decir ‘viva la lengua común’. Se santifica esta lengua y la propia, en cambio, se critica hasta la saciedad; considerándola ridícula y absurda. Esto es muy grave porque supone intentar eliminar un rasgo importante de la nación catalana, como es su lengua. Decir que el catalán no es lengua propia de Cataluña es un atentado contra la integridad cultural de Cataluña.
Se dice que el catalán es más difícil de aprender que el castellano. ¿Existen las lenguas fáciles?
No creo en las lenguas fáciles. Con argumentos lingüísticos se demuestra que esto es falso. Cuando se afirma lo contrario no se hace desde la lingüística sino desde la sociolingüística.
¿Qué hay detrás de una lengua fácil?
Las supuestas lenguas fáciles se denominan así por, normalmente, justificar una imposición. Son lenguas con un poder demográfico, económico y político que les ha permitido extenderse. Después utilizan argumentos que no tienen ningún sentido, como el de su facilidad de aprendizaje, para justificarse. Yo, como lingüista, tengo que denunciar estos criterios sin base científica.
¿Se siente solo combatiente este nacionalismo?
Sí, totalmente. Cuando hablo con compañeros me siento como un ser extraño.
¿Porque no se atreven a ponerse a su lado o por qué no están de acuerdo?
Porque no están de acuerdo. Ninguno de los mi colegas está, excepto cuando vengo a Barcelona por ejemplo.
¿Cree que este compromiso le ha perjudicado profesionalmente?
No lo creo porque, entre otras cosas, tengo muchos años de experiencia y un nombre hecho en un ámbito muy restringido. Eso creo al menos.
El director de la RAE, José Manuel Blecua, dijo que no es posible integrarse en Cataluña sin dominar el catalán …
Creo que esto no es cierto. Por desgracia es posible integrarse sin conocer el catalán. Este es, más bien, el objetivo. Por eso me parece bien la política educativa de la Generalitat.
¿Siempre ha pensado como hoy?
Me he criado y crecido en una sociedad nacionalista española. Durante mucho tiempo pensé las cosas contra las que ahora estoy. He tenido estos prejuicios y estos puntos de vista aunque, de joven, milité en un partido trostkista que reivindicaba el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades. Un derecho, por cierto, olvidado hoy por los partidos de izquierda españoles.
Hay partidos y simpatizantes de izquierda en España que reivindican este derecho para el Tíbet o para el Sáhara …
Esto deriva del mismo nacionalismo del que estamos hablando. Un nacionalismo silencioso, oculto, del que la gente no es consciente. Me gustaría que mis colegas vieran que son mucho más nacionalistas que aquellos a quienes acusan de serlo.
Publicado por El Singular Digital-k argitaratua