Sobre el documental «Frantz Fanon, memoria de asilo» de Abdenour Zahzah y Bachir Ridouh
Yo, hombre de color, sólo quiero una cosa:
que jamás el instrumento domine al hombre.
Que cese para siempre la opresión del hombre por
el hombre. Es decir, de mí por otro. Que me sea permitido
descubrir y de querer el hombre, allí donde se encuentre.
Mi última plegaria:
¡Oh, mi cuerpo, haz siempre de mi un hombre que se interrogue
Frantz Fanon
En la segunda mitad de los años cincuenta del siglo pasado, después de Dien Bien Phu, pareció que la hora de la liberación de las colonias había sonado. Los pueblos del Tercer Mundo empezaron a clamar por su liberación. Uno de sus mejores propagandistas –y también de la revolución argelina—, fue un psiquiatra: Frantz Fanon.
***
Frantz Fanon nació el 20 de julio de 1925, en Fort-de-France (en la Martinica), en el seno de una familia con antepasados negros, tamiles y blancos. Su padre era agente de aduanas y vivían relativamente bien. En 1943, cuando tenía 17 años, decidió alistarse en las Fuerzas Francesas Libres para combatir contra el fascismo. Hizo toda la campaña de Tolón hasta Alsacia. En 1944, recibió el grado de cabo y la Cruz de Guerra por méritos de combate. Cuando la derrota alemana se hizo evidente, el regimiento de Fanon fue «blanqueado»: él y todos los soldados no blancos fueron concentrados en Toulouse (Tolosa de Languedoc).
En 1945 regresó a las Antillas, para terminar los estudios preuniversitarios y para trabajar en la campaña comunista –no siéndolo— de su amigo, el poeta y profesor de filosofía del liceo Schoelcher, Aimé Cesaire, uno de los primeros teóricos de la negritud.
En 1946, gracias a una beca, viajó a Francia y se matriculó en la Universidad de Lyon en la Facultad de Medicina, donde conoció a Maurice Merleau-Ponty. Se graduó en 1951 como psiquiatra. Su tesis tuvo algunos problemas por titularse Ensayo para la des-alienación del Negro. Finalmente pudo leerla con el título de Piel negra, máscaras blancas, que se publicó en 1951. En 1952 se casó con Josie, a quien había conocido en 1949 (y con quien tuvo un hijo en 1955).
En 1956 empezó a ejercer en el hospital de Saint Alban en Lozère junto al médico catalán Francesc Tosquelles, de quien aprendió la importancia de la terapia social. En el campo de la psiquiatría Fanon se reclamó siempre discípulo de Tosquelles.
En 1953 recibe el nombramiento de Médico en Jefe del Servicio de Psiquiatría del hospital mental de Blida-Joinville, en Argel.1 Pertrechado con los consejos de Francesc Tosquelles, Fanon empezó a cambiar el funcionamiento del hospital. Desaparecieron los electroshock; se introdujeron el trabajo y la música como terapias; se rehabilitó una gran sala para cafetería; se hizo un periódico hecho por enfermos; se incentivo el deporte; etcétera.
En noviembre de 1954 empieza la revolución argelina. Fanon, a través del médico Pierre Chaulet, entra en contacto en seguida con el Frente de Liberación Nacional (FLN). El hospital se convierte en un sitio donde atender a los insurrectos. También viajó bajo la cobertura de médico para establecer contactos con relativa impunidad.
En 1956 escribe su Carta Pública de dimisión al Ministro Residente, declarando que «los acontecimientos de Argelia son la consecuencia lógica de una tentativa abortada de descerebrar un pueblo».2 Fue expulsado de Argelia. En enero de 1957 el gobierno francés decidió también expulsarlo del territorio nacional. Fanon viaja a Túnez y encontró trabajo en el hospital psiquiátrico de La Menouba. Paralelamente, se integró en la redacción de El Moudjahid (órgano central del F.L.N.), donde se revela como uno de los principales teóricos de la revolución argelina, del anticolonialismo y del tercermundismo.
En diciembre de 1958 acude al Congreso Panafricana de Accra (Ghana) –bajo el seudónimo de Doctor Omar—, donde mantiene relaciones de amistad y camaradería con intelectuales africanos, como Kwame Nkrumah (Ghana), Tom Mboye (Kenya), Félix Moumié (Camerún), Patrice Lumumba (Congo) y Roberto Holden (UPA, Angola), todos ellos líderes del anticolonialismo.
En 1959 es nombrado embajador itinerante del Gobierno Provisional de la República Argelina con sede en Accra. Como tal, acudió a los encuentros de Conakry, Addis Abeba, Leopoldville, Cairo y Trípoli. En marzo de 1960 fue además el encargado de estudiar las posibilidades de un tercer frente a través del sur del Sahara, viajando a través de Malí y penetrando furtivamente en Argelia.
A finales de 1960 le diagnostican leucemia. Entre mayo y octubre escribió Los condenados de la tierra (1961), que saldrá en noviembre (siendo inmediatamente secuestrado). Murió el 6 de diciembre de 1961 en el hospital de Bethesda en Marylan (Estados Unidos), a los 36 años. Al año siguiente, Argelia obtuvo la dependencia.
***
Los condenados de la tierra fue traducido inmediatamente a diecisiete idiomas (y sigue reeditándose). Fue un libro clave para Ernesto Che Guevara, para los Blacks Panters y, en general, para todos cuantos intentaban derrocar a un gobierno por la fuerza de las armas (o bien eran solidarios con ellos). Pero también fue una lectura fundamental para la Internacional de Resistencia a la Guerra y para multitud de grupos no violentos, conscientes de que era un libro fundamental sobre lo que llama la violencia espontánea. Los libros publicados en vida, son cuatro.
1.- En 1952 apareció el primer libro de Fanon, Piel negra, máscaras blancas, que era un libro de psiquiatría dedicado al negro antillano. La tesis central del libro era que la neurosis del negro era convertirse en blanco, con lo cual toda su vida estaba destinada a negarse como ser humano. El negro, como todo ser humano, busca el reconocimiento del otro, pero vestido con la identidad de otro (el blanco), no conseguirá jamás el propio reconocimiento, corriendo tras ello sin nunca alcanzarlo. Fanon analiza las estructuras económicas de dominación entre blancos y negros e identifica la culpa social del blanco: «es el racista que crea de la inferioridad».3 Es el blanco el que hace el negro y sus complejos, parafraseando a Jean-Paul Sartre la sentencia sobre los judíos.
La supuesta exuberancia sexual del negro no hace más que demostrar la neurosis del Blanco, despachándole como un homosexual negado: el improperio que más le ensucia y le repele al opresor. El último de sus dardos va a la teórica superioridad de la cultura occidental: «una verdadera cultura no puede nacer en las condiciones actuales» (pág. 152). El papel de la cultura será otro de los temas centrales de su reflexión.
Así las cosas, la labor del psiquiatra negro consiste en «concienciar el inconsciente» (pág. 80). «Mi objetivo será, una vez aclarados los móviles, ayudar a escoger la acción (o la pasividad) con respecto a la verdadera fuente de conflictos: es decir, frente a las estructuras sociales» (pág. 81). Frente a la psiquiatría convencional, Fanon escoge una «fraternidad áspera» con los de su raza.
2.- En septiembre de 1956 tiene lugar en París el Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros, al que Fanon asiste (siendo ya miembro de la resistencia clandestina). Su ponencia «Racismo y cultura» proclamó que «El racismo no es un todo, sino el elemento más visible, el más cotidiano, para poder expresar, en ciertos momentos, lo más grosero de una estructura dada» (Pour la révolution africaine, pág. 39). Y concluía, pensando en Francia, que «La realidad es que un país colonial es un país racista» (pág. 47).
Siendo la primera intervención pública, había ya una referencia a uno de los temas que recorrerá el resto de sus obra, la reflexión sobre la violencia: «La agresividad será el mecanismo pasional que permitirá escapar a la mordedura de la paradoja» (pág. 49).
3.- En 1959 publica el primer libro político, El año V de la revolución argelina (reeditado con el nombre de Sociología de una revolución). Es un libro claramente dirigido a simpatizantes occidentales de la causa del F.L.N., y trata de valorar los avances que conlleva la revolución argelina. Las relaciones con las minorías, la importancia de haber inaugurado una radio clandestina, los cambios en la estructura familiar tradicional, el establecimiento de un servicio médico allí donde los colonialistas lo han cortado, y, particularmente importante, el que las militantes se quiten el velo para vestirse como europeas y realizar atentados. De esto concluye que estamos ante un avance claro de la movimiento de las mujeres: «La libertad del pueblo argelino se identifica con la liberación de las mujer, con su ingreso en la Historia».4 Ante las reacciones tradicionalista en defensa del velo, asegura que son parte de «la actitud global que rechaza los valores del ocupante, aunque en realidad pudiera ganarse con la aceptación de estos valores» (pág. 44, el subrayado es nuestro). Esto define claramente la naturaleza del libro, que empieza con la descalificación cortante de los argelinos que recurren a la tortura (pág. 18).
4.- Su libro más famoso, Los condenados de la tierra, es un pequeño manual sobre la descolonización, para uso de colonizados. También es el lugar donde expone su teoría de la violencia. Pese a que hay un capítulo titulado «La violencia», su punto de vista está disperso por todo el libro (y señaladamente subrayado por el prólogo de Jean-Paul Sartre). La violencia del colonizado tiene dos orígenes: a) la percepción racional de que sólo es posible vencer al colonizador mediante la fuerza de las armas; y b) la violencia estructural ejercida –y vivida— sobre cada argelino, que puede provocar un estallido de locura, que se transforma en un impulso liberador: «El colonizado es un perseguido que sueña con transformarse en perseguidor»5
El libro es denso y sugerente. Desde el análisis de la tierra y el pan como puntos clave de programa de la guerrilla (pág. 44), o la elección como sujeto revolucionario de la descolonización al campesino (pág. 54), hasta la insistencia en la importancia del movimiento de las mujeres: «El país subdesarrollado debe abstenerse de perpetuar las tradiciones feudales que consagran la prioridad del elemento masculino sobre el elemento femenino» (pág. 184).
Todo el libro está recorrido por una idea motriz: «la descolonización realmente es creación de hombres nuevos» (pág. 31). Por esto, «hay que elevar al pueblo, ampliar el cerebro del pueblo, llenarlo, diferenciarlo, humanizarlo» (pág. 180), hasta el grito al final al final: «compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear hombres nuevos» (pág. 292).
***
Hoy Fanon sigue siendo actual, aunque con los acentos desplazados. La lucha anticolonial ha cambiado y la lucha de los pueblos del tercer mundo de enfrentan a una situación bastante cambiada (el predominio de los Estados Unidos, por ejemplo). Los condenados de la tierra sigue siendo un clásico, pero quienes que leen hoy los universitarios especializados en la historia de la descolonización, quienes deben sentir un extraño vacío en el estomago al leer ciertos pasos.
Por lo demás, Fanon sigue estando de actualidad directamente política. Piel negra, máscaras blancas ha ganado actualidad por dos vías: a) mediante la relectura psiquiátrica de Fanon, que ven en él –como en Tosquelles y otros muchos— una vía distinta a la práctica clínica habitual, y en Fanon en particular, un análisis de la neurosis del negro hecha a la vez desde fuera pero también desde dentro del ser negro; y b) a través de la lectura de Fanon por los jóvenes de otras razas que viven en el primer mundo, y que encuentran un retrato veraz de sus traumas y una solución a su ser en el mundo: escoger la acción o pudrirse en la pasividad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.