La mayor parte de los textos que se han escrito sobre la historia del pueblo vasco adolecen de dos vicios. Uno de ellos suele ser su excesiva dimensión y, por lo mismo la dificultad de su lectura. El otro, y mucho más importante, consiste en que casi siempre que se ha escrito un texto sobre nuestra historia se ha hecho, normalmente, como yuxtaposición de las historias parciales de cada uno de sus “territorios”. Es el tradicional “Zazpiak Bat” con el que muchos perciben nuestro pueblo, en el que cada parte actual se considera como un ente histórico y social independiente y atemporal, sin un hilo conductor capaz de tejer todos los hilos y de crear la red que ofrezca una perspectiva consistente de nuestra realidad.
Esta “síntesis” pretende ofrecer una lectura unitaria y trabada entre los diversos territorios en que se dispersa nuestra nación, con base en su eje central, el reino de Navarra. Cuando este libro habla de Navarra se refiere a la expresión política de un pueblo: el vasco, o Euskal Herria. Todos los navarros somos, lingüística y étnicamente, vascos. También, todos los vascos somos navarros desde el punto de vista político.