«Los reporteros- el ego y su pólvora no acaban de ser conscientes que el tiempo diluye las crónicas y que de todos estos días de dolor solo sobrevivirá un poema, quizá el de Mohamed. «No me preguntes si estoy herido o no lo estoy/ ni me preguntes si estoy lejos o cerca de ti»… Placid García Planas en su libro de crónicas «Jazz en el despacho de Hitler» ,que el prefiere llamar «postales de tensión y melancolía» ha conseguido en unos textos escritos con firme voluntad literaria, trascender el tiempo efímero de los artículos de periódico ,especialmente en algunos dedicados a describir a su manera, la guerra de Kosovo ,del Afganistán, o en su ultima prosa sobre la «Pasarela final» de la Semana de la Alta Costura en Paris»… En estas páginas de su tercer libro- la «Revancha del reportero», y la antología que preparo con Manuel Llanas de las crónicas de la Primera Guerra Mundial de Gaziel- donde despliega en forma de ensayo libre, su ambición de escritor » fascinado ante la potencia estética de la Alta Costura. Y dice: «Asumo extasiado que he perdido la guerra. He llegado a Paris para reírme de la Alta Costura y es ella la que se ha reído de mi».
García Planas ha elegido la paradoja, afianza siempre su texto en la historia, para narrar las guerras que ha escogido cubrir .En sus postales , hay figuras casi siempre civiles que no militares, sobre paisajes rotos, y no solo escenarios de guerra en uno de los que descubre un pequeño envoltorio plateado de un condón cuando viaja hasta el valle de Arghadab , el gran huerto de los talibán . Anota, con precisión en su bloc básico ENRI «Aparece una pequeña mezquita de adobe que podría ser un cementerio pintado de Modest Urgell , la misma melancolía». García Planas cultiva sus raíces vernáculas y como pregona la contraportada del libro , nació en el seno de una familia textil de Sabadell. Es consciente de pertenecer ,por ejemplo, a la tradición de los corresponsales de La Vanguardia iniciada sobre todo, por Gaziel en los campos de batalla de la primera guerra mundial . Este sentido histórico, le permite su peculiar percepción de las guerras. «¿Describimos el mundo para desnudarlo –pregunta- o para desnudarnos?». El , que no esconde que como catalán le pierde al estética, sabe andar por el mundo serenamente pero con todos los sentidos a flor de piel.
García Planas después de publicar en La Vanguardia la serie de sus reportajes sobre los corresponsales de guerra del periódico evocando su trabajo ,visitando años después los campos de batalla que habían descrito ,para contar como habían cambiado con el paso del tiempo- recogidos en «La Revancha de un reportero»- tuvo la idea de investigar que había sucedido con los lugares históricos de la Segunda Guerra Mundial para describir su estado actual. De aquí las sorpresas que nos ha revelado en este libro en el que edita aquellos reportajes, desde el despacho de Hitler en el que firmo el Pacto de Munich – » ese día el Führer comprendió que podía hacer todo lo que le diera la gana en el mapa de Europa»-convertido en la sala 105 de la Escuela superior de Música y Teatro de Munich donde tuvo la suerte de asistir a una clase de jazz; hasta el famoso «corredor de Danzig » donde empezó la Segunda guerra mundial , y que ha devenido un lugar de «ligoteo gay». Una buen parte de estas postales fueron escritas en sus misiones de corresponsal de guerra en los Balcanes. Concluida la larga , escandalosa y desafiante guerra del Líbano, empapada de sangre de milicianos cristianos y musulmanes, muchos periodista que habían vivido y trabajado en Beirut se precipitaron al nuevo conflicto bélico. .Para Placid García Planas su experiencia en los Balcanes supuso el brillante inicio de su aventura periodística internacional, en la que se confundía la geografía y la historia de los pueblos del Este de la Vieja Europa. En 1992 corriendo por las calles de Sarajevo, nota de golpe que camina sobre un monumento destruido, sobre unas letras rotas. «Pisaba – escribe con emoción – un texto cirílico y roto». Dieciséis años mas tarde volvió al lugar del atentado en que Gavrilo Princip con dos balas asesino al archiduque del imperio Austrohungaro, y se compro una tableta de chocolates Toblerone , en un kiosko en el extremo del paso de cebra y regreso esta zona «zona cero de Europa» en la que con ayuda estadounidense se erigió un museo . «Ayuda yanqui en la esquina – anota- en donde Europa se corto las venas». «Todo es biológico y topográfico , pienso con la última porción de cacao untado en mi paladar». Toblerone, triángulo su «mugat» como el monte Cervino y Viena se comió Bosnia y Herzegovina, como los imperios engullen paisajes como chocolatinas».
Con este uso de la paradoja que es en el estilo de García Planas casi como una metáfora, «traslada» el acontecimiento histórico con mayúscula a un gesto banal y cotidiano, desprovisto de solemnidad . Los Balcanes como el Oriente Medio es una tierra de etnias, religiones y culturas encabalgadas. En la polémica obra » The Clash of civilizations» de Hunntington ,la frontera entre el mundo cristiano y el del Islam , atraviesa Sarajevo, donde no todas las esquinas doblan igual…Esta ciudad como la de Beirut de pólvora y jazmín ,fascina a muchos escritores y periodistas. » Y al final Sarajevo condenada por los serbios a ser una ciudad partida y amputada sin anestesia, quedara recosida- escribe el autor en una de sus frases rotundas de estos textos- por las basuras de sus calles ,igualada por el asco de sus habitantes, y unida por las flores de sus cementerios».
«Hilando odios, tejiendo guerras», «El tractor amarillo» , la «Historia de una escalera» con una barandilla forjada en Austria, y un mosaico de águilas esmaltado quizás en Hungría , son los afortunados títulos de algunas de sus cónicas de estos fragmentos del libro. El mundo de las iglesias ortodoxas, serbias , sus catedrales y monasterios en su agonía del Kosovo de la mayoría albanesa, le inspira bellos párrafos barrocos: «Ángeles levantando castillos con las manos ,mujeres vomitando por la boca vírgenes coronadas de perlas y santos recién decapitados -siete siglos de frescos serbios- envuelven el canto del metropolitano y de las monjas. .La tierra llena de cadáveres albaneses y el fuego que devora las casas de los serbios-siete siglos, tres meses de guerra ,dos días de revancha -envuelven el patriarcado de Pec». A Placid García Planas le atrae este r laberinto de minorías entre las que identifica a la minoría torbesh o a la valaca de Macedonia, y en cuya torturada geografía , hasta cita la localidad de Zerejamin , fundada en 1734 por «colonos catalanes con el nombre de Nueva Barcelona». Su crónica ,su postal, sobre la corte de Montenegro titulada «El reino de la viuda alegre»,un reino de hadas tardías, de la que entresaco estos párrafos ,es deliciosa.»Como en un cuento , Cetinje se convertía en la capital mas pequeña de Europa, la más exótica , la que más diplomáticos, ,palacios, teatros, espías ,,museos y archivos tenia por kilómetro cuadrado. Lo mas diferente: sus príncipes -todo esto excitaba a Europa- forraban con perlas sus trabucos». El reportero busca cuidadosamente sus escenarios, ya sea en los Balcanes, en Irak, en Palestina, en El Líbano, muy particularmente en Afganistán, y va tras las huellas de personajes, olvidados, dándoles sus nombres, ya porque fuesen las primeras victimas como Josip Jovic , el primer muerto de la guerra en Europa continental desde 1948 , o anónimos de la inmensa intrahistoria de los pueblos ,como aquellas mujeres palestinas Gadah y Anin, que no cumplieron su voluntad de inmolarse en un atentado suicida contra los israelíes.
Después de los capítulos escritos en torno al cruento troceamiento de Yugoslavia , la «Suite Talibán » es la mejor parte del libro. Su relato del viaje con una patrulla afgana por el camino del Perro rojo, sus retratos del travestí Zabi de Kabul, o de las chicas del equipo nacional de boxeo afgano, son conmovedoras. «La descripción pasa también por los viñedos, los campos de marihuana, de jugosas granadas, y opio que envuelven el camino .La amapola esta floreciendo junto a los que la ven cultivar ,los mimos niños que ven enterrar y estrellas los explosivos. La primera detonación esta en sus ojos; en la forma que tienen de mirar el convoy del ejercito afgano, de diseccionar a los que van dentro. Como ángeles sin alas anunciando: volareis». Cuando P.G.P. recuerda que los talibanes habían prohibido lanzar cometas al cielo, y cita a un pastún que le dice que no esta bien jugar con las cometas porque el Corán afirma que es perder el tiempo, remata su texto sobre estos niños «que viven en tierras malolientes y no tienen nada que hacer en todo el día salvo ensuciarse todavía mas, y elevan unos pocos metros esos plásticos de vertedero, ven que algo conectado con sus manos baila ahí arriba, y ríen «, se pregunta ¿»Pierden el tiempo»? «Conquistan el cielo» es la respuesta de su última frase.
«Jazz en el despacho de Hitler» es un hermoso libro escrito con la emoción del tiempo que huye, con la ternura que gentes y paisajes encienden en el autor a lo largo de su viajes por estos pueblos torturados.
Publicado por La Vanguardia-k argitaratua