Las asignaturas pendientes de Turquía

El referéndum celebrado el pasado domingo en Turquía ha permitido superar una de las asignaturas pendientes en el país: la preeminencia del poder civil sobre el poder militar (vía judicial). Sin embargo, este Estado heredero del imperio otomano, tiene una larga lista de asignaturas pendientes. Históricas – admitir la autoría del genocidio armenio -, étnicas – reconocer los derechos del pueblo kurdo -, religiosas – aceptar el derecho a la existencia de otras religiones que no sean la musulmana y, dentro de ésta, aceptar minorías como los alevi – e internacionales – evacuar sus tropas de ocupación del norte de Chipre (Estado miembro, recordémoslo, de la Unión Europea).

El actual gobierno islamista aún debe recorrer un largo camino si quiere situarse dentro de los parámetros europeos. El referéndum que ahora permite modificar la Constitución es una victoria para el gobierno islamista del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), que gobierna desde 2002. Una vez derrumbado el imperio otomano -uno de los perdedores de la Primera Guerra Mundial- surgió, en 1923, la actual Turquía de la mano de Mustafa Kemal » Ataturk » (padre de los turcos).

Una Turquía que había perdido gran parte del imperio (Balcanes, Norte de ‘África, Oriente Medio), una Turquía que copiaba el modelo occidental y que pasaba página de su pasado para ser laica y profundamente nacionalista. Todo ello dirigido por los militares, los que habían salvado los restos de la Turquía en guerra con Grecia, Rusia, Francia, Gran Bretaña,…

Cambio de rumbo político
El régimen turco era pro – occidental, miembro de la OTAN y estaba alineado con Estados Unidos durante la guerra fría. Y cuando había algún indicio o peligro de desviación, los militares intervenían con un golpe de Estado para volver a poner las cosas en su sitio. La Constitución que ahora ha sido modificada por voluntad popular procede del golpe de Estado militar de 1980. El estamento militar, junto con el poder judicial y las fuerzas políticas mayoritarias, fieles al legado de Ataturk, controlaban el Estado hasta el momento en que los islamistas del AKP llegaron al gobierno, en 2002, y empezaron a cambiar el statu quo del país.

De esta manera, los militares turcos han sido obligados a aceptar la primacía del poder político y, con este cambio constitucional, el poder judicial dejará de estar, finalmente, en manos de la ortodoxia de los kemalistas (partidarios de Ataturk): los órganos dirigentes del poder judicial serán, pues, designados por el Parlamento y el gobierno. Todo ello supone una transformación política de fondo del Estado turco y de sus raíces que, por un lado sitúa Turquía más cerca de los parámetros europeos y, por otro, hace crecer el miedo de los que creen que los islamistas están derribando la laica y prooccidental Turquía de Ataturk.

La Unión Europea, Chipre y el Kurdistán
Desde los años 90 Turquía está batallando para obtener el ingreso en la Unión Europea. Pero ni el actual presidente francés ni la canciller alemana quieren oír hablar de ello y, en contrapartida, proponen una asociación más o menos estrecha. Otros estados, como Austria, también están en contra. Con todo, hay un problema por resolver desde 1974, el año en que el ejército turco ocupó la tercera parte de la isla de Chipre y que generó posteriormente – en 1983 – una República Turca de Chipre del Norte que nadie reconoce, a excepción de Turquía.

A día de hoy Chipre forma parte de la UE y tiene 30.000 soldados turcos ocupando el norte del país. Este también es uno de los problemas que, algún día, Chipre, Turquía y la UE deberán resolver. Como también quema el tema del Kurdistán, un conflicto que surgió por la no aceptación, por el nacionalismo turco, de la existencia de un pueblo kurdo: los ciudadanos sólo eran llamados los » turcos las montañas «. La guerra de guerrillas que hace un cuarto de siglo inició el PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos) y que ha causado unos 45.000 muertos y el desplazamiento de millones de civiles, así cómo la evolución internacional e interna, han llevado al gobierno islamista turco a intentar encontrar una salida política (con el nacionalismo turco más fiel a Ataturk en contra). La solución, sin embargo, todavía no ha llegado a buen puerto y el problema kurdo sigue condicionando la vida interna e internacional de Turquía.

Los genocidios de los armenios

Otro de los temas pendientes de Turquía es el genocidio armenio. También en este aspecto el gobierno islamista ha movido ficha, pero se ha quedado a medio camino. Los armenios, un pueblo que vivía en una parte de las tierras de la actual Turquía, fueron acusados de ser una quinta columna (partidarios de Rusia) en época de guerra, justo durante las convulsiones de la muerte del imperio otomano y el nacimiento de la Turquía moderna. Por este mismo motivo fueron exterminados en el que se considera el primer genocidio del siglo XX.

Se calcula que a partir de 1915 fueron muertos unos dos millones de armenios. Sin embargo, Turquía nunca ha reconocido los hechos y ha silenciado con una fuerte represión a los que querían hablar del tema. Uno de los casos más conocidos es el de Pamuk, premio Nobel de Literatura que tuvo exiliarse, entre otros escritores e intelectuales que fueron asesinados y encarcelados. La comunidad armenia internacional ha mantenido vivo el recuerdo y algunos estados, como Francia y Estados Unidos, a nivel parlamentario y gubernamental, han reconocido el genocidio armenio.

Sin embargo, Turquía no acepta ningún tipo de culpabilidad y tiene una versión de los hechos según la cual no es culpable de nada. Recientemente, el gobierno islamista y el de la república caucásica de la Armenia postsoviética firmaron un acuerdo de reconciliación pero ha quedado sin ratificar debido a las condiciones que pone Turquía (solución del conflicto de Nagorno Karabaj, que afecta a Armenia il ‘ Azerbaiyán, una república caucásica considerada turca ya que los azeríes son calificados de turcos por los turcos).

Las minorías religiosas
En cuanto a la religión, en la Turquía laica no hay prácticamente minorías no musulmanas, debido a que los ortodoxos griegos fueron eliminados o expulsados hacia Grecia a principios del siglo XX y los pocos que quedan tienen todo tipo de limitaciones. Pero entre los musulmanes hay unos doce millones de Alevín (practicantes de un Islam heterodoxo y liberal) que también han sido marginados, y desde hace tiempo piden que se les reconozca sus derechos, sobre todo, en el campo de la Enseñanza.

Todos estos problemas son la herencia del pasado y comparten un enorme rastro de sangre, represión, exterminio y persecución. El objetivo de esta barbarie: un Estado turco puro. Un profesor de una universidad de Estambul, Murat Belge, dice: » El siglo XX ha sido una limpieza étnica y sangrienta destinada a fundar una identidad turca homogénea pero, a día de hoy, sólo una minoría se reconoce en esta ideología totalitaria «. El historiador Osman Koker, uno de los motores que busca cambiar las mentalidades en el Estado turco, afirma que » hay que romper esa mirada devastadora para las nuevas generaciones ya que ignora la contribución de otros pueblos sobre estas tierras. En las enciclopedias, los manuales escolares, los discursos, la historia se explica como si sólo perteneciera a los turcos «.

Algunos observadores estiman que la actual Turquía, gobernada por los islamistas, está tentada por sustituir a Ataturk por un nuevo modelo inspirado en una supuesta época dorada del imperio otomano, lo que se llama la corriente, la política, neootomana del actual gobierno. El culto a Ataturk no debería ser cambiado por un neonacionalismo envuelto en religión si Turquía realmente quiere situarse en un ámbito europeo.

 

Publicado por Tribuna Catalana-k argitaratua