Lo esencial del 3 de marzo de 1976
José Arturo Val del Olmo
Antoine de Saint Exupèry, en su conocido libro El Principito, hace decir a uno de sus personajes: «Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos». La realidad, sin embargo, nos indica que es el cerebro, y no el corazón, el que nos permite hacer visible lo invisible.
Durante años ha primado, en el acervo colectivo, el aspecto trágico de una fecha en la que fueron asesinados a quemarropa cinco trabajadores, y decenas fueron heridos de bala. El drama ha desdibujado la riqueza de dos meses de lucha en la que los trabajadores, y nuestras familias, fuimos protagonistas de una página de la historia que constituyó un factor destacado en la conquista de las libertades democráticas en el Estado Español.
Un proceso de lucha con dos rasgos esenciales; la unidad alcanzada entre todos, dirigentes y trabajadores, y la solidaridad generada; local, estatal e internacional, en condiciones muy difíciles.
Para la clase trabajadora nunca han sido tiempos fáciles, y es un tópico pensar que tiempos pasados fueron mejores. Hoy enfrentamos problemas similares a los de entonces; conseguir un empleo y unas condiciones de vida decentes, y nos oponemos a los mismos, porque detrás de la referencia a «los mercados» hay nombres y apellidos, personas que con sus decisiones hipotecan el presente y el futuro de casi todos.
Durante años se ha utilizado el concepto de Europa como coartada para reducir los gastos sociales, desmantelar el sistema público de protección social, y justificar las reducciones salariales y el empeoramiento de las condiciones de trabajo. Una receta acabada para una crisis que obliga ahora a los estados a endeudarse masivamente y pagar sumas enormes en concepto de intereses al capital privado, justamente los responsables del desastre.
La política de pactos sociales seguida por los dirigentes de UGT y CCOO no ha evitado que creciera la precariedad y la desigualdad, pero, la alternativa no es, como predica ELA-STV, refugiarse en las empresas abandonando los convenios sectoriales, que protegen a los trabajadores con peores condiciones de trabajo, y tampoco dividir al movimiento obrero con la falsa expectativa de que la solución está en aumentar el autogobierno.
Cambiar esta situación exige unidad de acción sindical, sin fronteras y sin excusas, objetivos claros, debate entre los trabajadores, en las secciones sindicales y en asambleas de centro de trabajo, solidaridad, y coordinación de las luchas sectoriales. Justamente lo que aprendimos aquel 3 de marzo.
Hoy más que nunca las necesidades de la clase obrera son comunes en todas partes; reducir la edad de jubilación y la jornada laboral para repartir el empleo existente, readmitir al trabajador cuando el despido es improcedente, garantizar un subsidio de paro suficiente, acabar con la precariedad laboral, controlar los recursos financieros para planificarlos en beneficio de la sociedad
Hay que unir esfuerzos y golpear juntos, el mejor homenaje a nuestros muertos, mientras seguimos defendiendo el derecho a la justicia y practicando el deber de no olvidar, porque en el corazón del mas duro invierno late siempre una maravillosa primavera.
3 de marzo, sinónimo de impunidad
Andoni Txasko Diaz, * Asociación 3 de Marzo- Martxoak 3 Elkartea –
Han pasado 34 años desde que el régimen fascista reinante en aquel momento, truncara con la ayuda de las armas un movimiento ilusionante que además de unas condiciones dignas de trabajo, luchaba y había depositado sus esperanzas en lograr un nuevo espacio de democracia y libertad. El 3 de marzo de 1976
Muerto Franco el 20 de noviembre de 1975, la dictadura no murió con él. Con objeto de mantener y perpetuar en el tiempo el régimen implantado, el dictador y su séquito se habían preocupado de dejarlo todo atado y bien atado para cuando abandonara este mundo. En ese atado y bien atado no cabía ninguna posibilidad ni expectativa de apertura o de cambio, por el contrario sí estaba contemplada la manera de actuar contra todo lo que representara una amenaza para su perpetuación.
Lo sucedido el 3 de marzo de 1976 se enmarca precisamente en el peligro que suponía para los herederos del régimen, permitir la prolongación de la movilización obrera iniciada en Gasteiz. No estaban dispuestos a tolerar el ejemplo a seguir que podía suponer en otros lugares la lucha de Gasteiz. Y actuaron al igual que lo hicieron en el 36, con las armas. Su tan estudiada y planificada estrategia para mantener los pilares del régimen implantado, no podía depender de unos cuantos obreros, que, plenos de dignidad y ansiosos de libertad, pretendían la ruptura con un terrible y aciago pasado, para crear y forjar un futuro nuevo y prometedor.
34 años después, los familiares de los trabajadores asesinados y los afectados de aquella actuación criminal, reconocida por la propia Policía como una «masacre», seguimos reclamando verdad, justicia y reparación, al tiempo que los responsables, tanto materiales como inductores de los hechos continúan en la más completa impunidad. Unos sucesos que el Estado español encubre y se niega a juzgar, bajo argumentos de la prescripción de los delitos por el tiempo transcurrido y a la aplicación de
A pesar de los diversos reveses recibidos por la justicia, nuestro esfuerzo va a centrarse en esa dirección y un primer paso por nuestra parte va a ser solicitar la revisión de la negativa a ser considerados como tales, por
Es evidente y así queda de manifiesto, la nula voluntad de las autoridades políticas del Estado español de esclarecer y de enjuiciar flagrantes vulneraciones de derechos humanos como la matanza de Gasteiz. Por el contrario, tratan de ocultar, de silenciar y de dejar en el olvido, sin mostrar un sentido y verdadero reconocimiento, a los afectados y afectadas por aquellos hechos. Son incapaces de pedir perdón y asumir la responsabilidad, que como gobierno les corresponde, por la acción terrorista llevada a cabo contra el pueblo trabajador el 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, amparando con su postura a los responsables de la misma.
Contra el olvido y la impunidad, memoria y justicia. Ésa es nuestra labor y ahí estamos, compartiendo espacio y esfuerzos con otros colectivos memorialistas de Euskal Herria. Es esencial e imprescindible transmitir la historia en base a relatos veraces y ajustados a la realidad y corresponde a la comunidad educativa, a través de unidades didácticas debidamente consensuadas y elaboradas, la responsabilidad de dar a conocer en las aulas una historia que algunos quieren negarnos. Es inadmisible que sigan imperando versiones mentirosas y tergiversadas, que como en el caso del 3 de marzo, tratan de justificar una actuación desde cualquier punto de vista injustificable. Si queremos construir y forjar un futuro sólido, deberá sustentarse en un conocimiento exacto del pasado, por eso, a las nuevas generaciones les debemos una historia sin vacíos ni agujeros negros, con objetividad y total transparencia y veracidad.