Es estimulante ser cronista de Beirut. La mezcla de culturas, de estilos de vida y de modas, cuando no hay guerras ni turbulencias domesticas, es excitante. Algunas librerías ofrecen las ultimas obras escritas en árabe, francés e inglés, incluso, tímidamente, en español. Y en los cines, y no me canso de repetirlo a mis amigos de Barcelona, he visto a veces películas norteamericanas antes de que fuesen proyectadas en nuestras pantallas. Solo con imágenes, es posible describir este Beirut infatigable de mil rostros.
En uno de los barrios a la moda, en Gemayze, que con su marcha nocturna de restaurantes, cafeterías y clubs, ha desbancado a la calle Monot, Rabih Keyrouz ha abierto en un viejo inmueble de arquitectura otomana, su taller de alta costura. Keyrouz, a sus 37 años, es la estrella ascendente de los estilistas libaneses. Como muchos de ellos, se dio a conocer confeccionando vestidos de novia, arte muy apreciado en las costumbres locales. Y en el año 2001 organizó su primer desfile de modas con gran exito. El todo Beirut frecuenta ahora su establecimiento. Formado en los templos de la moda Chanel y Dior, continúa la tradición de los grandes modistas libaneses que triunfan en el mundo, como Elie Saba y Geiorges Chakra. Elie Saba con 47 años, es un una gloria nacional. Con su boutique en la avenida de Champs Elysees y su taller en Beirut, encabeza esta vague libanesa de
Miembro de
Georges Chakra es otro de los brillantes modistos libaneses que viste estrellas de Hollywood y aparece a menudo en las pasarelas de los desfiles de moda de Paris, y pisa los encarnados tapices de los festivales de los Oscars y de Cannes. Chakra gusta decir que «Beirut posee una magia especial… Cuando esta en calma».
Rem Acra es otro creador de moda, viviendo entre Nueva York y Beirut, muy solicitado por las estrellas estadounidenses. Recuerda que en sus años infantiles, acompañaba a su madre, a los viejos zocos de la ciudad, para comprar bordadas telas. La curiosa, increíble, «excepción libanesa» que permite que las edificaciones de inmuebles pululen por todas las calles de la capital, y que sus numerosos bancos queden al pairo de la crisis financiera hace también posible que los negocios de su Alta Costura a diferencia de grandes firmas como la francesa Christian Lacroix, vayan viento en popa.