Cierta gente se ha conmocionado porque en el anterior comentario se utilizase el término «declaración de guerra» por parte de España al nacionalismo vasco. Es verdad que el lenguaje bélico debería estar desterrado del lenguaje ordinario y más del escrito, donde suena mucho más fuerte. Y aquí tenemos el problema añadido de que existe una organización, ETA, en guerra con los estados español y francés.
La oposición lanza una «batería de preguntas», «inicia una ofensiva», «el PP declara la guerra al PSOE», «Guerra a la corrupción», «Guerra en el PP madrileño», «se abre la guerra judicial para evitar las fusiones de cajas», «guerra judicial en el caso Pinochet, «la guerra de las togas», «ultimátum del PP al PSOE en la guerra del agua», «el PP entra al saco en la guerra de videos», «la guerra del PP y el PSOE tras las europeas»… Y sólo hay que entrar en la hemeroteca del cualquier periódico para poner al menos un millón de ejemplos que constituyen todo un arsenal (para incidir en la terminología).
Pero se ese lenguaje lo utiliza un vasco, y entonces ya es una afrenta a España y, si me apuran, una connivencia con ETA. Los vascos no podemos utilizar el lenguaje bélico ni siquiera en el terreno de la metáfora, porque nos tildarán de irredentos, violentos, locos y, para colmo, es posible hasta una de esas organizaciones ultraderechistas las lleven al juez y nos caiga algún marrón que otro.
Es lo que le pasaba al «loco incendiario» de Ibarretxe que, en lugar de predicar la paz transversal y la bajada de orejas, se atrevía a exigir un derecho como el de decidir y era, claro, para dar alas a ETA. Es también lo que ocurrió con el demoníaco Arzalluz que por defender democráticamente lo mejor para su pueblo, o lo que él creía que era lo mejor, los españoles en su particular guerra, inventaron las cosas más ignominiosas sobre su persona.
Está claro que no hay más guerras que las ETA. Las demás, son guerras políticas, orales y en papel, fomentadas, multiplicadas y llevadas hasta la sinrazón por el odio de los españoles hacia los que no piensan como ellos. Sean de izquierdas, de derechas o de centro, aunque también es verdad que, aquí en Euskal Herria, en un español es difícil diferenciar al partido político que pertenece.
1 comentario
Jaia
Yo creo, Juan, que lo que hay que declarar es una guerra contra la miseria. Quizás esto suena mejor y podríamos hablar con tranquilidad de la miseria intelectual de los que nos gobiernan, la miseria económica a la que nos conducen, la miseria cultural que representan y que tanto hastío nos produce a los vascos, si bien hay excepciones de lujo como los Joseba Arregui, Azkuna, JJ, Ardanza etc… que nacen, crecen y destacan en este clima de miseria que nos rodea.
Si aislásemos a los miserables y les quitásemos de los puestos desde los que nos empobrecen, recibiríamos el oxigeno que necesitamos para sobrevivir. Sería una fiesta si los desalojásemos de nuestras instituciones, pero claro lo tendríamos que hacer con la inteligencia necesaria para la unión de los vascos y para el uso a nuestro favor de esa pomada pestilente que solo ellos llaman democrática y que la han usado para dividirnos y sacar beneficio. A esto se le llama «darle la vuelta» y poner a los españoles y sus aliados en el lugar que les corresponde.