Como se puede comprobar a partir de los excelentes comentarios sobre el articulo sobre el peak oil y el ultimo informe World Energy Outlook de la Agencia Internacional de energía (AIE) (Polémica en la AIE sobre el calendario del fin del petróleo), existen dos escenarios alternativos en el debate respecto al futuro del planeta y ninguna es nada apetecible. Es una elección que se conocería en Inglaterra como Hobson´s choice (la elección de Hobson) o sea -parafraseando el refrán- la opción de escoger refugio en la hoguera o en la sartén.
Los dos escenarios los siguientes:
1) Petróleo suficiente:
Gracias al descubrimiento de nuevos campos petrolíferos y técnicas de extraer petróleo de arenas de alquitrán de Canadá -equivalente a sacar sangre de una piedra y más doloroso para el medioambiente de Alberta- o el fango-petróleo del Orinoco venezolano, podremos prolongar la edad del petróleo. Esto evitaría el terrorífico shock que desataría una oferta decreciente de crudo conforme la población de China y la India rebase los 2.600 millones en el año 2015 todos sedientos de hidrocarburos como energía y alimentos.
Es el plan de la AIE de exprimir el planeta hasta que salga la última gota de oro negro y producir 103 millones de barriles al día en el 2030. Pero -dadas las escasas expectativas de que se adopten las medidas necesarias para frenar el crecimiento de emisiones de C02- este escenario difícilmente puede reconciliarse con el objetivo de limitar el aumento de temperaturas en la medida necesaria para evitar catástrofes climáticas. Este es el preocupante escenario que ARN, el mote de uno de los participantes en el citado minidebate sobre peak oil en la noticia, resume de manera sucinta: «Hay suficiente (petróleo) para destrozar la atmósfera. Lo que falta es aire para quemar el combustible fósil…»
Dice lo mismo Dieter Helm, autoridad sobre energía de la Universidad de Oxford, que advierte en su blog que el problema no es la escasez de petróleo sino su abundancia. En la opción de la sartén: «Vamos a freírnos antes de que se agote el petróleo».
2) Peak oil:
En el segundo escenario -la hoguera-, que describe Kjell Aleklett y su equipo de la Universidad de Uppsala en Suecia, se evita la catástrofe del cambio climático porque afortunadamente «no existe suficiente carbono extraíble para que sigamos emitiendo» dice. Según el informe de Aleklett The Peak of the Oil Age – The Uppsala World Energy Outlook … el pico de producción petrolera ya se alcanzó el año pasado y estamos al inicio de un largo declive de producción petrolera. Es muy buena noticia para quienes nos preocupamos por el cambio climático, insiste Kjell. Se podría hacer una enorme inversión en almacenamiento y captura de carbón para reducir el peligro del uso del otro gran hidrocarburo, sostiene. Pero, en otro aspecto habríamos saltado desde la sartén a la hoguera y un mundo nada preparado para la vida sin el petróleo.
Es posible que en los países ricos pudiéramos apañarnos: abandonar el chalet de la urbanización, vender el 4×4; crear nuevos sistemas de transporte masivo, ir de vacaciones al pueblo y aprovechar el huerto en vez de ir con Easy Jet a Roma; comprar tomates y lentejas al payés. Pero ¿como se daría de comer a miles de millones de hambrientos de África, Asia o América Latina, ya dependientes del mercado mundial de alimentos básicos desde que les convencimos para que cultivasen judías «mange tout» en vez de trigo o teff?
Porque la producción y la distribución global de alimentos depende tanto del petróleo barato que el peak oil podría quebrar el sistema de producción y distribución de alimentos. Y, como ha advertido otro participante, de mote Artesano, en el debate en La Vanguardia.es, la FAO no parece tener mucho apoyo gubernamental ni mediático en sus intentos de garantizar el suministro alimentario para los más vulnerables incluso en tiempos de petróleo abundante: «Estos días se está discutiendo en Roma el nuevo modelo agrícola que puede ser decisivo para sobrevivir en un escenario de petróleo escaso y caro. Es un tema vital y apenas se informa».
El 80% del coste de trigo cultivado con técnicas industriales es achacable al petróleo, a fertilizantes petroquímicos, maquinaria de cosecha y de transporte. El valiente George Monbiot -Monbiot.com- insta a los gobiernos a iniciar ya «la fabricación masiva de tractores y cosechadoras eléctricos» y la creación de «huertas en bosques y otras clases de permacultura». Pero no parece que esto sea una prioridad en las agendas de los gobiernos de la OCDE. «El reto de dar de comer a 6.000 o 7.000 millones de personas mientras cae el suministro de petróleo produce vértigo», advierte Monbiot. Pero, bueno, al menos, habremos evitado la sartén.
Publicado por La Vanguardia-k argitaratua