Un presupuesto fiscal para Euskadi, cocinado entre gallos y medianoche
entre el PP y el PSOE, obviamente no es un presupuesto hecho pensando en
los intereses vascos, sino hecho en virtud del elemento que une a PP y
PSOE, a saber: el interés «superior» del modelo franquista de España,
ése que comete la violencia de negar la existencia nacional de nuestro
pueblo, silenciando para ello a cualquier precio su voz; ayer con el
expeditivo método de las ejecuciones sumarias, hoy con el más
sofisticado de inventar falacias para negarle los más elementales
derechos civiles y políticos, imponiendo con tal fin una ley de partidos
que fulmina la voluntad nacional vasca, con la misma macabra eficiencia
que ayer las balas. El mensaje no cambia y es muy claro: ¡aquí siempre
manda Madrid!
Es posible que un acuerdo político con el PP o el PSOE pueda servir en
algún momento para preservar o acrecentar alguna ilusoria parcela de
poder, pero se tratará siempre de un poder vicario, sujeto a
ratificación fuera de Euskal Herria y requisable apenas desde una casa
de gobierno extranjera lo dispongan.
Es en este contexto que no es de recibo que ningún partido abertzale, de
izquierda o de derecha, tenga la miopía política de participar en pactos
que buscan afianzar y proyectar en el tiempo, una ficticia mayoría
española aupada mañosamente al poder en las instituciones políticas de
hegoalde. Lo que nuestra gente necesita y espera, es que todos los
partidos abertzales prioricen hoy, no sus utopías ideológicas, sino el
más básico, simple y puro derecho del pueblo vasco a tener soberanía en
lugar de cárcel.
Después de Lizarra-Garazi, nunca más romperán PP-PSOE y los respectivos
partidos franceses de izquierda y de derecha, la cadena que los une en
Euskal Herria, que es la misma cadena que nos cerca y oprime. Es un dato
que no hay que olvidar.
Nunca más los partidos auténticamente abertzales debieran por tanto
pensar en términos de izquierda o de derecha a la hora de hacer acuerdos
de gobierno de ningún tipo, en ninguna parte, con la izquierda o la
derecha española o francesa que nos niegan nuestro derecho a existir en
libertad como nación soberana.
Después de tantos años de experiencia política bajo el yugo extranjero,
para nadie puede ya ser un misterio que sin acuerdo entre aberzales no
hay esperanza de reconquistar nuestra libertad nacional.
En consecuencia, el imperativo patriótico del momento es la búsqueda,
-de una vez por todas-, de un entendimiento político entre partidos
abertzales, que nos dé esperanzas de libertad y nos permita poner fin a
las penurias que cientos de años de cadenas han echado sobre la espalda
de Euskal Herria. Ello requiere máxima generosidad de todos para que
nadie quiera sacar ventaja política de los acuerdos, pretendiendo llevar
agua a su molino. Es más importante lo que los partidos abertzales
tienen en común que lo que los diferencia. En particular y primerísimo
lugar, tenemos todos el deber moral, de velar por la dignidad y libertad
de todos los vascos, y por el respeto de todos y cada uno de sus
derechos individuales, sociales y nacionales. Esa, no otra, es la tarea
pendiente a que nos convoca hoy la historia. No hay pretexto que
justifique nuestra demora.