Una de las lecciones de
¿De qué ideas hablo? El historiador económico Peter Temin ha sostenido que un motivo clave de
A principios de los años treinta, esta mentalidad llevó a los gobiernos a subir los tipos de interés y a recortar drásticamente el gasto, a pesar del paro masivo, en un intento de proteger sus reservas de oro. E incluso cuando los países se salían del patrón oro, la mentalidad dominante les hacía reacios a recortar los tipos y crear puestos de trabajo. Pero ahora hemos superado todo eso. ¿O no?
EE UU no está por la labor de volver al patrón oro. Pero, aun así, una versión moderna de la mentalidad del patrón oro está ejerciendo cada vez más influencia en nuestra retórica económica. Y esta nueva versión de una mala idea podría minar nuestras posibilidades de recuperarnos por completo.
Fíjense primero en el actual alboroto por la caída del valor del dólar en todo el mundo. Lo cierto es que la caída del dólar es una buena noticia. Por un lado, es sobre todo consecuencia de un aumento de la confianza: el dólar subió durante el apogeo de la crisis financiera, cuando los inversores cayeron presa del pánico y buscaron un refugio seguro en EE UU, y está volviendo a caer ahora que el miedo está remitiendo. Y un dólar más bajo es bueno para los exportadores estadounidenses, lo cual nos ayuda a llevar a cabo la transición que nos aleja de los enormes déficits comerciales y nos coloca en una posición internacional más sostenible.
Pero si extraen sus opiniones de, por ejemplo, el editorial de The Wall Street Journal, se les dice que la caída del dólar es algo terrible, una señal de que el mundo está perdiendo la fe en EE UU (y especialmente, claro está, en el presidente Obama). Ustedes creerán que se debe hacer algo para detener el descenso del dólar. Y en la práctica, el declive del dólar se ha convertido en un palo con el que los miembros conservadores del Congreso golpean a
Nuestra única esperanza es que
Sin embargo, lo que resulta aún más extraordinario es la idea de que subir los tipos podría tener sentido a corto plazo. Después de todo, la tasa de paro está en un horroroso 9,8% y sigue subiendo, mientras que la inflación está muy por debajo del objetivo a largo plazo de
Aun así, algunos responsables de
No sé qué análisis se oculta tras estos dedos deseosos de apretar el gatillo. Pero, de todas formas, probablemente no tenga que ver con el análisis sino con la mentalidad: la idea de que se supone que los bancos centrales deben actuar con dureza, no proporcionar crédito fácil.
Y es crucial que no permitamos que esta mentalidad guíe la política. Parece que, en efecto, hemos evitado una segunda Gran Depresión. Pero dejarnos llevar por una versión moderna de los prejuicios de nuestros abuelos sería una forma perfecta de garantizar la siguiente peor consecuencia: una era prolongada de crecimiento lento y paro muy elevado.
Paul Krugman es profesor de economía en
© 2009 New York Times Service.
Traducción de News Clips.