No entiendo nada de Banca, de cajas, de finanzas ni de fusiones. Por lo tanto, debería fiarme de los conocimientos de gente como Miguel Sanz, antiguo empleado de banca que, por una de esas carambolas políticas que ocurren en esta tierra, acabó presidiendo el consejo de
administración de la CAN y siendo vocal de la Confederación Española de Cajas de Ahorro. Se le suponen pues poderosísimos argumentos para anunciarnos la próxima fusión de la CAN con Caja Canarias…
Empero, no hace falta saber de Banca para darse uno cuenta que las razones económicas pintan poco en esta decisión. Antes bien, conociendo el percal, somos muchos los convencidos de que Sanz ha elegido Canarias porque España ya no tiene bancos ni cajas de ahorro en Filipinas ni Puerto Rico, que si no, con aquéllas nos uniera.
La cuestión es que lo lógico, lo natural y lo histórico no se ejercite en esta tierra. Que se imponga la irracionalidad, el esperpento, el pormiscojones. La Economía y el Comercio de Navarra ha estado siempre, y sigue estando, totalmente ligados al resto de Euskal Herria. Infinitamente más, señor Sanz, que a Canarias, Cantabria o Badajoz. Eso lo ve un tonto. Ya a mediados del siglo XVI nos decía Garibay que Navarra exportaba trigo sobre todo a Guipúzcoa «por la hermandad que ambas naciones siempre tienen».
La hermandad continuaba siglos después en las cuatro «provincias exentas», celosas de sus fronteras aduaneras hasta el extremo que una Real Orden de 1779, calificó de «extranjeros» los frutos y géneros de Navarra y Vascongadas, y gravados por lo tanto con un 15%. El profesor Rodríguez Garraza afirma que esos años el comercio de Navarra estaba fundamentalmente orientado a las Vascongadas, con un 62,3%; luego a Francia con un 37,2%.
«Llama la atención la ausencia casi total de productos españoles» dice Rodríguez Garraza, pues sólo se importaban el 0,5% del total. Algunos plátanos canarios, tal vez.
La pérdida de las aduanas vasconavarras en el siglo XIX no frenó la voluntad de unir la economía de las cuatro provincias. El 9 de diciembre de 1867, la Diputación de Navarra se dirigió a las corporaciones de las provincias «hermanas» proponiéndoles la creación
de un Banco Agrícola e Hipotecario Vasco-Navarro. «La agricultura del país vasco-navarro siente la necesidad imperiosa de una institución de crédito que le facilite recursos para alimentarla y engrandecerla… por eso la Diputación ha empezado a estudiar los medios oportunos de constituir un Banco agrícola vasco-navarro con sucursales convenientes, bajo la tutela de las cuatro Diputaciones forales».
Pese a la voluntad navarra por avanzar en el proyecto del Laurak-bat, el proyecto no cuajó.
Más éxito tuvo, en 1901, el Banco de la Vasconia, fundado en Pamplona «al servicio de la economía regional Vasco-Navarra», según se anunciaba. La familia Aizpún estaba entre los impulsores. Todavía recordamos el mapa de Vasconia sur que editaron en 1978, presente en
todas sus sucursales, ilustrado con el Árbol de Gernika y el escudo de Navarra.
¿Y qué decir de la CAN? Algunos ya no quieren acordarse de que nació precisamente para ayudar a integrar la economía vasca. La iniciativa de su creación partió del II Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Pamplona en 1920. Los diputados forales Francisco Usechi, Ignacio Baleztena y Manuel Irujo, propusieron en 1921 su puesta en marcha. Los tres acababan de ser elegidos por la Alianza Foral, con el «propósito decidido y entusiasta de estrechar siempre los lazos naturales y espirituales que nos unen a los hermanos en raza vasca, guipuzcoanos, vizcaínos y alaveses, exaltando las características raciales y, singularmente la Lengua Vasca, lingua navarrorum como la llamó nuestro Rey Sancho el Sabio y, para ello, estudiar procedimientos que conduzcan a la realización de una fuerte solidaridad de la familia vasca, que, unida en espíritu, hará eficaz el esfuerzo por su derecho y libertad». La primera iniciativa de unir la «familia vasca» fue la creación de la Caja de Ahorros de Navarra, que hoy preside Miguel Sanz. Vivir para ver.
Con la misma intencionalidad se fundó en 1924 Federación Vasco-Navarra de Cajas de Ahorro, integrada por ocho cajas, dos por cada territorio. Por Navarra, la CAN y la Municipal de Pamplona. En 1934, las imposiciones en estas ocho cajas sumaban 620 millones de pesetas, frente a los 1.773 millones que tenían depositadas las otras setenta y siete cajas del resto del Estado. Sólo en las cuatro provincias vascas había 678.073 imponentes, frente 1.632.711 en las 45 provincias restantes, lo que da idea del arraigo de las cajas en nuestro
territorio. Sin duda demasiada fuerza, para Madrid.
Hasta inicios de los años 80, la Federación seguía haciendo campañas de publicidad
conjunta en revistas como Vida Vasca, colocando en contraportada los escudos de las cuatro provincias. Pero alguien había ordenado parar.
Llegó la Transición y el Amejoramiento. Lo histórico, lo natural y lo lógico se volvió «políticamente incorrecto». La unión de las cajas de las cuatro provincias sería tan beneficiosa para el desarrollo del país como lo era en el pasado, pero eso es precisamente lo que se
quiere evitar. Euskal Herria ya no existe. «¡Viva la unión Navarro- Canaria!».