«El diálogo social, en las condiciones actuales, carece de interés»
Después de dirigir el timón durante veinte años del principal sindicato del País Vasco, a José Elorrieta (Loiu, Vizcaya, 1951) le ha llegado el momento de dejar la dirección. Antes de despedirse, en el congreso de esta semana, ha condenado el comportamiento de las administraciones públicas ante la crisis. Reconoce que, a pesar de que la unidad de acción con LAB sea un objetivo interesante, de momento los desacuerdos cotidianos la hacen inviable. Elorrieta dejará el sindicato ELA con 110.000 afiliados y el 35% de la representación; subraya que, a pesar de que cambie el secretario general, no habrá ruptura en la actividad social, política y sindical.
Suele decirse que cuando tomó el cargo hace 20 años, sirvió para sacar al sindicato de la atonía. ¿Para qué sirve el cambio de cargo de ahora?
No quiero quitarle importancia, pero el cambio, en gran medida, ya está hecho. En los últimos ocho-diez años la dirección real la ha llevado la cuarta generación. Sin quitar importancia a la tarea del secretario general, el camino de la ubicación social, política y sindical del sindicato ya lo hemos andado.
No habrá, por tanto, ruptura.
Habrá una continuidad. Eso no quiere decir que sólo se harán las cosas que se hacían antes o como se hacían antes, pero el grupo tiene una experiencia. Dicen que en el fútbol las futbolistas individuales no hacen un buen equipo, y en las organizaciones es similar, se necesita un grupo equilibrado.
En el País Vasco peninsular tienen el 35% de la representación y casi 110.000 afiliados. ¿ELA ha tocado techo?
No. Antes bien, tenemos frente a nosotros grandes retos. Necesitaremos fuerza para acometerlos, no en solitario, mediante alianzas, en la medida posible. También surgirán oportunidades para reforzar el sindicato.
¿De dónde vendrán las oportunidades para extender el sindicato?
El crecimiento, por decirlo brevemente, viene de los servicios privados o de las empresas privatizadas del sector público, y sobre todo son mujeres. Los sectores más discriminados, quienes tienen peores salarios y condiciones, se están afiliando. Hemos demostrado que es posible organizarlos colectivamente y dar respuestas mediante una acción sindical.
ELA ha denunciado una y otra vez que los salarios han perdido peso en favor de los beneficios. ¿Cuál es la responsabilidad de los sindicatos en esa situación?
El escenario neoliberal en que tenemos que trabajar es muy dañino. Los empresarios han tenido a su favor la legislación laboral y ahí se han desequilibrado las fuerzas. Si ha aumentado el empleo, ha sido mediante condiciones precarias y salarios bajos y eso ha reducido la media de las rentas salariales. Además, el instrumento que debe servir para redistribuir esa renta, la fiscalidad, ha hecho mucho daño a los salarios y mucho bien a los empresarios. La culpa de eso no la tenemos los sindicatos.
Hicieron una extraordinaria movilización unitaria, junto a CCOO, LAB y UGT, con motivo de la investigación del Tribunal de la Competencia.(1) ¿No fue más que mera imagen?
Fue una excepción, pero una excepción real. Nos unimos en esa protesta y fue algo más que una mera imagen. Huelga decir que, por desgracia, tales acciones unitarias son muy escasas.
El que cada sindicato organice la protesta por su cuenta cuando hay un accidente laboral, ¿no es una mala imagen?
Hay que explicar que no es una mera apetencia. El debate es cómo se ubica cada sindicato ante los empresarios y las administraciones. La estrategia tiene más importancia que el hecho de que los cuatro sindicatos nos pongamos tras una misma pancarta, admitiendo que – y en estos casos la fuerza emocional de la imagen está ahí – aparecer divididos no es lo mejor. Pero no podemos aceptar cualquier cosa por la imagen.
En los últimos 20 años ha tenido la oportunidad de aumentar el carácter mayoritario del sindicalismo vasco. Mientras tanto, fueron capaces de realizar una dinámica y una huelga general propia por las 35 horas, al margen de la actividad de los sindicatos de ámbito español. ¿Fue aquél un momento decisivo?
Por primera vez la mayoría sindical fue capaz de imponer una agenda propia. No fuimos capaces de fortalecer posteriormente esa unidad, pero la ruptura está hecha, dejamos claro que éramos diferentes. En esa acción se vio claro que el sindicalismo de aquí no es un subsistema del español. Esa ruptura en el ámbito político, por ejemplo, todavía no ha sucedido.
Esa campaña demostró también que había capacidad para plantear objetivos ofensivos.
Para un militante sindical, sin duda, ése es el futuro más interesante. Pero en ELA tenemos claro que algunas cosas no pueden obtenerse si antes no hay una acción sindical unida, fuerte y estable. Y, además, sabemos que esa mayoría, cuando actúa a la ofensiva, marca la diferencia. ¿Qué pasa para que eso no suceda? La realidad está ahí, y no sólo la política. La política condiciona, sí, pero no sirve para explicarlo todo. En el trabajo sindical cotidiano, en empresas o sectores diferentes, ELA y LAB(2) van cada uno por su lado. No quiero echar la culpa a nadie, pero, si eso es así, no es posible realizar un planteamiento serio y profundo más amplio.
Después de la dinámica por las 35 horas, ELA hizo a LAB una oferta de trabajo conjunto, pero éste la tomó como un intento de absorción. ¿La desconfianza de entonces ha obstaculizado la unidad de acción?
No quiero pensar que haya sido por eso o principalmente por eso, pero es verdad que en la experiencia de la década siguiente esa situación no se ha vuelto a dar.
¿Qué falta hoy en día para que sea posible la unidad de acción con LAB?
Visualizar que es posible coincidir en los diagnósticos cotidianos y en la acción sindical. Ese test lo hacemos cada día, en cada empresa, en todos los sectores. Si no se visualiza esa proximidad, no será posible.
Las diferentes estrategias de los sindicatos se notan, entre otros lugares, en la negociación sectorial. A juicio de ELA, ¿está agotado ese marco?
El debate no es si el sector o la empresa. Por ejemplo, en el sector limpieza de Guipúzcoa tenemos un marco sectorial, teniendo en cuenta que es muy disperso, que las personas trabajadoras tienen gran movilidad funcional y territorial y que las empresas son muy pequeñas. Pero nosotros tenemos un grupo militante dinámico y nuestro ámbito es el sector, porque tenemos una correlación de fuerzas sólida. Acaso en algunos sectores que históricamente han sido débiles – el comercio, entre otros – hemos visto que se podía hacer acción sindical y negociación colectiva. En cambio, en el metal no es posible lograr una acción sindical firme, y eso no tiene relación con la voluntad de cada sindicato.
Cada día hablamos de la crisis. Las peticiones de regulación aún no han crecido demasiado y se han firmado numerosos convenios. ¿Cómo está la situación en las fábricas?
Cuál será el carácter de la crisis industrial está por identificar. No se ha hecho diagnóstico claro y, si pregunta cuánto bajará la producción o cuánto durará, no recibirá respuesta. No es fácil orientarse ahí. Evidentemente, algunos utilizan la crisis para mezclar las cosas y los empresarios, con toda la cara, piden directamente al sector público que les dé dinero o que acepte sus peticiones de regulación sin más.
¿Qué le parecen las medidas que ha adoptado el Gobierno vasco contra la crisis?
No se han adoptado medidas contra la crisis, aquí estamos metidos en una burbuja publicitaria. Tenemos al Gobierno de Navarra, al Gobierno vasco y después a tres diputaciones; cinco instituciones, cada cual intentando sacarse la foto con una campaña publicitaria. Han perdido el sentido de la realidad, se creen que las cosas se resuelven mediante imágenes. Todo es apariencia, no entran en los verdaderos problemas. En cambio, no quieren debatir qué tipo de cambios en los impuestos son necesarios para tener más ingresos dinerarios y mayor iniciativa pública. O, en lo tocante al medio ambiente, es claro que traer a Al Gore no resolverá nada.
Hay instituciones sociolaborales en crisis. El Consejo de Relaciones Laborales, el Consejo Económico-Social u Hobetuz,(3) ¿sirven para algo? ¿Deben suprimirse?
El debate es qué espacio hay hoy en día para el diálogo social, tanto entre sindicatos y empresarios como entre sindicatos y administración. Ellos han tomado decisiones unilaterales para poner en marcha medidas sociales y económicas, sin contar con los representantes de los trabajadores. Si mantienen esa línea, ¿para qué sirve el diálogo? No es más que otra imagen virtual, como se hace en España.
Esas instituciones sirvieron para concluir algún acuerdo.
El Consejo de Relaciones Laborales acabó su tarea con el acuerdo de horas extraordinarias. Después vino el descalabro. Y con el Consejo Económico-Social, lo mismo. Llevaremos una resolución al congreso y, a nuestro juicio, en esta fase de neoliberalismo el diálogo social carece de interés, y no perderemos tiempo buscando condiciones para reanimarlo. No es una decisión coyuntural, es una posición estratégica.
¿Comprenderá la gente que ELA vote contra la fusión de BBK y Kutxa?
No hemos visto voluntad de equilibrar las condiciones laborales mediante la negociación colectiva, no se han obtenido unos mínimos. Quienes dicen que es estratégica tendrán que explicar por qué. El acuerdo entre el PNV y CCOO responden a intereses corporativos, eso no tiene nada de estratégico.
«Me veo muy lejos de la política partidista de cada día»
Le faltan dos años a José Elorrieta para, mediante un contrato de sustitución, coger el retiro. Durante ese plazo estará a las órdenes del sindicato, pero tiene claro que no hará sombra al nuevo secretario general. Algunas tardes, asimismo, las empleará para cursar el doctorado en Ciencias Políticas de la UPV, pues es un deseo inveterado seguir estudiando.
Imaz(4) y otros le han imputado hacer política cuando hablaba y no reflejar la opinión de todos los afiliados. Ahora tiene la oportunidad de dar tranquilamente el salto al escenario de la política, ¿verdad?
No, la política se ve en un sentido muy limitado. Es claro que ELA está metido de los pies a la cabeza en política, que busca la acumulación de fuerzas entre soberanistas, y yo estoy totalmente de acuerdo con esa posición. En el sindicato nos hemos acostumbrado a analizar las cosas a medio y largo plazo, a precisar previamente los próximos pasos. No es para caricaturizar, pero parece que los políticos están siempre empecinados con las cuestiones del corto plazo. Me veo muy lejos de esa política partidaria y electoral. Conozco bien la política cotidiana de los partidos y para mí no tiene atractivo entrar en ese mundo.
En el ámbito político, proclamó en 1997 la muerte del estatuto de Guernica, en un momento en que, fuera de la izquierda abertzale, casi nadie se atrevía a ello. Ahora algunos representantes del PNV tienen como tema de conversación el «concierto político», esto es, otro acuerdo con Madrid.
No es más que una versión neoestatutista. No lo quiero despreciar, porque buscar eso es legítimo, sólo lo estoy describiendo. Eso tiene límites claros. A pesar de que el propio objetivo sea limitado, si no se lucha contra los estados, si no se les hace frente, no hará mucho camino. Nosotros no estamos ahí, no coincidimos con esos planteamientos neoestatutistas.
¿Es el Acuerdo de Lizarra-Garazi(5) el intento que ha estado más cerca del esquema de solución que defiende ELA?
Desde entonces ha habido otros dos: el que presentó la izquierda abertzale en Anoeta y la hoja de ruta de Ibarretxe. Ambos han planteado la coparticipación del estado y ambos eran propuestas unilaterales. A nuestro juicio, ante eso la acumulación de fuerzas sociales y políticas que había en Lizarra para competir con el Estado era mucho más valiosa.
¿Qué se necesitaría para lograr un nuevo escenario semejante al de Lizarra?
Se pondría en marcha entre quienes lo quisieran, con unas condiciones muy básicas. Debe ser civil y democrático; ETA sobra. Y la acumulación de fuerzas debe tener también carácter social. Es difícil atraer a una consulta a una mujer que está cobrando 800 euros. Debería trabajarse también la legitimidad social.
¿Es posible esa acumulación de fuerzas sin el PNV? La idea de un polo soberanista está ahí.
El proceso debe empezar entre quienes lo quieran, pero al final serán necesarias todas las fuerzas para hacer frente al Estado.
¿Están las fuerzas independentistas en situación de emprender tal proceso?
Hay que aclarar algunas cosas. Es imprescindible que desaparezca la lucha armada, pero no es suficiente. Tenemos que ver si somos capaces de administrar la pluralidad, de establecer objetivos comunes. Pero lo más importante no es escribir unos principios en un papel, lo más importante es qué tipo de confianza se consigue entre las organizaciones para impulsar el proceso. La fuerza del proceso estaría ahí.
NOTAS DEL T.
1) Movilización en defensa de la libertad sindical y en protesta por el expediente abierto por este organismo del gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) a los cuatro principales sindicatos con motivo de las campañas sindicales contra el aumento del número de domingos y festivos de apertura autorizada para los grandes centros comerciales.
2) Sindicato próximo a la izquierda independentista.
3) Organismo tripartito surgido a raíz de los Acuerdos Interprofesional y Tripartito sobre Formación Continua suscritos en septiembre de 1995 por la patronal Confebask, los sindicatos ELA, CCOO, UGT y LAB y el gobierno de la CAV dedicado a la formación de la población activa.
4) Ex presidente del Euzkadi Buru Batzar, máximo órgano del PNV, y representante del ala más derechista y colaboracionista con el Estado español de dicho partido. Actualmente es presidente de Petronor.
(5) Acuerdo suscrito en Estella (Navarra) el 12 de septiembre de 1998 por, entre otros, las organizaciones políticas PNV, HB, EA, IU-EB, Zutik, Batzarre, y los sindicatos ELA y LAB que constataba la existencia de un «conflicto histórico de origen y naturaleza política» en el País Vasco y proponía «un proceso de diálogo y negociación abierto, sin exclusiones» que posibilitara «marcos abiertos donde puedan tener cabida las aspiraciones de soberanía de las ciudadanas y ciudadanos de Euskal Herria». Tres días después de la firma del acuerdo ETA declaró una tregua indefinida y se abrió un proceso de colaboración entre los partidos firmantes del acuerdo, frustrado por la actitud saboteadora del Ministerio del Interior español, a la sazón en manos del PP, y por la ruptura de la tregua por parte de ETA.
Berria , 23 de noviembre de 2008
Traducido para Rebelión por Daniel Escribano