COMPAÑERO alcalde: te escribo desde la perplejidad y el asombro, después de tanta palabrería en que se ha convertido la política. Nunca hubiéramos podido pensar, mientras padecíamos los cuarenta años de paz y los que vinieron después, que todo iba parar en esto, «tú me das, yo te doy», y además decidido, casi a escondidas, en los despachos de Madrid. Del «Navarra no es negociable», proclamado a «grito pelao «, se ha pasado al discreto y en voz baja «Navarra es negociable». Navarra ha sido, es y será, no sabemos hasta cuándo, «razón de Estado», por tanto codiciada pieza de caza, propiedad de unos pocos, los de siempre, que no consienten que nadie se atreva a pasar la puerta del cortijo. Dejarán, a lo más, a quien lo intente, aunque sea con votos numerosos, asomarse a sus pagos, ser espectadores mudos de su poder, que, al parecer, es de origen divino, por tanto, sin lugar a mudanza ni cuestión.. Hay un libro que esclarece, Jarrón roto , de Floren Aoiz, y pone las cosas en su sitio.
Tú, compañero, has sabido, con la valiente y arriesgada decisión, ser tú mismo, recoger la tremenda y turbada historia de tu pueblo, el del Duque del Infantado, el de la señora Duquesa que alardeaba de no sacar de sus tierras, quién sabe si no procedían de botín o favor de la conquista de Navarra en 1512, «ni siquiera para gastos de refrescos». Y los vecinos le recibían, con el «viva el Duque», y el palacio, comunicado con el cuartel de la guardiacivil, un pasadizo cubierto, y la iglesia por otro, por el que los duques pasaban a oír misa, y el pueblo padecía hambre. Es muy posible, compañero, que en tu decisión de disidente, y no hayas acatado órdenes, te haya auxiliado la sombra patética de esa historia triste, amarga, de un vecindario que decidió redimirse, aunque tardíamente, y a costa de la sangre vertida de noventa y nueve hombres sorprendidos. Y sólo por la reivindicación de algo que era patrimonio de la humanidad: tierra y libertad. Ahora, sabes que no estamos como entonces, que el tiempo cauteriza, pero el recuerdo herido tarda en curar, y quien pretenda que el silencio y el olvido lo entierren sin más comete error. Sabes, sabemos, que el pasado no puede ni debe regresar, pero tampoco forzar conciencias con pactos y cambalaches. Si ese partido, ANV, que te ha dado el voto es legal, según el Tribunal Constitucional, digo que has obrado según la Constitución, tanto o mejor que quienes se llaman ahora «nosotros los demócratas», y «constitucionalistas», cuando en su día recomendaron el voto negativo al texto de 1978. Qué cosas. El 17 de marzo tuvimos una gran manifestación, remedo de las que conocí en aquellos días del 36, y en los que mandaba el general, con autobuses y bocadillo pagados, banderas, gritos, «Zapatero payaso», «Zapatero vete con tu abuelo», y ahora quieren que olvides esos insultos, y la historia de Sartaguda y la de noventa y nueve mujeres que quedaron viudas, en incivilizado atropello. Un saludo, compañero.