La banda terrorista endureció posiciones tras el alto el fuego ante la ofensiva judicial
Los emisarios del Gobierno y representantes de ETA se vieron cinco veces entre julio y diciembre del 2006 en Oslo y Ginebra, según fuentes conocedoras de dichos encuentros, que en ocasiones duraron hasta varios días. En ninguno de ellos, sin embargo, se llegó a entrar en negociación alguna, ya que ETA tensó posiciones desde el instante inmediatamente posterior a la declaración de tregua. ¿Por qué?
Fuentes conocedoras de esos contactos sugieren que la tregua fue aprobada en la dirección de ETA por un margen escaso, que se decantó de inmediato en sentido contrario al detectar que la maquinaria judicial española seguía su curso inexorable. Esta fuente subraya que en los contactos previos a la tregua se le advirtió a la organización que la acción de los jueces era una eventualidad con la que se debía contar. Fuentes de la izquierda abertzale aseguran que en esas conversaciones se prometió una suavización de la mandíbula judicial.
Esa decantación en la dirección de ETA no significa, según esta fuente, que hubiera discrepancias internas, sino que unas tesis se impusieron sobre otras, sin más, y sin fisuras. En todo caso, los encuentros no tuvieron más contenido que el de los reproches mutuos por cuestiones como la mencionada acción judicial (que ETA achacaba al Gobierno), el robo de armas o la aparición de tres pistoleros en un acto público en Oiartzun, según estas fuentes.
En teoría, estos contactos debían servir para la «desmilitarización» de ETA, la entrega de armas y las posibilidades de excarcelación de presos, que son más de 600; el Gobierno tenía estudiado el grado de cumplimiento de cada uno de ellos, quiénes tenían delitos de sangre y quiénes no… Nunca se llegó a entrar en esas cuestiones.
La arquitectura de este proceso fue obra, básicamente, del presidente del PSE, Jesús Egiguren, y el líder abertzale Arnaldo Otegi, que culminó en la declaración de Batasuna en Anoeta del 14 de noviembre del 2004. En ésta se establecía una doble vía: mesa de partidos y Gobierno-ETA. Un encuentro en Oslo en el 2005 entre enviados del Gobierno, entre ellos Egiguren, y José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, certificó esta vía, bajo la vigilancia del centro Henry Dunant para la resolución de conflictos, con sede en Ginebra. Se acordó el método, una «hoja de ruta» que incluía la declaración de alto el fuego (24 de marzo del 2006), la comparecencia de Zapatero en el Congreso para anunciar el diálogo (fue finalmente el 29 de junio del 2006) y un encuentro Gobierno-ETA antes de dos semanas tras ese anuncio.
Ese primer encuentro sorprendió a los enviados del Ejecutivo por las posturas de los enviados de ETA, que se negaron a hablar de ninguno de los puntos acordados en la «hoja de ruta». Y así fue en todas. Los representantes de ETA fueron cambiando, pero eso no significa nada en especial, según esa fuente. Uno de los hombres clave en este entramado fue Juan Carlos Yurrebaso, detenido el 29 de febrero en Francia; de 51 años, fue condenado por pertenencia a ETA y, tras cumplir condena en 1991, pasó de nuevo a la clandestinidad, reclamado al parecer por Josu Ternera como hombre de confianza en las negociaciones. Cuando fue arrestado, dijo ser «negociador de ETA» y esgrimió, para dar credibilidad a su cargo, el teléfono directo de un hombre de plena confianza de Nicolas Sarkozy, entonces ministro del Interior.
Fuentes de la negociación vinculan el endurecimiento etarra a una progresiva «pérdida de autonomía» de Otegi y sus próximos: un sector que, queriendo sinceramente llegar a una resolución del conflicto, no han podido, querido o sabido, dice esta fuente, separarse del tutelaje de «los de arriba». Hoy, nadie espera el milagro de que Batasuna reniegue de ETA, añade esta fuente, que sería una de las fórmulas para conservar la esperanza.