HEMOS cambiado de estación, atrás queda un verano seco, ardiente y humeante. La terrible destrucción de las masas arbóreas que poblaban nuestros paisajes nos impresiona. Pero entre fuego y fuego, ha serpenteado en la prensa otro motivo de alarma para nuestro paisaje más inmediato de la cuenca de Pamplona: el futuro de Guenduláin.
La excitación de las distintas administraciones ha sido patente, aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué pasará. Salvo reacciones de los habituales, esta sociedad despreocupada se adormece a los sones de Wendolín.
Sin resuello, los rondadores en busca de recalificables están trillando la Cuenca. Basta con darse una vuelta por los núcleos que rodean Pamplona y observar los movimientos y cambios en la propiedad y uso de los terrenos rústicos de pan traer , ávidos de ladrillo.
El cuantioso esfuerzo invertido en el planeamiento urbanístico por los entes públicos es ignorado o modificado a la carta: normas comarcales, planes municipales, normas subsidiarias, etcétera, caen como castillos de naipes ante un soplido de promotoras y constructoras, o lo que es peor, del propio gobierno y sus decisiones, que pasan por encima de todo planeamiento previo. Vaya ejemplo para el segundo escalón de la administración, demasiado aficionada también a las modificaciones del planeamiento y a la recalificación, no siempre justificable.
Promotores y constructores que están a lo suyo, haciendo negocio, han tomado la iniciativa. Los equipos técnicos se frotan las manos cada vez que se promueven nuevos proyectos o modificaciones.
La compra de terrenos rústicos por parte de grupos de iniciados que han ido aprendiendo el oficio a base de años y de errores ajenos, es una constante y su relación con el mundo de la política, habitual. Esos terrenos son recalificados con la excusa de la necesidad de dotaciones en los pueblos y sobre todo de la hinchadísima y manida necesidad de vivienda. Así se convierten en urbanos, y VPO, LT o VL nos acosan… Vivienda e inversión… en alza también. ¡Pero en qué momento ha estallado el caso Guenduláin!… El Ayuntamiento de la Cendea en que se ubica debía resolver la adjudicación del concurso de nuevo plan municipal. Cuando teóricamente está casi todo en suspenso, ha explotado la chispa que flotaba en el aire. En apariencia ha sorprendido a todos, tal vez sus cálculos en los previos a la redacción del nuevo plan se dirigían en otra dirección.
Realmente, los políticos que han aparecido en la prensa a propósito de la venta de los terrenos del Condado de Guenduláin, han aportado poca claridad a la situación. La confusión reina y el oscurantismo gobierna…
Los procesos oscuros, el deterioro paisajístico, el despilfarro en dotaciones y servicios, las urbanizaciones abigarradas de bordillos y adoquines de colores inadecuados e innecesarios y, lo que es más grave, la cantidad de VPO vacías o alquiladas son una realidad en nuestro derredor.
Qué duda cabe, la vivienda es una poderosa cantera de votos, explotada de izquierda a derecha, de centro a independientes (?). Todos hablamos de sostenibilidad y respeto al medio, pero los modelos urbanísticos trasnochados, parecen seguir vigentes. De los concursos de ideas (Sarriguren, etcétera) se escogen los modelos menos imaginativos y se desechan aquellos que podrían aportar un mayor respeto al paisaje.
Los núcleos más o menos cercanos a la ciudad y la propia Pamplona sumaban unas previsiones de más de treinta mil viviendas para los próximos años. El modelo de ciudad discontinua y más o menos horizontal está ya de capa caída, por derrochador e insostenible.
No parece adecuado que el gobierno tenga que pilotar una operación de este tipo. ¿La Asociación de Promotores y Constructores puede forzar el planeamiento urbanístico? El concurso público sigue abierto, la loable intención de abaratar el precio del suelo se diluye conforme pasa el tiempo.
Hasta ahora se han venido pagando cifras astronómicas por terrenos urbanos en toda la cuenca, tanto que los propios ayuntamientos han especulado para rellenar sus exhaustas arcas, cayendo en el problema que ahora se pretende atajar.
Por cierto, ¿quién autorizó en los años ochenta la destrucción de los edificios que componían el encantador casco urbano de Guenduláin? Supuso la eliminación de cualquier rastro de su existencia. La tala indiscriminada de árboles y la transformación en coto redondo de lo que fue un pueblo más de la cendea, fue favorecida por un ente público que se inhibió con total desinterés y que curiosamente ahora parece olvidar su desidia. Las casas no cayeron como consecuencia de la mina de Potasas, sino víctimas de las excavadoras.
Del bucólico residuo de aquel lugar, solamente resisten estructuras del antiguo palacio e iglesia, en los que recientemente se han realizado trabajos de limpieza, desescombro y apeo, gracias a una subvención de unos treinta mil euros concedida graciosamente a sus propietarios incapaces de mantener, los pobres, su noble solar. En ese momento ya no era posible más abandono, saqueo y vandalismo. El Departamento de Patrimonio de nuestra foralidad se anticipó a la operación veraniega con singular presteza. Todo vale en el Reyno de Navarra.
Mientras, en la Cendea de Cizur, los incondicionales de la AICC y Erreniega, sacudidos también por este asunto de Guenduláin, entre exabruptos en la prensa y airadas pancartas, disfrutan de ciertas facilidades: se permite el empadronamiento preventivo de personas (con vistas a la mejora de las puntuaciones en la concesión de VPO) en despoblados y ruinas. Seguramente, entre los muros de palacio, habrá algún fantasma a la espera de su vivienda protegida… Bromas aparte, esto da idea de que la concesión de viviendas protegidas sigue dando lugar a bastantes irregularidades en nuestro ayuntamiento.
Parece poco probable que la actual ciudad de Pamplona puede absorber un nuevo núcleo de 15.000 viviendas (primera estimación que siempre termina creciendo), en un lugar que dista más de ocho kilómetros del centro y cuyos costes de infraestructuras y dotaciones serían muy elevados en opinión de expertos en la materia.
El modelo de Mendillorri, paradigma urbanístico no superado de momento en la comarca, siempre denostado por la envidiosa derecha política, podría haber sido en Guenduláin, en un futuro no muy lejano, una buena inversión de dinero público y otra actuación ejemplar.
Pero antes, parece necesario arbitrar soluciones de gran calado al área urbana multimunicipal de Pamplona, mediante uniones sin privilegio y conexiones urbanas entre sus núcleos: Barañáin, Burlada, Ansoáih, la falsa ecociudad, etcétera. Suma y sigue.
En los pueblos vecinos al condado de Guenduláin, tocados ya por la mano depredadora del paisaje, autovía incluida, no se ven demasiadas reacciones de asombro o contrariedad… Machaconamente, resuena la canción de siempre, que poco tiene que ver con la languidez de Julio y mucho con el metálico sonido del dinero.