Por lo menos desde los años 90, si no es que desde antes, una preocupación importante y muy pública en Estados Unidos (y en Europa occidental en menor medida) es el prospecto de que Corea del Norte siga siendo, e Irán se vuelva, una potencia nuclear.
El único debate serio al interior del gobierno estadunidense ha ocurrido en torno las tácticas para lograr el objetivo de despojar a ambos países de cualquier potencial de ser potencias nucleares establecidas. Los de línea dura arguyen que ambos regímenes ocultan sus verdaderos motivos, y siempre los han escondido, y que plenamente intentan lograr el objetivo de volverse potencias nucleares establecidas. Por tanto, este grupo ha promovido siempre la utilización, más temprano que tarde, de acciones duras contra los regímenes en cuestión; de ser necesarias, acciones militares.
Sus oponentes internos han argumentado en favor de un enfoque más diplomático. Enfatizan la necesidad de hacer que otras potencias importantes concuerden con las presiones estadunidenses. Al final, esto ha significado intentar que China y Rusia accedan a sus jugadas diplomáticas. Este grupo siempre ha dicho que, si esto fallara, no descartarían, como último recurso, la utilización del poder militar.
Durante 20 años, el campo diplomático ha sido capaz de contener a quienes mantienen la línea dura, aun durante la presidencia de George W. Bush. Esto es así por varias razones. Las otras potencias –por un lado los aliados cercanos de Estados Unidos (Europa occidental y en menor medida Japón) y por otro lado Rusia y China– arrastran los pies al considerar el uso de la fuerza militar. Lo mismo la mayoría de las fuerzas armadas estadunidenses. La única voz no estadunidense que no mengua en su empuje en favor de la opción militar ha sido Israel (para el caso de Irán).
Lo que puede decirse tras 20 años de táctica diplomática es que no ha sido lo suficientemente notable en sus logros de conseguir que Corea del Norte o Irán accedan a lo que Estados Unidos ha estado exigiendo. Los de la línea dura no dejan de remarcar esto.
Tengo una fantasía. Juguemos lo que los científicos llaman un experimento mental. Supongamos que Estados Unidos acaba de soltar el punto, y no hace ningún otro intento por impedir que Corea del Norte o Irán se conviertan en una potencia nuclear establecida. Supongamos que Estados Unidos le deja claro a otras potencias –aliados cercanos o no– que no se coludirán con ellas en alguna acción militar ni tolerarán que se involucren en alguna. Esto, por supuesto, implica primordialmente a Israel. ¿Qué pasaría entonces?
Para responder eso, debemos analizar las consecuencias predichas hasta ahora, por quienes insisten en que Corea del Norte e Irán renuncien al poder nuclear. Hay un número de diferentes escenarios en el tapete. (1) Estos dos países amenazarían e intimidarían a sus vecinos con tales armas. De hecho podrían utilizarlas. (2) Estos países podrían vender su tecnología a otros países. Peor aun, podrían venderla a actores no estatales (por ejemplo a Al Qaeda). (3) Si estos países se volvieran potencias nucleares establecidas, otros países buscarían seguir el ejemplo. (4) Mientras más países tengan armamento nuclear, es más probable que puedan ocurrir accidentes. (5) Mientras más países tengan armamento nuclear, es menos probable que haya una reducción a escala mundial de la actual cúmulo de armas nucleares.
Ninguna de estas supuestas consecuencias aguanta muy bien el escrutinio cercano. Corea del Norte ha estado amenazando a Corea del Sur durante unos 50 años. ¿Por qué suponer que habrá una diferencia real por el solo hecho de contar con una o dos armas nucleares? Los únicos países a los que Irán ha amenazado alguna vez son Irak e Israel. En el caso de Irak, ¿sería en verdad plausible un ataque sobre un Irak dominado políticamente por políticos chiítas? Y en cuanto a Israel, ¿por qué habría Irán de bombardear Israel y barrer a incontables millones de palestinos, sabiendo muy bien que Israel tomará represalias y barrerá a millones de iraníes? Temer alguno de estos escenarios es suponer que los liderazgos presentes y futuros de estos países son totalmente irracionales. Nada de lo que han hecho en el pasado confiere alguna credibilidad a este tipo de suposiciones.
¿Acaso estos países le venderían bombas y tecnología a otros países, y, lo que es peor, a actores no estatales? Bueno, veamos. Corea del Norte ha hecho algo por el estilo. También Pakistán. Igual varios actores en Europa occidental y en Estados Unidos. Pero si acaso, me parece más estricto el control estatal sobre acciones de ese tipo en Corea del Norte e Irán que en casi todo el resto de potencias nucleares del mundo.
¿Habría otros países que siguieran el ejemplo? Por supuesto. Ya se preparan para hacerlo llegado el caso. ¿Acaso piensa seriamente Estados Unidos que puede aferrarse a un cuasi monopolio de armamento nuclear? Históricamente le fue imposible frenar a Rusia, a Francia, a China, a Israel, a India y Pakistán en su adquisición de capacidad nuclear. ¿Qué nos hace suponer que le irá mejor con Japón, Corea del Sur, Taiwán, Irak, Egipto, Turquía, Sudáfrica, Suecia, Italia, España, Brasil, Argentina o Canadá? La mera cuestión indica el absurdo de la expectativa. En 20 años todos tendrán armas nucleares.
¿Pueden ocurrir accidentes? Por supuesto. Esto es ya una enorme posibilidad. Debe temerse que ocurran accidentes de verdad o provocados por militares actuando sin autorización –en todas partes, empezando por Estados Unidos.
¿Bajará el ritmo de la reducción de armas nucleares entre aquellos que ya cuentan con ellas? No ha habido mucho progreso en estas líneas hasta ahora. Si acaso, una mayor proliferación podrían acelerar el desarme.
Como dije, esto es una fantasía. La posibilidad política de que Estados Unidos simplemente se encoja de hombros sobre esta cuestión es cero. ¿Por qué están todos tan agitados? Por una simple razón: la adquisición de armas nucleares por cualquiera cambia el balance geopolítico. Es por eso que todos quieren armas nucleares. Es por eso que nadie quiere que cualquier otro las tenga. Así, quienes las tienen amenazan a aquellos que no. Si estamos preocupados por los accidentes, deberíamos mirar, primero que nada, a todos los países que actualmente tienen armas nucleares.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein