La rueda de la política

La rueda de la política cuando no gira se atranca
Aristóteles

La primera definición que sepamos de política nos la daría Aristóteles el Estagirita, y estuvo vigente en Atenas hacia el siglo IV antes de nuestra era. El término «politicos» implicaba simplemente al ciudadano de la «polis» o ciudad, integrándolo en el proceso de crear un grupo de opinión para la toma de decisiones. Las diferencias entre los diversos tipos de gobierno nos las facilitó ya entonces el sabio macedonio y han influido en la sociedad occidental durante siglos.

Según una de las visiones de Platón en su «República» los mejor dotados para hacer girar la rueda de los asuntos comunes debieran ser los filósofos, pero un simple análisis sarcástico de cómo funciona hoy en día, según Guy Mollet, será «el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, a fín de proteger a los unos de los odios de los otros» sin darles la más mínima oportunidad a que piensen por sí mismos; lo que matizaría el talento de Peter Ustinov observando que «funciona mejor la vida en común en los enjambres de abejas, hormigas pero sobre todo con avispas que entre los humanos quienes son recalcitrantes a seguir el instinto de su propia supervivencia»; bastaría considerar el calentamiento de nuestro planeta.

Ya Napoleón Bonaparte mantuvo que «la mejor política es hacer creer a las multitudes que son libres». Pero hay quienes se refocilan recogiendo imágenes generalizadoras de género o dichos probatorios de que no se cumplen las promesas de aquel famoso adagio de Voltaire: «Desconfía de la política que es el arte de saber mentir a propósito sin que se enteren los de abajo» quienes, no obstante suelen regirse por el adagio popular de «piensa mal de ellos y acertarás»,

A pesar de todo la rueda seguirá dando vueltas, sin que se haya encontrado un sistema totalmente seguro, porque es un asunto en que los ciudadanos deberían tomar parte aunque sólo a una minoría les gusta responsabilizarse, «para que no termine como siempre en un juego sucio de compromisos» nos amonestó Pío Baroja. Otros lo toman más en guasa, como lo anotaba George Clamenceau, eximio demócrata, según el cual los entierros multitudinarios de algunos políticos se explicarían para «cerciorarse de que se encuentran en verdad bajo tierra». Ahora, bajo la amenaza de los violentos, se vislumbra como si la rueda de la política fuera a reventar como un explosivo si no se manejara con sumo cuidado para que no explote, aunque los cambios reales habrá de hacerlos la actitud de las personas en relación al futuro de las nuevas generaciones.

HECHOS Y DICHOS

Sólo me fío de las estadísticas que haya manipulado yo mismo Winston Churchil

AFORISMO CHINO

Es más propio de un caballero desenvainar las palabras en lugar de los puños