HACE unos meses, la Comisión de Energía y Recursos Naturales del Senado de EEUU, en una sesión extraordinaria, se hizo eco del informe de expertos sobre el futuro de la energía donde se concluía que Estados Unidos se encontraba ante el grave peligro de sufrir una crisis permanente de petróleo. Algunos de los senadores aparentaron sentirse muy sorprendidos y estupefactos.
¿En qué planeta habrían estado viviendo estos senadores? ¿A qué habrían destinado los fondos que disponen para estar debidamente informados sobre los problemas más graves que acechan al país? Lo que es seguro es que estos recursos no se dirigieron a preparar el futuro sostenible como lo haría la gente responsable. Si habláramos de Euskadi, tendríamos que decir comentarios aún peores. Si se dedica un tiempo a pensar el porqué estos temas no se discuten, ni se plantean en Euskadi, habremos avanzado un poco en la lógica de lo que representan los intereses creados y me sentiré satisfecho.
En EEUU, al menos, se discute sobre estos temas. En Euskadi, ni preocupan. No tendremos a Bush pero no sé si aquí estaremos peor y, además, con eso de que aquí todo el mundo es bueno, por no existir, no existe ni espacio, ni lugar para la autocrítica.
Es más, al que critica se le condena al ostracismo o se actúa como antiguamente se hacía con los mensajeros de las malas noticias. De todo modos, intentarlo hasta puede ser divertido, y me figuro que también aquí nos encontraríamos con figuras como la del que fuera senador saliente del bando de los republicanos Pete Domenici, de Nuevo México, que contestó estupefacto a los expertos: «lo que nos habéis dicho hoy es absolutamente terrible para nuestro futuro». «¿Será demasiado pronto para entregar el premio al mayor tonto del culo de este año?», comentaron algunos periodistas.
Quizás el mensaje más valioso que recibió el comité del Senado provino del Dr. Flynt Leverett, de la fundación New America: «No hay un escenario económicamente plausible para una reducción estratégicamente significativa en la dependencia de Estados Unidos y sus aliados en los hidrocarburos importados durante el próximo cuarto de siglo», afirmó.
Así son las cosas para los norteamericanos y, sin apenas diferencia, lo serán también para los vascos. Más vale que dejemos de engañarnos y de tener una fe ciega en lo que ya nunca podrá volver a suceder.
También más vale que dejemos de creer en espejismos, de pensar que los combustibles alternativos como el etanol, el biodiesel, el CTL o el hidrógeno nos van a permitir seguir utilizando los coches como hasta ahora. Tenemos que hacer grandes cambios en nuestro hábitos de vida.
Y los tenemos que hacer ya porque cada vez tenemos menos tiempo que perder. La lista de tareas que tenemos por hacer es larguísima. Si malgastamos el tiempo retrasando la toma de decisiones sostenibles que desde hace tiempo urgen, como la aplicación de la fiscalidad sostenible o la construcción de una red de ferrocarriles que una a todas las comarcas de Euskal Herria, es seguro que perderemos las cosas que más amamos y/o valoramos. La lucha contra el cambio climático es nuestro principal reto. Todos sabemos que hemos de morir. El problema es como evitar que lo hagamos todos a la vez.