A través de este comentario quiero manifestar mi adhesión a la campaña que se realiza durante la presente semana (del 4 al 10 de septiembre) en Catalunya con el título de «Jo també vull un Estat propi». Desde aquí expreso tanto mi ambición de que Euskal Herria constituya su propio Estado, Navarra, como el deseo de que Catalunya, los Países Catalanes, consigan lo mismo para su sociedad. La campaña propone titular así todos los artículos que escriban durante la misma las personas que quieran efectivamente que Catalunya tenga su propio Estado.
Cuando países como los nuestros han sido conquistados y los estados dominantes se erigen en sus «administradores», en ambos casos España y Francia, y se han dedicado sistemáticamente a borrar sus respectivas señas de identidad (patrimonio inmaterial) y a detraer sus recursos (humanos, financieros etc.), poco se puede esperar de ellos en cualquier aspecto relacionado con nuestros intereses en la aceleradamente cambiante situación del mundo.
Como las razones generales: lingüísticas, culturales, de cohesión social ante las inmigraciones masivas que se han producido y siguen imparables, las políticas de telecomunicaciones y otras muchas, son semejantes en ambos países, voy a aportar algunas especificidades propias por las que Vasconia necesita, si quiere sobrevivir dignamente en el mundo actual, de su propio Estado:
1.- Un desarrollo centrado y equilibrado no puede estar vinculado a los territorios a los que la estrategia de la dominación ha sometido al País Vasco. Una ordenación del territorio eficaz y eficiente tiene que contemplar nuestra nación en su globalidad. Planteando la necesidad de un puerto y un aeropuerto de primer orden para cada provincia o territorio sólo se consigue la desunión y desvertebración humana y territorial. Esto necesita afrontarse y debatirse desde el Estado propio como algo que afecta al conjunto nacional.
2.- Los gravísimos problemas por los que transita nuestro sector pesquero, sometido a los intereses de dos administraciones contrapuestas entre sí y a las que, evidentemente, los intereses del sector vasco les resultan insignificantes, requieren una política estatal propia.
3.- La política del agua supeditada en la vertiente ibérica de Vasconia a los intereses españoles en el sector, a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro, queda al albur del irracional uso de la misma que determinadas áreas del mismo manifiestan con descaro (campos de golf, urbanizaciones de unifamiliares etc. frente a carencias flagrantes en suministros urbanos con fines domésticos y sanitarios). Su gestión desde el Estado propio y la negociación «entre iguales», de Estado a Estado, se percibe como la única solución viable que no suponga nuestra expolio.
4.- La gestión del transporte, tanto de personas como de mercancías, debe someterse a un cambio de paradigma radical en todo el mundo («desarrollado», sobre todo). Dada la complejidad geográfica de Euskal Herria y para posibilitar un cambio a escala humana, centrado, eficaz y ahorrador de energía, la mejor y, probablemente única, solución es el Estado propio.
¿Para qué seguir?
Simplemente somos adultos, somos maduros, necesitamos la independencia y la queremos ya. Y eso en el mundo actual sólo tiene un nombre: el Estado propio.