Euskal Herria, en verano se convierte para vergüenza propia y ante la humanidad en escenario del más repugnante, por salvaje, espectáculo que pueda tolerar y contemplar el ser humano en el siglo XXI: la tortura, mutilación y matanza pública de toros.
El ciclo de exterminio es prácticamente continuo. La masacre, acabado San Fermín en Iruñea, sigue en Tutera, para las fiestas de Santiago y Santa Ana, prosigue en Azpeitia por San Ignacio con tres días de sangre y culmina en un mismo mes, agosto. Empezando por Baiona con cuatro corridas, casi a la vez Gasteiz con cinco, luego ocho en Donostia, finaliza en Bilbao como capital de la brutalidad, con nueve, y remata de nuevo Baiona con tres en los primeros días de setiembre. En realidad se puede hablar de un Euskoruedo de la muerte donde en 30 días se realizan 29 aniquilamientos, es decir, 174 toros asesinados. Además, todos los de Ermua, Laudio, Sopuerta, Ordizia, Eibar, Karrantza, Tolosa, Urduña y en las de plazas portátiles de Amurrio, Balmaseda, Bergara, Deba, Dima, Orozco. ¡Excelente escaparate para presentarse ante el mundo como una nación que quiere ser independiente e imita lo más denigrante de España! Así se divierte el pueblo vasco en sus fiestas. Euskal Herria Patrimonio de la Bestialidad. La UNESCO debería tomar nota y regalar otra denominación para la lista mundial de salvajadas.
En Catalunya, país europeo que en muchísimas cosas, entre ellas civilización y cultura, nos sirve de referencia, este terrorismo con los animales se está acabando, y sólo se sostiene todavía para turistas depravados y las gentes más desarraigadas que habitan en Barcelona. Así, el 6 de abril de 2004 su Ajuntament en pleno por amplia mayoría se declaró «ciudad libre de toros» de acuerdo a la voluntad del 73 % de la población catalana partidaria de suprimir las corridas. Su legislación autonómica contempla que «los animales están dotados de sensibilidad psíquica y física» y es una incoherencia admitir su matanza amparados en un folklore popular ya superado. Posteriormente, el 24 de noviembre, ERC presentó en el Parlament una propuesta para modificar la Ley de Protección de los Animales, actualmente vigente, con la finalidad de prohibir la tortura y muerte de toros en cualquier tipo de espectáculo. No puede existir una sociedad culturalmente avanzada si sus ciudadanos ignoran y banalizan el sufrimiento de los animales convirtiéndolo en una diversión. Algo similar ocurre con la crueldad de los circos que suelen coincidir en el tiempo.
Cómplices
¿Que ocurre en Euskal Herria? ¿Por qué se autorizan estos demenciales escarnios en contra de las más elementales leyes naturales? En estos asesinatos públicos existen demasiados cómplices que es preciso desenmascarar y denunciar.
El Centro de Atracción y Turismo (CAT) en Donostia, y Bilbao Turísmo (BT) en la villa, son unos de los principales instigadores, lo que denota la paupérrima calidad sensitiva de su dirección: En Bilbao esta entidad programa con carácter preferente, incluso fuera de Euskal Herria, recorridos guiados a un Museo Taurino y la plaza de toros como una visita imprescindible.
Las bandas municipales de música deben ser liberadas de prestar su colaboración para sonorizar las muertes de animales; es incomprensible aceptar que la formación de un músico sea compatible con la bestialidad. En última instancia sus integrantes deberían, por conciencia, abstenerse de acudir, y para amenizar el exterminio que pongan un disco. En Donostia su director fue elogiado por la prensa fascista por interpretar «España Cañi» y «Suspiros de España» con el entusiasmo de los asistentes, algunos se supone vascos.
El Hotel Ercilla de Bilbao, además de ser el foco del españolismo más reaccionario de Euskal Herria, es el lugar donde se fundó y se reunía el GAL. El incauto viajero que penetre por su hortera vestíbulo repleto de anuncios de matanzas perderá toda noción de estar en una ciudad vasca. Sólo fomenta tertulias de toros para una ciudadanía aborregada y apijotada que al parecer culmina con ello sus inquietudes cívicas. Desgraciadamente han surgido demasiados imitadores que también organizan estas reuniones ambientando el recinto con casetas, cabezas de toros, actuaciones de bailaoras, música y degustaciones; en cambio jamás facilitan un debate por algún problema social importante para la ciudad, y apenas disimulan su odio y desprecio al euskara como los hoteles Lopéz de Haro, Indautxu, Sheraton, Dominé o el Asador Guetaria (así, mal escrito) de Bilbao, que promueve un premio Elcano para galardonar la mayor bestialidad cometida en los nueve días de exterminio ensuciando la memoria del ilustre marino vasco. Asimismo, debe acusarse a todos los establecimientos que colaboran poniendo carteles de la tragedia. Una indecente imposición de españolismo asimilada por la tibieza del PNV.
Es preciso reprochar y recordar ciertas empresas como el Grupo Faustino, de vinos de Rioja, por las matanzas de Bilbao, y la peña El Albero de Ordizia, por las de Donostia; entregan al matarife que haya sido más cruel su peso en vino y queso de Idiazabal respectivamente. Arabarte de Villabuena patrocina los coloquios sobre estas salvajadas. Es inadmisible y los consejos reguladores de estas marcas deberían prohibir la manipulación de tan nobles y acreditados productos para un fin tan bastardo como criminal, y socialmente debemos boicotearlos. A estos actos suelen acudir los políticos más feroces de los respectivos territorios. Toda esta barbarie tendría poco arraigo si los medios de comunicación, especialmente las televisiones, no hiciesen apología de este terrorismo: Bilbovisión, Telebilbao y especialmente ETB, el gran desastre nacional, que no tiene criterio ético alguno y financia con dinero público estas masacres. Esto es más que telebasura, teleasesinato.
El alcalde de Bilbao, ante la petición acompañada de miles de firmas de la Asociación para el Trato Ético de los Animales (ATEA), se manifestó como un decidido defensor de los aniquilamientos diciendo que las corridas son «otra cosa» y apeló a su condición de presidente de la Junta Administrativa de la Plaza, copropietaria junto con la Casa de Misericordia. Denigrante modo de recaudar dinero que descalifica a esta institución. ¿Aceptarían una parte el botín de un atraco o del beneficio de las drogas para que sus autores redimieran su conciencia? Quizá deberían recordar el hermoso gesto de las monjas de Menegarai, en la Cuadrilla de Aiara, en Araba, que rechazaron el sangrante y vil dinero que un impresentable diputado de Cultura, del PP, pretendía entregarles, obtenido en una corrida, ignominiosamente, llamada benéfica.
Ética, lehendakari y políticos
¿Y los otros políticos vascos qué? Todos los días en los toros. El acto, sin duda, reconocido por toda la humanidad, más genuinamente español. El pasado año hubo elecciones y se constituyo un nuevo parlamento y un gobierno tripartito vasco. ¿Son todos, incluida la oposición, toreros, ya que no se han oído jamás voces discrepantes sobre estas matanzas? El gobierno vascongado tiene la denigrante costumbre de que su única aparición pública en las fiestas de las capitales de sus territorios sea en la sangría torera de Bilbao. Todo proviene del nefasto período, en tantísimos aspectos, de las legislaturas de Ardanza con Rosa Diez como desdichada consejera en el palco gozando y aplaudiendo decenas de muertes de toros, que sentó un desgraciado precedente. Recordemos que se empezó pésimamente. El primer acto público de la nueva presidenta del Parlamento, Izaskun Bilbao, el pasado año fue acudir nada menos que a la bestial y absurda matanza conmemoración del irrelevante 705 aniversario de la Carta Puebla de Bilbao. Y con motivo del 25 aniversario de Legebiltzarra dijo «Hoy todos sabemos que ningún tipo de violencia tiene sentido y que debe desaparecer de nuestras vidas». En Deia entresacaban otra frase suya «Soy una persona bastante humana». Posteriormente ha persistido en el gusto. Mayor contradicción y cinismo no es posible. Por lo visto trata de emular a su antecesor Juan Mª Atutxa, otro fanático de la brutalidad. Es también particular y éticamente repugnante la continua asistencia de la Sra. Belén Greaves, que ocupa el cargo de diputada de Cultura, no solamente insensible, sino complaciente, al estado de permanente barbarie contra el patrimonio monumental de Bizkaia, y que en invierno se pasea con un abrigo de pieles en su, al parecer, única función, los actos protocolarios.
El máximo dirigente de una nación, elegido democráticamente, debe ser una persona ejemplarizante que en todos sus actos, sobre todo los públicos, transmita una realidad y también una imagen, además de la personal, de lo que es o quiere ser ese país. Es por lo tanto criticable cualquier actitud que ponga en entredicho la idiosincrasia y cultura del pueblo al que representa ante la opinión pública, tanto propia como en el exterior. La macabra situación vista con inusitada frecuencia en el franquismo con el criminal dictador español Franco entre toreros, tiene unas peyorativas connotaciones políticas dadas su semejanza ritual y gráfica, de las que conviene prescindir.
Lehendakari Ibarretxe, no persista y se convierta en el único mandatario de un país, casi libre y civilizado en el mundo, aparte de España donde su gobierno y su rey con la prole acuden a tan sanguinarios actos disfrutando con la muerte de indefensos animales. Previamente, para ambientarse celebran una comida en la misma plaza. No podemos presentarnos ante el resto de la humanidad como una nación tan salvaje como la que nos coloniza y oprime globalmente. ¡Qué barbaridad!
Su presencia en un recinto de cutrez moral es especial y deplorablemente significativa, e interpretable como un respaldo a estos recitales de muerte, y obliga, por motivos de protocolo, a que deban asistir el gobierno en pleno, otros cargos forales y municipales, con lo que la pésima imagen se hace extensiva a toda la clase política. Ello incluye a la oposición que, para no perder cartel, cae en la misma bajeza. Es muy preocupante esta concurrencia por su ejemplo imitativo y por su efecto persuasivo, ya que aduladores, especuladores, traficantes y balduretas acudirán para lograr ser vistos o algunas prebendas en medio de tanta plebeyez.
Lehendakari, usted, que ya el año pasado no asistiendo por primera vez dejó en espantoso ridículo a toda la numerosa cuadrilla de políticos fanáticos de la masacre, tiene, y esperemos que mantenga, la potestad en este nuevo período de prescindir de un acto que le compromete muchísimo y no le aporta nada. Era, respetuosamente, patético verle fotografiado en los corrales, comiendo en la plaza y delante de un cartel de toros frente a un micrófono haciendo una declaración institucional que se desacredita totalmente. El pueblo vasco confía en que jamás se repita su participación en estos exterminios de nobles animales. El proyecto político, conocido como Plan Ibarretxe, de «relación amable» con España, alcanza su más alta expresión compartiendo co-soberanía con la Fiesta Nacional. ¡Olé, políticos toreros!