Durante varias décadas el autodenominado navarrismo ha levantado la bandera de la identidad de Navarra (C.F.N.). Sabido es que esta defensa de la identidad no tenía sino una dirección, el ataque a la unidad de Navarra en sentido estricto -Euskal Herria en otras palabras. El pseudo-navarrismo es una corriente político-cultural ligada a quienes apoyaron a la derecha española desde el periodo que precedió a la guerra del 36. Se debe reconocer, no obstante, que su interpretación de la Historia y de lo que sea Navarra (C.F.N.) ha ganado a importantes sectores sociales que se consideran de la izquierda y progresistas, siempre dentro de una perspectiva española. El núcleo del pensamiento pseudo-navarrista es la particularidad que representa para Navarra (C.F.N.) la ley de 16 de Agosto de 1841 -paccionada- como base de su entidad política, ley que marca una singularidad en el marco del Estado español por constituir un pacto que garantiza el autogobierno de la comunidad foral. Se pretende -Jaime Ignacio Del Burgo- que es resultado de la adecuación del sistema político original a las necesidades de los tiempos; necesidades que exigían la articulación de Navarra con España. La columna vertebral de la paccionada era la plena competencia fiscal en materia recaudatoria de impuestos e inversión de los mismos que, en principio, no dejaba a España sino el derecho de cobro de un cupo, a pagar por el organismo recaudatorio navarro -Diputación- en concepto de contribución a la parte proporcional de los gastos del Estado a favor de Navarra, defensa, diplomacia…
En la mitología foral se recoge la Gamazada, reacción unánime de la sociedad navarra y sus instituciones en contra de la pretensión del Gobierno español, en las postrimerías del siglo XIX, de mermar nuestras competencias fiscales. La Gamazada se supone el gesto de suprema rebeldía y algunos -el presidente de la C.F.N. Miguel Sanz- se atreven a agitar su fantasma, no se entiende muy bien contra quién, ya que, en origen, se dirigió contra una tropelía del Gobierno español en su esfuerzo permanente por desmontar la autonomía de Navarra. España, es cierto, ha logrado imponer su criterio paulatinamente; siempre obligando a la C.F.N. a reconocer el derecho de las instituciones españolas a imponer sus puntos de vista en el terreno de lo fiscal y de la administración en general; y el pseudo-navarrismo representa, en este sentido, el factor decisivo, al señalar un enemigo inexistente, que ha quedado fijado en la unidad de todos los vascos -la auténtica Navarra- mientras se ha convertido al verdadero enemigo de los Fueros -España- en el garante y protector de los mismos.
Abundando en lo que digo, basta mencionar que las reclamaciones hechas desde la Comunidad autónoma vasca -antiguos territorios de la Navarra histórica- van en la dirección de reclamar la integridad de nuestra capacidad fiscal originaria, que es ninguneada por el Gobierno y cuestionada permanentemente por la sociedad española. A decir verdad, hoy Germán Gamazo se sentiría satisfecho al constatar que sus pretensiones iniciales han sido rebasadas con creces como resultado del apocamiento de las instituciones navarras, cuando no colaboración «graciosa y voluntaria», en el proceso de desmantelamiento de los residuos forales.
El cuadro que presenta la C.F.N. es lamentable, en la misma proporción que la autocomplacencia de su administración y los sectores sociales que han asumido su discurso de la imprescindible «solidaridad» con España. ¡Llamativa solidaridad ésta que es impuesta al solidario por quien resulta beneficiado por la misma! Desde luego, sin ningún control por parte del primero. En otras partes a esto se le denomina expolio.
Siempre se ha dado por hecho la existencia en nuestra comunidad -C.F.N- de una fuerte sensibilidad con relación al tema de las competencias fiscales; incluso en la época de Franco los ataques abiertos provenientes desde Madrid y medios falangistas daban lugar a manifestaciones populares que contaban con la complicidad, cuando no el apoyo abierto, de las mismas instancias institucionales navarras. Eran, casi, las únicas manifestaciones que el poder político se veía obligado a tolerar. En este sentido, los sectores políticos impulsores del pseudo-navarrismo se han atribuido la defensa a ultranza de estas competencias, patrimonio irrenunciable frente a las apetencias centralistas del Estado español, pero también rasgo singular del ordenamiento jurídico navarro que no podía perderse en el maremagnum de un Estatuto extraño, como pretendían los partidarios de la Unión con las Vascongadas. Alguien tan caracterizado al respecto como Jaime Ignacio Del Burgo ha defendido la peculiaridad de estas competencias, derivadas en definitiva de la ley de 1841 -paccionada- incluso en sus trabajos de investigación, por lo que se supone que los autodenominados navarristas no tolerarían a quien cuestionase tales prerrogativas. El mismo Aznar declaró, siendo todavía presidente del Gobierno español, que quien atacase a Navarra -a sus prerrogativas se entiende- se encontraría de frente con él mismo.
Lo que resultaba impensable en tiempos de Franco, porque el ínclito don Amadeo Marco lo hubiera desbaratado con su proverbial contundencia, ni ha parecido posible hasta ahora, por fin ha tenido lugar. En la misma Pamplona, junto al monumento de los Fueros, elevado por Navarra en conmemoración de la Gamazada, se ha celebrado una manifestación en contra de las prerrogativas fiscales de Navarra. Carece de relieve la escasez de sus participantes y su procedencia mayoritaria. La tiene, y toda, la actitud de los dirigentes pseudo-navarristas. Primeramente ha de destacarse que los organizadores del acto representan a nivel del Estado español los aliados más caracterizados de este sector que se proclama defensor de la identidad navarra; en segundo lugar es llamativa la condescendencia con la han acogido estos últimos a quienes hacían un ataque tan virulento a nuestros derechos históricos ¿Acaso hay algún estado o colectividad que tenga derechos sin Historia?
Pero lo más grave de todo es la misma participación de caracterizados individuos pseudo-navarristas en el acto contra los Fueros de Navarra. No voy a afirmar que este grupo se haya quitado la careta. Es posible que muchos se empeñen en no ver la realidad; pero a la vista de los hechos me pregunto: ¿qué factor predomina en los seguidores del pseudo-navarrismo, si la estulticia, el apocamiento o intereses inconfesables? No digo que los tres simultáneamente, aunque sí una combinación de dos de ellos.