El tempranero amanecer y sobre todo el bullicio y los estruendosos petardos de las favelas que trepan tras el hotel, acabaron por desvelarnos. Nos quedaba un mal regusto del sarao nocturno… Pues no, señor, yo no subo al «tablao», por muy espectacular que sea la mulata. Concitaron a uruguayos, gringos, argentinos, japoneses… Mira que nos habíamos identificado como vascos… Los focos nos cegaban mientras el animador vociferaba: «Tenemos aquí… unos amigos españoles», y sonaba el imponderable pasodoble de rigor… Ésos no somos nosotros.
La mulata nos alargaba la mano para conducirnos al escenario. «Lo siento». Y la preciosa morena se «jaló» unos ojos de luna perdida y subió al loco desenfreno de ritmos, patosos giris, maestros samberos y tangas deslumbrantes de lentejuelas. 7 de Julio. El canal internacional nos hiela la sangre. De nuevo la insania humana; ahora se ceba en Londres. Copacabana amanecía muy triste. Un diluvio gris tan sólo interrumpido por los últimos goterones de la tromba caída sobre la noche de río. En el comedor el comentario era unánime… ¡Esos árabes criminales! Ahí acababa el discurso de esos burguesitos privilegiados, como yo, que podemos hacer turismo, cuya ética no encuentra problemas para discernir el bien del mal…
Muy otro el comentario de los currelas brasileros: la guía, el chófer, el mozo de maletas, el camarero que me sirve la caipirhina… Es la venganza de los árabes.
7 de Julio. Los del G8 y sus satélites pontifican por la tele: Blair, ataque a la civilización». Cínico gentelment, para quien la destrucción del museo de Bagdad o los miles de iraquíes rotos por las bombas de racimo, no pasaron de ser daños colaterales.
7 de Julio. El payaso de la casa blanca, con ese patético rictus de pistolero, vomita estupideces; Schroeder, gris tecnócrata, Berlusconi, Il cavallieri de la mafia, Chirac, fantasma de la grandeur, espectro de la insolidaridad, Fox, corrupto encubridor de mujeres y niñas asesinadas, Lagos, aprendiz del stablishment, Putin, el diabólico inmutable…Y nuestro ínclito Zapatero, sociata de salón…
Todos hablan, despachan insípidamente las rituales y estúpidas soflamas antiterroristas. Ellos, tan insensibles ante el hambre, los genocidios, la miseria…
Visitábamos Maracaná. Me decía la guía brasilera: habría que hacer una conferencia de paz mundial. Encerrar a todos los políticos, banquero y multinacionales en el estadio. No habrían de salir hasta que desaparecieran las guerras, y los invasores se fueran a sus pueblos o se comieran entre ellos. Totalmente de acuerdo; le dije. Pero vendrían otros. Simplemente me respondió: ?bueno… pero lo habríamos intentado?.
Miseria, belleza, música, en una mezcla inconfundible. Mulatas bellísimas, cuerpos esbeltos. Mulatas de cuerpos gastados por la pobreza, los hijos, el hambre. Pies perfectos de altos tacones brillantes. Pies sucios, chanclas con barro de sus tristes andadas en busca del diario sustento.
¿Dónde está el corazón de los grandes explotadores de la tierra?
7 de Julio, Al Qaeda, las favelas, el hambre…