“Hay que sembrar el terror… hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros” (General Mola, 19-7-1936)
CASCANTE
Desde 1901, Cascante es uno de los Pueblos donde la Reforma Agraria adquiere especial importancia, con la repartición de los Montes de Cierzo y Argenzon. La colocación de mojones no fue sencilla y los pleitos continuos con los detentadores de la tierra serán la constante. Con la llegada de la Republica, el reparto del comunal y el usufructo de las corralizas se convierten en las reivindicaciones centrales de los más desfavorecidos contra duques, barones y grandes familias propietarias.
Escuelas nuevas, obras de la carretera y el reparto del comunal serán los lemas centrales de las manifestaciones populares en 1936, y sumado a ello los primeros gritos de ¡Viva el fascio!, la detención de jóvenes carlistas que venían armados después de un mitin en Estella, o los sermones del párroco, para arengar al enfrentamiento civil y armado, nos dan una breve muestra del ambiente social de Cascante a las puertas del Golpe Militar.
En este, tenso ambiente, y pasadas dos semanas de una huelga agraria, llega el golpe militar. A las 9 de la noche del domingo 19 de julio, un grupo de personas armadas rodean el bar “La Sierra”, donde se juntaban las izquierdas. Antonio Guardia se percata que van a disparar e intenta defenderse con una navaja, en el intento hiere a Martin Jiménez, jefe de requetés, según documento escrito.
En aquel preciso instante las armas del golpe militar, sonaron en Cascante y ya no pararán, primero morirá Salustiano Eguizabal, a su lado caerá Antonio Guardia, será herido Martin Guardia, hermano de Antonio, y morirá posteriormente. Antonia Pérez, madre de Antonio y Martin Guardia, apareció en la Plaza, con Antonio muerto y tendido en el suelo, y Martin camino del Hospital, le hacen correr por la Plaza, brazo en lato y gritando “Viva España”.
Aquella noche muchos cascantinos se esconden o huyen hacia la Sierra del Moncayo. Sergio Jiménez, labrador de 25 años, casado y con una hija de tres meses, concejal, vuelve pensando que no le harán nada, es detenido y el 25 de julio lo fusilaran en el Puente de Milagro, tirando luego su cadáver al rio. Su hermano Florencio, es obligado a alistarse en el Frente Nacional, morirá el 17 de junio de 1938.
Las detenciones recorren Cascante. A los que quedan en el Pueblo les obligan a presentarse y les preguntan por los huidos, por quien tiene armas y si están a favor del Golpe Militar. Muchos de los que se presentan son detenidos. En la escuela vieja, son 34 los detenidos. Un día 17 cascantinos son llevados a Tudela, entre ellos esta Luis Cenarro, había sido juez y concejal. El parentesco de Luis Cenarro, con Pérez Salas, comandante de la Guarnición de Tudela, salvará a los cascantinos, aunque más tarde será fusilado Emilio Fernández y Jesús Hernández, “cabrerillo”, será obligado a ir al Frente Nacional y morirá el 8 de diciembre de 1937.
A los pocos días, un nuevo piquete llegara a Cascante a por más detenidos, serán esta vez las mujeres y los hijos de los detenidos, acudiendo en tropel las que impedirán que se los lleven. El 1 de agosto se llevarán a cinco Cascantinos a fusilar a Murillo Las Limas, entre ellos el alcalde republicano, José Romano. El párroco Pablo Eneriz, preguntó que cuantos traían aquel día a fusilar, le dijeron que cinco, y contesto: “Pocos, son pocos…”. A parte de José Romano, serán fusilados Ignacio Lizarbe, “Nigiro”, Isidoro Tabuenca, Honorio Zamora y Estanislao Martínez.
Demetria Aguado, la mujer del alcalde, intento refugiarse con sus hijos en Murchante, no le dejaran y en pleno agosto se tuvo que volver andando a Cascante. Su hijo Luis, será obligado a combatir en el Frente Nacional, y morirá en el Frente en septiembre de 1937.
Se cortará el pelo a Mari Carmen Tabuenca, Josefina Tabuenca, María Planillo, Isabel “La cachona”, Esperanza Martínez, Pilar “la doctora”, Antonia Jiménez, Pilar “la urtubia”, Josefina Jiménez, Práxedes Gomara, Ángela “la pintamoras”, Carmen “la sequilla”, Romero “la minuta”, María “la tudelana”, Josefa “manpurriela, Dolores “temerá” y Rosario “la boira”. Algunas de estas mujeres fueron rapadas en el corral de las vacas y obligadas a subir la cuesta del recorrido del encierro en medio de insultos, burlas y mofas de todo tipo. Acordaros de vuestras madres, hermanas e hijas y pensar que tipo de demencia humana puede llegar a tales escarnios con sus vecinas y luego analizar que esta demencia pervivió 40 años mandando en España y no os olvidéis de aquellos que en bares y tabernas medio en broma, medio en serio, suelen hacer el comentario “con Franco, se vivía mejor”, entonces recordarles cómo sucedieron los hechos y que tipo de torturas de toda índole se cometieron contra las más indefensas, las mujeres e hijas de los republicanos y de izquierdas de nuestros Pueblos Riberos.
El terror era el nombre de la situación que se vivía en Cascante y la violencia sobre las familias de los cascantinos de izquierdas y republicanos era constante y continua, les obligaban a detener a compañeros, a otros los utilizaron de esclavos en los campos de los de derechas y adictos al Golpe Militar, no les daban ni de comer, los llevaron a recoger cosechas, trabajos forzados, arreglando acequias y ríos. Las mujeres vivían pendientes del colchón que sacaban de la cárcel cuando mataban alguno.
En los Pueblos cercanos fueron asesinados Antonio Martínez “el pisco”, Manuel Royo, estos en Fustiñana. Galo Arbiol, apareció en una cuneta en Ablitas. Se sabe que a unos nueve de Tarazona los fusilaron en Urzante, pueblo a mitad de Cascante y Murchante, y que el piquete de asesinos eran de Cascante, mandados por un forastero y se sabe también que despojaron a las víctimas de sus pertenencias y que uno llevo el abrigo de uno de los fusilados bastante tiempo. Hasta el final de la guerra fueron asesinados Tomás Álava “Meco”, José Jiménez “Turara”, Faustino Jiménez, Carmelo Jiménez “Caraiputa”, que fue atado a una furgoneta y arrastrado hasta morir, Feliz Jiménez “Cuchuchi”, aguador y padre de siete hijos, Marino Pérez “el Barbo” y Pablo García.
Según testimonio que aparece en el libro-documento “Navarra, de la esperanza al terror, 1936”, la muerte de José Romano, alcalde de izquierdas y republicano, tuvo por testigo a un cura, José Cenzano, que solía dar misa en Tafalla en Santa María, y atendió su última confesión antes de que lo fusilarán en Murillo Las Limas. Según el cura, le pegaron 14 tiros y ninguno tiraban a matar. Le disparaban en una pierna y mataban a otro, le pegaban en un brazo, y mataban a otro, y cuando chorreaba sangre por todos los lados, el cura habla de cómo nuestro Señor Jesucristo. En aquel momento, José Romano, les pidió a sus asesinos que lo volvieran mirando de cara a la Virgen del Romero de Cascante.
Hace nueve años, el 22 de abril de 2011, dieron inicio en el despoblado de Urzante, a mitad de camino entre Murchante y Cascante, los trabajos de exhumación de restos de fusilados en este término ribero. Según se inventario por la Sociedad de Estudios Aranzadi en el cementerio del despoblado de Urzante se hallaron restos de 17 cuerpos de fusilados republicanos, todos ellos con orificio de entrada en el cráneo, rematados, y parece ser que correspondían a vecinos de Ablitas, Ribaforada y de las localidades aragonesas de Tarazona, El Buste, Vera de Moncayo, Novallas, Vierlas y Los Fayos.
A partir de 1975, muerto Franco, muchas familias riberas se lanzaron a la búsqueda de los cuerpos de sus familiares, y muchos fueron reconocidos por las ropas. De esta forma parece que quedarían todavía desaparecidos vecinos de Cortes, uno de Valtierra, otro de Ablitas, otro de Ribaforada y otro de Tudela, Lucas Gallego, que parece fue fusilado por “El Andarin”, uno de los matones de Tudela y todo apunta, que pudo ser por la Bardena.Las Fosas Riberas más importantes fueron, a parte de la Bardena, el Cementerio de Fustiñana, la Fosa de la Corraliza de Fustiñana, la Fosa de Urzante, el Cementerio de Tudela, el Corral de Valcaldera en Cadreita y el Cementerio de Milagro.
Según aporta Fernando Mikelarena, Profesor Titular del Departamento de Documentación e Historia de la Ciencia de la Universidad de Zaragoza, en un artículo en la Revista de Historia Contemporánea, “Historia nova”, titulado “La intensidad de la política franquista en 1936 en la Ribera Navarra”, está se había situado algo por encima de la registrada en Asturias, Granada y Toledo. Siendo superior a la de la mayoría de las demás Provincias. El Sur de Navarra concentró el 59% de los asesinatos de Navarra. La represión por comarcas o tasa de asesinados por cada mil habitantes, según F. Mikelarena, representan en la Ribera Occidental el 21%, la Ribera Central el 14,38% y la Ribera Tudelana, el 9,95%, de una media navarra del 8,26%.
“Navarra cumplió sobrada y ampliamente todas las condiciones que han impuesto las sucesivas reglamentaciones para el otorgamiento de la más alta y preciada condecoración militar española, exigencias y condiciones superadas por la conducta de sus hijos. Y por ello nada más justo que la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a Navarra, que cierra el ciclo histórico a lo largo del cual su escudo toma forma definitiva, enlazando a través del tiempo las Navas de Tolosa y el 19 de julio. Acontecimientos ambos en los que los navarros, fieles a su constante histórica, acreditaron con su heroísmo y una limpia ejecutoria al servicio de España” (General Salas Larrazabal).
Se pude mentir, cambiar la historia para contar la historia de los vencedores, pero poner el ejemplo de las Navas de Tolosa, como una ejecutoria al servicio de España, es el ejemplo claro del analfabetismo al servicio de España. Sancho VII el Fuerte fue rey navarro, nunca fue rey español, y fue a las Navas de Tolosa, como soberano de un reino de Europa, al igual que lo eran Castilla y Aragón.
CASTEJÓN
Según los datos aportados por la última edición del libro-documento, “Navarra, de la esperanza al terror, 1936”, la suma total de fallecidos como resultado de la acción criminal directa o indirecta del Alzamiento Militar en Navarra tiene la espeluznante cifra de 3.170 personas y una cifra muy aproximada de 4.000 huérfanos. Ninguna contienda militar, ni pandemia, ni desastre natural conocido en esta era de la civilización occidental, ha dejado tantas muertes en Navarra, tantas familias destrozadas, humilladas, represaliadas de por vida y hundidas en la mayor de las miserias que los hechos y consecuencias, producidos por el Golpe Militar Fascista de 1936.
Castejón, como todo el mundo es conocedor, está situado en un nudo ferroviario estratégico y de ahí vendría su importancia geográfica y económica. En el año 1923 pasó a ser Concejo, independiente de Corella del que había sido un barrio, y llegará el mes de enero de 1928 en que quedará constituido como Ayuntamiento navarro. Aquí, da comienzo una fase de dinamización del pueblo, con la construcción de la Casa Consistorial, el Matadero Público y se ponen en marcha cuatro escuelas públicas con capacidad para 400 alumnos, se planifica un plan sanitario que conlleva desde la recogida de basuras hasta la municipalización de los servicios médicos. La Iglesia no fue construida, por no ser de interés mayoritario para los trabajadores castejoneros.
Cuando todo este programa de reconstrucción municipal está en marcha, llegarán las elecciones municipales de 1931, en las que la Candidatura de Izquierdas consigue la mayoría de votos. Su primer alcalde, Valentín Plaza, en la primera reunión pone encima de la mesa los problemas por resolver que todavía quedan pendientes, y entre ellos aparecen: la delimitación del comunal a resolver con Corella, la finalización de las obras del Canal de Lodosa, y la construcción de dos escuelas más, así mismo son revisados los títulos de propiedad, especialmente los referidos a la Condesa de Giraldegui a quien se le dio un plazo de seis días para que los presentara.
En las elecciones de 1936, el Frente Popular conseguirá el 80% de los votos. La vida municipal de Castejón se caracteriza por su laicidad y los eventos sociales se suceden sin Iglesia y sin convento alguno, por el contrario son seis escuelas con las que cuenta. La vida política y cultural se nutre de numerosos mítines, actividad teatral y actos solidarios. Destacan aparte de Fraternidad Obrera de UGT, la Agrupación Socialista e Izquierda Republicana y especialmente el papel de la Asociación cultural y recreativa “La Palmira” como embrión dinamizador de Castejón con biblioteca, teatro, cine, billares y café.
Esta realidad, social, política y cultural no pasará desapercibida para los golpistas y el 19 de julio de 1936, la Guardia Civil ocupó militarmente el pueblo. El día anterior, se había declarado una huelga de trenes. La ocupación se realizó de forma brutal y se realizaron las primeras detenciones. El día 20 de julio cuando volvía del Frontón, fue tiroteado Ángel Segura “Angelón”, desde una ventana, falleciendo en el mismo instante.
El día 19, Claudio Amist, comandante del puesto de la Guardia Civil, destituye por orden gubernativa de los sublevados al Ayuntamiento, a las once y media de la noche. Los centros de la UGT, la Agrupación Socialista y la sociedad La Palmira, son asaltados, los archivos y libros quemados, y todo el mobiliario destrozado. Al peluquero de izquierdas Francisco Ramón, se le obliga cortar el pelo a varias mujeres, entre ellas a Concha Rivas y a su madre, a esta la pasean hasta la estación para enseñarla a los viajeros, por el contrario ella muestra con orgullo su corte de pelo y optan por llevársela del andén.
Algunos de los castejoneros que están huidos por los campos son testigos del asesinato del barbero Juan Navas. En un cruce de carreteras, entre viñas, vieron a Juan Navas que corría perseguido por unos falangistas que lo derribaron a tiros y lo remataron. Cuando lo dejaron muerto, se acercaron, y a pesar de estar destrozado, lo reconocieron.
Los detenidos eran encarcelados en el Ayuntamiento y llevados a Tudela o al Fuerte de San Cristóbal. Al Fuerte fueron llevados Baldomero Rivas, Pedro Ramón, Vicente Pardo y Julián Pérez “Carrasco”. Victoriano Murga, apareció ahorcado en el calabozo, mientras estaba detenido en el Ayuntamiento el 29 de julio y dos días más tarde, asesinaron a Sabino Atienza.
Existe constancia de que otras 18 personas más fueron asesinadas. Paulino Pérez, Salustiano Plaza de 80 años lo llevaron a Tudela y lo sacaron a matar, corresponsal del periódico Trabajadores y padre de Valentín Plaza, el alcalde, que escapo hacia Alfaro, lo capturaron y asesinaron, y a día de hoy su cuerpo no ha aparecido. Gorgonio Ruiz y Cecilio Bea a quienes obligaron a apuntarse en el Tercio Sanjurgo y estando en la cárcel la misma noche que iban a coger el tren los fusilaron. Félix Mellado, de quien los testimonios aseguran que antes de la ejecución lo ataron a un olivo y le cortaron la lengua. Su asesino fue un ganadero, el mismo que mataría días más tarde a Fernando Bermejo.
Miguel Hernández, asesinado en las puertas del cementerio de Corella el 6 de agosto, Daniel de Silos, Ambrosio Fernández, Juan Fernández, Alejandro Salinas, Raimundo Hernández, Saturnino Muñoz “Enagüillas”, Leopoldo Navas y su hijo Eusebio son parte de la lista. Julián Falces, albañil, se escondió en una rinconera de su casa cubierta con un armario, y allí permaneció durante ocho años, su mujer incluso le guardo luto.
“Nuestra guerra no es una guerra civil, una guerra de pronunciamiento, sino una Cruzada de los hombres que creen en Dios, que creen en el alma humana, que creen en el bien, en el ideal, en el sacrificio, que luchan contra los hombres sin fe, sin moral, sin nobleza…Si, nuestra guerra es una guerra religiosa. Nosotros, todos los que combatimos, cristianos o musulmanes, somos soldados de Dios y no luchamos contra otros hombres, sino contra el ateísmo y el materialismo, contra todo lo que rebaja la dignidad humana, que nosotros queremos elevar, purificar y ennoblecer…” (Francisco Franco, 16 de julio de 1937)
“Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la Católica España, para expresaros nuestra paternal congratulación por la paz y la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad probadas en tantos y generosos sufrimientos.
Alegre y confiado esperaba nuestro predecesor de santa memoria esta paz providencial, fruto sin duda, de aquella fecunda bendición que en los albores mismos de la contienda enviaba a cuantos se habían propuesto la difícil tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión. Y Nos no dudamos de que esta paz ha de ser la misma desde entonces augurada, anuncio de un provenir de tranquilidad en el orden y de honor en la prosperidad.
Los designios de la providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar, una vez más, sobre la heroica España, la nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del nuevo mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, la cual acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo, la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la Religión y del Espíritu.
A vosotros toca, venerables hermanos en el episcopado, aconsejar a los unos y a los otros que, en su política de pacificación, todos sigan los principios inculcados por la Iglesia y proclamados con tanta nobleza por el Generalísimo, de justicia para el crimen y de benévola generosidad para los equivocados.
En prenda de las copiosas gracias que os obtengan de la Virgen Inmaculada y el apóstol Santiago, patrono de España y de todos los grandes santos españoles, hacemos descender sobre vosotros, nuestros queridos hijos de la católica España, sobre el jefe del Estado y su ilustre gobierno, sobre el grande episcopado y su abnegado clero, sobre los heroicos combatientes y sobre todos los fieles, NUESTRA BENDICION APOSTÓLICA.”
(Papa Pio XII, 19 de abril de 1939, discurso por radio).
Sobran las palabras.