1521-2021: memorias de rebelión

Aires de rebelión recorrían Navarra en la primavera del año 1521. La revolución comunera en Castilla y las Germanias en Mallorca y el País Valenciá habían generado un clima propicio para revertir la conquista armada de 1512. En esos pocos años, los ocupantes habían multiplicado agravios hasta poner en su contra a algunos de quienes los habían apoyado antes. El rey navarro tardó en lograr apoyos militares y la participación del monarca francés –que tenía su propia agenda– y en esos retrasos se complicó lo que ahora habríamos denominado una ventana de oportunidad.

Las crónicas españolas dan cuenta de aquel ambiente a la espera de una chispa que provocara el incendio, cosa que efectivamente ocurrió cuando se confirmó la cercanía de una gran armada decidida a liberar el territorio. Pueblos y valles se sublevaron entonces contra los españoles, que en su mayoría huyeron despavoridos. Navarra volvió a recuperar su independencia, pero fue cuestión de semanas. Ya era muy tarde, la revuelta comunera había sido aplastada y las tropas imperiales venían reforzadas por aquella victoria. En Noain se decidió la suerte de aquella intentona, que se prolongó hasta el año siguiente en Amaiur en el episodio más épico y recordado de aquel ciclo de conquista y resistencia.

Aquellos días de sublevación, poco conocidos todavía socialmente, ofrecen una imagen clara del rechazo popular a la conquista española. Está bien recordar la derrota de Noain, pero creo que debemos prestar atención a aquella rebelión, caracterizada por expresiones de la satisfacción de la gente del común o las personas vigiladas por la Inquisición, que sabían muy bien que aquello no era una simple pelea entre reyes. La memoria de las rebeliones pasadas, derrotadas o victoriosas, es savia para las nuevas rebeldías, porque amplía los horizontes y nos invita a ver el futuro con la ilusión de volver a hacerlo más y mejor.

Naiz