“El PSC debe aclarar si Catalunya es el sujeto político y si debe pedir permiso para decidir”, asegura el exconseller y líder de Nova Esquerra Catalana | “El peor referéndum sería elegir sólo entre independencia o quedarnos igual”
Ernest Maragall, exconseller de Educació, exmilitante del PSC y actual presidente del Nova Esquerra Catalana ACN
El exconseller Ernest Maragall (Barcelona, 1943) es la cara visible y presidente de Nova Esquerra Catalana, una nueva formación de centroizquierda nacida el pasado diciembre y que, según sus propias palabras, quiere ser un “catalizador” para unir a las izquierdas en una gran coalición a la italiana que plante cara al centroderecha hegemónico en Catalunya. El veterano político, que dejó el PSC tras más de treinta años de militancia por discrepancias con la dirección, ha abierto esta nueva etapa para lograr quizá el viejo sueño de su hermano Pasqual del Partit Català d’Europa, una izquierda catalana con vocación mayoritaria y que, en pleno proceso soberanista, no renuncie a nada.
Esta semana, el colectivo interno del PSC Avancem organizó un acto en Barcelona en que los principales partidos de izquierda compartieron que deben ser alternativa en Catalunya, idea que coincide con el sentido de la creación de su partido. ¿Se va en la buena dirección o es insuficiente?
Seguramente podríamos compartir buena parte de las reflexiones que allí se expusieron aunque no pudimos participar en las ponencias. Lo que ocurre es que ya no se trata de actos y documentos. Ahora es momento de tomar decisiones y de definir compromisos ante la ciudadanía y creo que todos tenemos la exigencia de hacerlo de la forma más nítida posible. Con la pura exposición de buenas intenciones, ya no es suficiente. Nova Esquerra ya asumimos ya el riesgo de actuar.
Parece que sus ideas y las de Avancem no están tan lejos. ¿Lo ven como competencia?
De ninguna manera. De entrada, Avancem tiene las limitaciones de pertenencia a una organización pero ojalá les salga bien. Tenemos que explorar todas las complementariedades y aquí no se trata de ver quién gana sino de ver como ganamos todos.
¿Qué pasos concretos hay que hacer para esta unidad de la izquierda?
Planteamos dos vías de trabajo a la ciudadanía y a los otros partidos de izquierdas: por un lado, elaborar posiciones sobre cuestiones concretas como pueden ser la concepción de Catalunya-Estado, la salida de la crisis y el mantenimiento del Estado del Bienestar, y la regeneración democrática; y, por otro, explorar alianzas de cara a las próximas citas electorales.
Hablamos de unidad de las izquierdas pero parecen estar más desunidas que nunca en Catalunya, por ejemplo, en el debate soberanista…
En la cuestión sobre la declaración, quizá no deberíamos hablar de un tema de izquierdas o derechas sino más bien del país. Es obvio que la búsqueda de un posicionamiento amplio y mayoritario no se ha hecho bien porque ha vuelto a dominar la lógica tradicional parlamentaria de expresión de posiciones iniciales y fase posterior de negociación de resultado incierto. Aquí lo que debe haber es unidad de todos los catalanistas, de las izquierdas y del centroderecha que es hoy primera fuerza del país. Si no lo hacemos así, habremos hecho un mal servicio al país.
En su texto, el PSC acepta el derecho a decidir como muchos reclamaban dentro y fuera de partido. ¿Lo valoran como un paso?
En mi opinión, todos los partidos favorables al derecho a decidir deben compartir dos elementos: el sujeto político es la ciudadanía catalana y la cuestión de la legalidad de la consulta no debe plantearse como una petición de permiso sino que debe partir del diálogo con el Estado pero desde una afirmación propia. En ambos puntos, el PSC debe aclarar sus posiciones.
Pere Navarro confía en convencer al PSOE en lo que se refiere al derecho a decidir.
No lo sé. Esto ya forma parte de una cuestión interna del PSC. Nosotros debemos fijarnos en qué decidimos aquí en Catalunya. Lo importante es la unidad de los catalanistas y la claridad a la hora de fijar posiciones porque ello nos permitirá presentar un diálogo franco con las instituciones españolas. Creo que ya se ha acabado la negociación con presuntos amigos o adversarios y ya estamos en otra fase.
En vuestra propuesta sobre el derecho a decidir, hablan claramente de derecho a la autodeterminación.
¿No hablábamos siempre de eso? Supongo que es inevitable que haya un nivel de ambigüedad pero este es el concepto internacionalmente reconocido. No tiene que darnos miedo decirlo y hay que recordar que este concepto ya estaba escrito en el protocolo de unidad PSC-PSOE del año 1977.
No han querido fijar su objetivo final del proceso soberanista.
Al contrario. Hemos dejado claro que el resultado del proceso se puede plasmar en más de una solución porque el mismo concepto Catalunya-Estado admite distintas soluciones. Puede ser la independencia o puede ser un pacto con España que respete los puntos básicos que reclamamos: que Catalunya es nación, que tiene derecho a autodeterminarse y debe ser capaz de gestionar sus propios recursos.
También abren la puerta a reformar la Constitución siempre y que se acepte la autodeterminación de Catalunya.
Lo entendemos no como un proceso de negociación eterna sino de diálogo de tú a tú con las instituciones españolas para organizar las condiciones de la relación entre Catalunya y España. Esto nos permitiría llegar a la consulta evitando un todo o nada, es decir, evitaríamos que los catalanes tuvieran que elegir entre quedarse con las actuales condiciones o independencia. Ese sería el peor referéndum posible.
¿Confían en acuerdos con el Estado?
Yo confío en nosotros mismos si somos capaces de articular la unidad del catalanismo. Si nos tomamos en serio el proceso, debe prevalecer la unidad. Una unidad que, por cierto, también debería existir para afrontar la actual coyuntura económica.
También han elaborado una Constitución Catalana. ¿De qué se trata?
De plasmar negro sobre blanco lo que debería ser esta Catalunya-Estado sea cual sea la consecuencia final del proceso. No hace falta que tenga 500 artículos, bastaría con 30 o 40. Como más breve, mejor pero que nos defina. Por cierto, sólo hablamos de prepararlo e implicar a la ciudadanía en su elaboración además de a los políticos y los académicos.
Han cumplido ustedes un mes de vida. ¿Han reflexionado sobre si tienen espacio en el actual mapa político catalán?
El objetivo no es hacernos un espacio sino compartir una casa común con las izquierdas sin dar lecciones de cómo hacerlo. Tras un mes de existencia, nos sentimos reforzados. Detectamos interés en torno al proyecto y haber logrado ya 700 inscritos me asusta como responsabilidad pero me anima porque demuestra que todo esto tiene un sentido.
¿Por qué la izquierda no puede gobernar si no es con fórmulas como el tripartito?
De eso se trata. La experiencia fue mucho más positiva en los hechos que en el relato que se construyó y en el mensaje que fuimos capaces de comunicar. Precisamente, esto es algo que debemos superar: pasar de una coalición electoral a una fuerza de gobierno y proyecto de país.
¿Una CiU a la izquierda?
En parte se podría hacer una analogía de este tipo. Nuestra voluntad en todo caso no es la de imitar sino la de construir teniendo en cuenta los activos que representan ya en sí mismos ERC, ICV, ahora las CUP y, naturalmente, el propio PSC. Todo esto ya existe y nadie tiene derecho a decirle, usted disuélvase o desaparezca. Hay que hacerlo seriamente y con libertad y así tendrá posibilidades de éxito.
Un centro izquierda que no renuncia al soberanismo. ¿No es eso ERC?
ERC nunca se ha acabado de definir en el socialismo democrático. Tiene un componente de catalanismo popular explícito, de presencia real a una determinada sociología de Catalunya pero con menos conexiones ideológicas con la gran izquierda europea en los últimos 50 años. No podemos pedir a nadie que cambie. Precisamente esta sería parte de la complementariedad que nosotros podemos aportar i que justificaría plantear procesos de confluencia.
¿No le preocupa que la gente identifique el partido con usted y su apellido?
Mediáticamente es inevitable pero la realidad es que mi peso es cada vez menor. Cada vez hay más gente desde NECat que va expresando su voz. No renunciamos a nada porque compartimos mucho de lo que era la política de Pasqual Maragall pero esta identificación será pasajero porque también vamos más allá.
¿Por que no eligieron el nombre de Partit Català d’Europa, que registró su hermano?
Porque ese sería el objetivo final pero todavía no lo hemos alcanzado. Somos muy conscientes de que nuestro éxito sería que NECat desapareciera a medio plazo porque se pueda fundir -que no confundir- en una organización más amplia de la izquierda catalana.
¿Tras treinta años de militancia en otra formación política, este paso personal es un gesto de valentía o temeridad?
Quisiera que fuera simplemente coherencia o tozudez. He repetido muchas veces que para tirar adelante este proyecto hay varias razones: la demanda en la sociedad catalana de contar con un referente de catalanismo progresista y capaz de expresar modernidad y regeneración democrática. Pero también hay una cuestión generacional, lo que explica que yo me retiraré cuando esto empiece a crecer. Hacen falta nuevos liderazgos.
Precisamente ustedes ponen mucho el acento en la regeneración democrática en un momento en que se habla mucho de corrupción, también en Catalunya.
Este fenómeno deriva de los malos hábitos de los partidos tradicionales y, por ello, nosotros hacemos una apuesta tan clara. Lo preocupante de la actual situación es que parece estructural y es impresentable, más aún cuando estamos en el proceso en el que estamos.
¿Le preocupa que empañe el proceso soberanista?
Claro. Una Catalunya-Estado no puede nacer con manchas. Por eso, hacen falta que aparezcan alternativas de izquierdas inteligentes, modernas y con una calidad democrática sin ninguna duda.
¿Cómo valora el pacto CiU-ERC en el plano económico y el giro en las políticas de fiscalidad?
Como consecuencia lógica de su campaña, CiU se ha visto obligada a buscar socios a su izquierda y no a su derecha. En la cuestión económica, podemos encontrar buenas intenciones en cada medida para cuadrar los números en los presupuestos de la Generalitat pero lo que nos muestra esta política es que es necesario renovar el edificio fiscal y económico de las finanzas públicas catalanas.
¿Tiene margen la Generalitat para finanzarse?
El Parlamento Europeo dejó bien claro que el problema no es solo el maltrato fiscal a Catalunya sino un mal diseño en la distribución de responsabilidades entre niveles de administración. El Estado conserva unas estructuras, atribuciones y un nivel de gasto absolutamente desmesurado en relación a sus competencias. Eso habría que revisarse. Por todo ello, Catalunya debe disponer de la capacidad y la disponibilidad de decidir.
¿Es inevitable un choque de trenes?
¿Todavía más? Ya estamos en este punto: nosotros creamos impuestos y ellos lo impugnan todo. El conflicto está ahí pero tenemos que ser capaces de conducirlo y gestionarlo, lo que requiere un tiempo y unas actitudes. E insisto en que mejor nos irá como mejor seamos capaces de crear una actitud interna de firmeza y unidad desde los partidos y la sociedad. Ello contribuirá a reducir la tensión y actuará como factor disuasorio de actitudes de pura negación. Está en nuestras manos.
¿Tiene la sensación que su formación llega tarde?
Este proceso acaba de empezar y hay mucho trabajo por hacer, por lo que, nosotros allí estaremos. Y la demanda de una izquierda mayoritaria es más fuerte que nunca.