El Sindrome de Estocolmo

Lo sufre una persona que ha estado sometida a la voluntad omnipotente de otra u otras mediante un grado de violencia tal que lo convierte en una simple cosa de la que se puede disponer totalmente a su antojo. La sensación de falta total de control genera un elevadísimo nivel de angustia del que la persona trata de escapar a toda costa. ¿Cómo hacerlo cuando el otro amenaza nuestra vida y no podemos escapar ni enfrentarnos a él porque estamos desarmados? Resolvemos el problema mediante un recurso psicólogico de emergencia; en efecto, nos afanamos en borrar toda diferencia con el agresor, pensamos como él, actuamos como él así ya no somos “el otro”; somos como el agresor y por lo tanto nos hacemos inatacables ya que suponemos que el agresor no querrá hacerse mal a sí mismo. Ya no somos el agredido-objeto-diferente sino el reflejo mismo del agresor.

Los vencidos logran así sobrevivir, olvidándose de sí mismos; abrazando la causa del vencedor. Evidentemente, en esas circunstancias la palabra del sometido no puede ser tenida en cuenta ya que carece de voz propia, libre.

Ahora, veamos lo que está pasando en nuestro país con los dirigentes de ciertos sectores y quizá podemos comprender mejor, valorar y actuar en consecuencia con respecto a su alineamiento a la “españocracia” que practican los enemigos seculares de nuestra nación. Muchos de éstos continúan con la prédica de sus nuevas creencias desde el fondo de las cárceles imperialistas, sometidos hasta el más recóndito lugarcito de sus vidas por esos mismos carceleros que, curiosamente, dan libertad a los medios de comunicación y propaganda del sistema para que aireen la nueva fe de sus reclusos.

Para los que tienen ya cierta edad, recuerden lo que sucedió, dónde y en manos de quiénes estaban cuando se produjo una conversión similar en algunos de los procesados en el Juicio de Burgos y de tantos otros conversos alojados hoy en Nanclares.

¿Quiere esto decir que hay que seguir, erre que erre, priorizando medios de lucha que hace tiempo están obsoletos y que son más un obstáculo que un medio adecuado para avanzar? ¿Quiere esto decir que tendríamos que dejar las instituciones del imperialismo en sus exclusivas manos para que continúen, agrediendo constantemente a nuestra patria y a nuestra gente desde ellas, para que las usen como fuente inagotable de legitimación, para que continúen con sus masivos lavados de cerebro del pueblo de Navarra? Evidentemente no.

Algunos de los que han estado, sin haber logrado gran cosa, durante decenios ocupando el centro del escenario político de la lucha contra el imperialismo español, ahora, en lugar de irse a sus casas, dejando a otros que pongan en marcha nuevas propuestas, dicen que no se puede hacer nada… más que convertirse en una nueva formación de carácter regionalista, la llamen como la llamen, nada más que eso es una organización política de ámbito autonómico. En resumen, que antes acertaban y ahora también, a pesar de se hayan ido a las antípodas. Dicen sin parar a quienes quieren oírles que no hay otra alternativa más que la suya. Parece que antes y ahora siempre dan en el clavo. ¿O será más bien que ni antes ni ahora saben por dónde andan? A los resultados hay que remitirse.

En esta transición-bis que ahora se prepara, los novísimos demócratas habrán de avalar además de hecho y de derecho ese engendro jurídico liberticida conocido como la “ley de partidos”, así como el resto del arsenal inquisitorial hispano. Aceptar, aunque sea de mala gana, la legalidad franco-española. Es una contradicción que debiera ser infranqueable a no ser que algunos pretendan seguir el mismo camino que el PNV y Euskadiko Ezkerra hace treinta años.

Que las propuestas de Bildu, confrontadas a la feroz resistencia del entramado nacionalista español más radical , no tengan ninguna posibilidad de realizarse, sirve a esta coalición para querer hacer ver que la cerril negativa española es, en realidad, la prueba más evidente de incapacidad de aquella para estar a la altura de lo que las nuevas circunstancias políticas exigirían. Alegremente afirman que la justeza de su nueva línea política viene confirmada, precisamente, por la absoluta intransigencia e indiferencia de los españoles y franceses con respecto a sus emplazamientos. Excepto ellos, cualquiera puede ver en esa pretensión la prueba de una candidez mayúscula. Salvo prueba de lo contrario, a Francia y España les inquieta bastante poco una agrupación abertzale domesticada y jugando en el margen de sus entramados político-legales aunque ésta se sienta legitimada con sus trescientos o cuatrocientos mil votos. Los enemigos más duros de la izquierda abertzale la quieren vencida y aniquilada, incluso en el terreno de la memoria, y actúan en consecuencia. A fecha de hoy, salvo datos ignorados, el único eco que ha encontrado Bildu en las filas imperialistas se reduce a Eguiguren y su mujer.

Por ahora, no hay nada más que eso y… la preocupación obsesiva del entramado franco-español con ETA. Es a ésta a quien parece que realmente siguen temiendo de verdad. ¿Será porque está absolutamente fuera de su control? ¿Será porque les hace sentirse vulnerables, algo que casa muy mal con la proverbial prepotencia y el patético orgullo chovinista del tandem franco-español? Ella parece que actúa o deja de actuar cuando lo considera oportuno, soberanamente, teniéndoles en jaque permanente, haciéndoles movilizar enormes recursos defensivos. Se diría que les niega la victoria final que tanto ansían. Lo que parece significar ni más ni menos que el imperialismo franco-español sigue políticamente derrotado ya que sus pretendidas victorias político-policiales serían, de hecho, agua de borrajas desde hace ya la friolera de 50 años. Francia debería recordarlo; derrotó militarmente al FLN argelino e inmediatamente después Argelia alcanzó la independencia. En cuanto al conglomerado peneuvista, necesita también que ETA reniegue de si misma, de su historia y de sus objetivos políticos independentistas. En resumen, quieren que confiese que se equivocó y que por tanto, ellos, los socios del imperialismo en Euskal Herria, han tenido siempre razón. Deberían recordar que la historia universal enseña que la represión sin razón ni legitimidad es la firma de la impotencia política y termina donde acaban todos los que quieren poner puertas al campo: en el basurero de la historia.

Dejando de un lado los restos del naufragio de las formaciones abertzales, quizá estuviera bien que los ciudadanos navarros que nos queremos libres, veamos en el agotamiento del recorrido de las organizaciones políticas vascas una crisis que puede ser fecunda en oportunidades para extraer las enseñanzas que se imponen y dar un gran paso adelante en el camino hacia la liberación nacional de Navarra.

Es tiempo de rearmar la palabra y la razón de estado navarro y organizar al pueblo sólidamente hasta que logremos restablecer la histórica estatalidad navarra en un Estado Soberano actual. Los que no tienen otra propuesta más que la integración en la legalidad imperial franco-española, están de hecho convirtiéndose también en sus valedores en Euskal Herria.

No podemos permanecer impasibles viendo que otras organizaciones vascas siguen los pasos del nacionalismo vasco tradicional en su camino hacia una ruinosa política regionalista- autonomista- como la llaman ellos. Ya hemos visto a dónde nos han conducido y cuál es su recorrido. Hay que recordar que dentro de los partidos auto-denominados abertzales, el más veterano tiene más de 100 años de historia sin haber logrado que seamos un país libre. La libertad de nuestra nación es algo demasiado importante para dejarla en manos de los actuales partidos auto-denominados abertzales. La vieja locomotora peneuvista, como todo el mundo se da cuenta, pierde aceite por todos los lados; Bildu, Amaiur, etc., no pueden ser esa nueva máquina que haga el mismo recorrido de siempre por los carriles roñosos de la legalidad franco-española porque sobre esa vía sólo se puede hacer lo mismo de siempre: someterse. Se trata ahora de crear una nueva línea que no se llame “sumisión”, que implique a todos en el trabajo liberador común. Su estación de partida se llama “Estado de Navarra” y su destino: “libertad” y “soberanía”.

No creo que haya un día en el que Francia y España nos dejen votar sobre si queremos ser libres o no y aún menos que se resignaran a ver como construimos nuestra institución estatal soberana por el sólo hecho de haberles ganado en un referéndum realizado a tal fin. Cada quien es libre de soñar o de negarse a ver cuál es el curriculum liberticida de esas naciones. No es suficiente con tener razón; hay que tener, además, la fuerza necesaria para imponerla

Es el momento de darse cuenta de que hay que ponerse ya a crear nuestra “razón de estado”. Un estado tiene por su propia naturaleza un carácter coercitivo contra todos aquellos que atenten contra su existencia y seguridad. Puede respetar a las minorías nacionales extrañas dentro de sus fronteras; pero siempre que se le subordinen y respeten a la nación que les acoge. Para la razón de estado de Navarra las minorías franco-españolas u otras tendrán los derechos relativos que la constitución navarra tenga a bien otorgarles; pero en ningún caso tendrán un rango de derechos igual al de los ciudadanos navarros dentro del territorio vasco. En consecuencia, es urgente estructurar sólidamente en el terreno ideológico la razón de estado de Navarra desde ya. Hay que armar y afilar el arma de la palabra y usarla con una intransigencia absoluta contra quienes ataquen, saboteen, o traten de oponerse del modo que sea a nuestra razón de estado, a la absoluta legitimidad que nos asiste a los ciudadanos navarros para hacernos cargo de los destinos de nuestra nación.

Para alcanzar la reinstauración de la estatalidad Navarra es preciso asumir desde ya nuestro derecho soberano a ser una nación libre. En la palabra liberada primero y en sus instituciones estatales después.

No habrá, en mi opinión, libertad para este país si sus ciudadanos no asumen sus responsabilidades y se ponen desde ahora mismo a reconstruir el Estado Navarro rehaciendo y actualizando cada una de sus partes constitutivas. Tener algunas alcaldías, o parlamentarios regionales o forales, ir de vez en cuando a alguna manifestación, controlar algún medio de comunicación… puede que sean parcialmente útiles; pero todos los años pasados desde la derrota de nuestra armada en Noain nos muestran que sólo con pequeñas victorias pírricas, no podremos hacer nada para que ésta, junto al resto de nuestras instituciones estatales, pueda volver a ejercer su función de columna vertebral defensiva y garantista de nuestra libertad.

Es necesario un trabajo estructurado, serio y continuado por parte de los ciudadanos para ir sumando los recursos intelectuales y los hechos necesarios a la consecución de la libertad. Este medio de comunicación de Nabarralde, junto a otros, puede jugar en este momento un papel importante dando espacio en el mismo a aportaciones que ayuden a construir esa alternativa rebelde y liberadora que está vacante ya que la prensa llamada abertzale sólo se dedica a repetir machaconamente los catecismos respectivos de cada facción, no dando ningún espacio, censurando, a puntos de vista que se salen o se oponen a sus respectivas ortodoxias.

Es urgente comenzar a concretar los pasos necesarios para construir el referente de la estatalizad navarra y dotarla de los medios necesarios para que pueda liderar el necesario, rápido y urgente proceso de liberación nacional.

Publicado por Nabarralde-k argitaratua