El jefe del Estado salió de nuevo ayer a la palestra para pedir unidad y responsabilidad a la política española ante la gravedad de la crisis económica. La apelación del Monarca -en el curso de un acto institucional en León- se produjo veinticuatro horas antes de la cumbre prevista para hoy en el palacio de la Moncloa entre el primer ministro y el jefe de la oposición. Palabras de consenso en medio de una fenomenal tormenta especulativa que provocó una caída de 5,4 puntos de los valores bursátiles agrupados en el índice Ibex 35.
Fue un día aciago para el prestigio de España en el mundo. Todas las bolsas europeas bajaron, atemorizadas por el rumor especulativo que presenta a España y Portugal camino del Hades, el inframundo donde moran las almas en pena y los héroes de Troya que murieron endeudados. La crisis griega aún no ha sido digerida y las furias andan sueltas. Los francotiradores apuntan a la argentinización de toda la Europa del Sur. Alemania frunce el ceño.
Perplejo y desencajado, José Luis Rodríguez Zapatero se vio obligado a desmentir en Bruselas que España esté pensando en pedir ayuda a la Unión Europea por valor de 280.000 millones de euros. Fue el rumor más venenoso de la jornada. “Es una absoluta locura, es un despropósito descomunal”, exclamó el jefe del Ejecutivo. Fue un día cruel para Zapatero. El hombre que hace medio año anunciaba el propósito de liderar un nuevo rumbo de Europa se vio humillado ayer ante Herman van Rompuy (presidente del Consejo Europeo) y Manuel Durão Barroso (presidente de la Comisión Europea) por una rumorología que juega con la debilidad objetiva de un país endeudado hasta las cejas. El talón de Aquiles español es una deuda externa de 1,6 billones de euros (empresas y familias, un billón; 600.000 millones el conjunto del Estado) que espanta a los mercados: a los especulativos y a los reflexivos.
Zapatero no daba crédito. En Madrid, los presuntos efectos benéficos de la ligerísima mejora del paro en los registros oficiales del mes de abril apenas duraron diez minutos, para mayor desespero de los gestores de imagen de la Moncloa. Georges Lakoff ha agotado la munición. Apenas quedan marcos mentales en la caravana del PSOE. El vertiginoso deterioro del cuadro español está desbordando la barrera defensiva de las metáforas socialistas. Ni las injusticias aún no reparadas de la Guerra Civil, ni una previsible ley que obligue a retirar los crucifijos de los edificios públicos serán suficientes para que el Gobierno pueda centrar el debate de los próximos meses en otro terreno que no sea el de la crisis. Un terreno fértil para las visiones apocalípticas de la derecha dura. Un capricho del destino quiso que el ex presidente José María Aznar estrenase ayer página web. El sitio se colapsó.
Aunque consternado -y seguramente atemorizado por una dinámica que puede llevárselo por delante antes de que concluya la legislatura-, Rodríguez Zapatero aún no ha perdido toda su agilidad táctica. Ayer mismo el presidente anunció su disposición a tratar con Mariano Rajoy todos los asuntos referidos a la crisis económica, en una reunión en principio ceñida al rescate financiero de Grecia (al que España aportará 9.800 millones de euros) y a la delicada situación de las cajas de ahorros, cuyo saneamiento exige un consenso mínimo entre PSOE y PP para renunciar a parte de las tramas clientelares que ambos partidos han tejido en su interior. Más de uno, de dos y de tres bancos de desarrollo regional de la España de las autonomías se hallan hoy al borde de la quiebra.
Un catalán, Isidre Fainé, presidente de La Caixa, la entidad de mayor volumen y la más independiente de la dinámica partidaria, ha sido escogido para sacar a la mitad del sistema financiero español del grave atolladero en el que se encuentra. Fainé se ha entrevistado con Zapatero y con Rajoy en las últimas horas. La historia se repite: otro catalán, el economista Joan Sardà Dexeus, simpatizante de Esquerra Republicana en los años treinta, fue convocado de urgencia por el régimen de Franco para salvar al país de la bancarrota falangista. Sardà ideó el Plan de Estabilización de 1959 y puso los cimientos de la España moderna. Fainé se enfrenta ahora al reto de evitar la quiebra de buena parte de la España atragantada por el ladrillo, y augura-una pronta sentencia restrictiva. La Moncloa y Génova parecían ayer de acuerdo en un punto básico de la agenda de hoy: ni hablar del Tribunal Constitucional).
Rajoy acude esta mañana a la Moncloa temeroso de la capacidad envolvente de los socialistas. Los acontecimientos de ayer no le ayudan a tomar distancias, por ácidas y severas que sean sus críticas al Gobierno. En febrero, el líder del Partido Popular ya embarrancó en el Congreso cuandoel presidente le propuso un pacto de Estado (el fallido Zurbano).
Zapatero y Rajoy comparten una misma debilidad estructural: según los últimos sondeos, el 83% de los españoles cree que el presidente del Gobierno improvisa sin parar. Y el 82% desconfía, poco o mucho, del jefe de la oposición. Una tragedia griega.