El puzzle navarro

En una jornada sobre Organización del Territorio pude reafirmarme en la creencia, gracias a las ponencias e intervenciones de los diferentes participantes en ese interesante debate, de que el mayor problema que tenemos en este país es la división impuesta por los estados que nos intentan someter.

Pero hay que reconocer que esos estados que nos dominan no son nuestro único obstáculo. A la división, no solo interestatal, a la que nos vemos impuestos, se añade nuestra asimilación de las divisiones en esos estados. Según se define en ese seminario, se nos impone un marco, que además de obligado por las divisiones estatales en vigor, no corresponde al territorio natural e histórico de nuestro pueblo. Yo, particularmente, me niego a asimilar las conquistas militares de gran parte de nuestro territorio y para colmo, en ese espacio reducido, contemplar las divisiones a las que nos han sometido.

Es correcto buscar una organización de nuestro territorio, pero para ello, me parece imprescindible saber cuál es ese espacio. Para ello, y no nos queda otra, debemos recurrir a nuestra historia. La República de Francia y el Reino de España buscarán siempre la ocultación y falsificación de nuestro pasado, que demuestra que fuimos un estado. Eso es debido, en gran parte, a que verían mermados sus recursos estatales e imperiales. Siempre buscando esa falsa legitimidad y apropiación de sus conquistas, basadas en sus acciones militares y políticas.

Con esta división de nuestro territorio logran el desequilibrio en la ordenación del mismo. Cada pieza del puzzle de nuestra sociedad realiza diferentes políticas en su ordenación territorial, lo que crea que existan, por un lado, servicios repetidos a escasos kilómetros, como ejemplo en materia de aeropuertos o la falta de comunicación directa de nuestras ciudades, por falta de una política global de todas la piezas de ese puzzle.

Por otro lado, abandonar el control de organización territorial puede conllevar una perdida de nuestra identidad. Claro ejemplo de ello lo tenemos, sin ir más lejos, en la Navarra reducida o Comunidad Foral de Navarra. Desde el Parlamento de esta Comunidad, los políticos mal llamados navarros realizan una organización del territorio que encaja dicha provincia en el Reino de España, por ejemplo en materia lingüística, según unos intereses que nos son extraños. La lengua de los navarros sólo es oficial en una parte reducida de esta comunidad.

La posibilidad de la creación de una euro-región, que englobe a todas las piezas de nuestro puzzle, parece una solución correcta. Con ella, el marco donde todas las piezas se unan puede ser alcanzado. La realidad, por el contrario, nos dice que tanto el estado francés como el español han conseguido que las euro-regiones no tengan el poder de actuar en la ordenación de su territorio, ya que con ella generarían condiciones propicias para alcanzar la independencia o recuperar la soberanía, como es nuestro caso.

Con todo esto, la única conclusión a la que he podido llegar es que debemos seguir luchando por recuperar la soberanía. Pero esta búsqueda de nuestra soberanía también puede llegar realizando una presión, aunque actualmente pueda parecer simbólica, en la organización existente de las diferentes competencias territoriales, buscando la globalidad o unidad de nuestro territorio.

La difusión de la correcta información en torno a nuestra historia en todas las piezas del puzzle, que evidencie la realidad geográfico-política y reconozca nuestro marco natural, puede llegar a frenar e incluso coartar las ansias imperiales de los estados español y francés. La investigación y divulgación de la realidad propia y el trabajo en el ámbito de la organización territorial de nuestro país nos puede servir de vía para alcanzar la soberanía de nuestro estado, Navarra.