El Pont de la Mar Blava

“Si no quieres morir de realidades, evita vivir de ilusiones”

Proverbio árabe

Los países sometidos a dictaduras no pueden relacionarse entre sí, lo hacen sus dictadores. Cuando ves a un señor recogiendo las cacas del perrito, cuesta averiguar quién es el amo y quién obedece. La relación corrupta entre la monarquía española y Marruecos se basa en un falso complejo de superioridad, junto con la contraposición de dos falsas democracias, que acaba plasmándose en la actual subordinación frente al monarca alauí.

El vínculo se inicia cuando Estados Unidos, árbitro, VAR y Comité de Competición a la vez, decide poner fin a las últimas colonias ultramarinas de Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Alfonso XIII, bisabuelo del ‘Preparao’, decide embarcar al país en una nueva aventura colonial, supeditada a los intereses de Francia. Va más allá de ser una mera operación de prestigio, de orgullo hispano herido, para convertirse en el más oscuro de los numerosos negocios privados del monarca: la Compañía Española de Minas del Rif S.A., que explotaba minas de hierro en Nador. Un monopolio que, con mano de obra prácticamente esclava, pretendía rivalizar con la industria siderúrgica vasca y convertir Melilla en la Bilbao del norte de África.

Precursora de las actuales puertas giratorias del Ibex35, la empresa incluía al gallego Clemente Fernández, cuyos descendientes fundarán PESCANOVA, el conde de Romanones, 17 veces ministro y 3 veces presidente del Consejo de Ministros, y el conde Güell. Más adelante, se incorporan grandes nombres de Bilbao, de los Altos Hornos de Vizcaya, también otros empresarios mineros como Alejandro Gandarias. No hace mucho vimos un Gandarias, hijo de un directivo de La Caixa, cantando el “Himno de la Legión” el día de su boda con la hija de Pepe Creuheras, presidente del Grupo Planeta Atresmedia.

La mina quedaba 15 km al suroeste de Nador y a 28 km del puerto de Melilla. En 1909, cuando los caudillos rifeños pusieron el negocio en peligro, Alfonso XIII no dudó en enviar tropas de leva, un reclutamiento forzoso sólo para los pobres, que indignó a las clases populares catalanas, desencadenando huelgas y protestas que desembocaron en la Semana Trágica. El monarca volvió a hacerlo en 1921, encomendando al general Manuel Fernández Silvestre que invadiera los territorios de Abd el-Krim. Esta última operación condujo al Desastre de Annual, una derrota sin paliativos del Ejército español en la que murieron 14.000 hombres. El descalabro causó una enorme conmoción en España, sucediéndose varias crisis políticas que culminaron con el golpe de estado y la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. El rey cayó en diferido, al vincular su futuro al poder de una dictadura que a la fuerza tenía fecha de caducidad.

Marruecos accede a la independencia el 2 de marzo de 1956, restaurando la actual monarquía alauí en la figura de Mohammed V. Las humillaciones no tardan en llegar para el franquismo, haciéndole saber al general africanista que ejercía de dictador en España quien era el dueño. Franco cedió después de una guerra breve, la región del Rif y el Ifni pasaron a manos marroquíes por el Tratado de Fez de 1969. El Sáhara, reclamado por Marruecos, todavía se mantendría bajo dominio español hasta 1975. La última colonia en caer lo hizo por el resultado de la presión internacional ejercida por la ONU, así como de las presiones internas del pueblo saharaui. Desde finales de los años sesenta surgió un movimiento independentista que se concretó en la formación, en 1973, del Frente Polisario, organización que iniciaría una guerra de guerrillas contra las tropas españolas. Cuando el caso llegó a la ONU y al Tribunal de La Haya, la organización internacional aprobó la celebración de un referéndum sobre la independencia del territorio, programado para 1975. Nunca llegó a celebrarse. Aprovechando de la debilidad del gobierno español, con Franco moribundo y el futuro rey Juan Carlos I provisionalmente en el poder, Marruecos organizó la Marcha Verde de civiles y militares disfrazados de civil, hacia las fronteras del Sáhara. La Legión se marchó con el rabo entre las piernas.

A partir de ese día, el ‘Campechano’ sabe que tiene mucho que perder si se enfrenta a Marruecos, incluido su propio trono, puesto que en la tesitura de tener que elegir, Estados Unidos apoya al aliado más fiable. Presentándose siempre con la pretendida imagen de jefe de estado moderno y constitucional, frente a una especie de sátrapa oriental, Juan Carlos se convierte en realidad en un siervo de Hasan II, después de su hijo Mohamed VI, porque de allí provienen una buena parte de sus ingresos privados. En realidad, ambos países sufren similares carencias democráticas, en España imperan los mismos controles de prensa subvencionada, designación real encubierta de los ministerios de Defensa e Interior, confusión de la hacienda pública con la caja privada del monarca, escándalos sexuales, etc.

Antes de subir al trono, el heredero designado por el dictador Francisco Franco está ya obsesionado en acumular una gran fortuna, la que su padre nunca llegó a tener. Para conseguirlo, Juan Carlos promociona por todos los medios a Manuel Prado y Colón de Carvajal, su mejor amigo desde principios de los años sesenta, para que lo haga rico por cualquier vía, ya sea suplicando a otras casas reales ya sacando provecho de las relaciones económicas internacionales del Estado: a modo de ejemplo, en 1974 envía una carta a Henry Ford II, recomendándole Prado como gestor de la entrada del coloso automotriz en España.

Nada más ceñirse la corona, Juan Carlos I nombra senador por designación real al descendiente de Cristóbal Colón, le hace embajador especial plenipotenciario (“Embassador At Large”) permanente de España, también administrador solidario al 50% como pantalla de su propia participación, de todos los negocios, empezando por el más rentable: la venta de armas. A través de conocidos comerciantes de este ramo como el traficante Abderrahman El Assir, negocian con Rabat todo tipo de operaciones. El Assir logra una carta de intenciones firmada por el secretario general de la Administración de la Defensa Nacional marroquí, que le permitirá seguir vendiendo armas a Marruecos por un importe total de 570 millones de dólares. Un negocio que ansiaban las empresas de armamento españolas como ENASA y Land Rover Santana (vehículos militares), la Empresa Nacional Santa Bárbara y Explosivos Alaveses (minas y proyectiles) o ENOSA, Amper e Inisel (material electrónico y comunicaciones), que pagan suculentas comisiones. El Assir también negocia en Rabat la venta de 7 aviones de transporte CN-235 fabricados por Construcciones Aeronáuticas (CASA). Cada aparato cuesta 1.100 millones de pesetas, por lo que el montante total del negocio ronda los 7.700 millones de pesetas, de los que unos 2.750 se abonarán con préstamos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) y el resto con créditos blandos españoles.

Sobre el actual monarca, no puedo hablar de ello, ya que mi destino sería idéntico al de un marroquí que criticara a Mohamed VI, evidenciando de este modo que ambos regímenes sólo tienen diferencias cosméticas.

Además de tener bien agarrada la monarquía española, Marruecos ha decidido controlar también su gran valedor, es decir, el PSOE. Lo hemos visto con Felipe González y, especialmente, desde que Pedro Sánchez oficializó su vasallaje, con el cambio de posición repentino sobre la autodeterminación del Sáhara. El servicio de inteligencia marroquí (DGED) ha infectado los móviles de numerosos periodistas, activistas y altos funcionarios españoles, franceses, saharauis y argelinos, Pedro Sánchez ya no es libre en sus movimientos ni en sus decisiones, tanto por el lucrativo negocio de su mujer en Marruecos, como por el hecho de que la DGED haya tenido acceso a su teléfono con el software espía israelí Pegasus. Las relaciones diplomáticas entre Madrid y Rabat son una constante capitulación. cifras récord de llegadas por vía irregular, la mayoría procedentes del Sáhara bajo ocupación militar marroquí. Con el fin de crear una crisis en Ceuta, cuando al monarca alauí le convino apretar un poco, las autoridades de Marruecos dieron instrucciones a los taxistas y dueños de medios de transporte, debían poner sus vehículos a disposición del traslado de inmigrantes, con el objetivo de llevarlos a las inmediaciones del enclave colonial.

A veces, un lapsus puede ofrecer más entendimiento que decenas de libros, entrevistas y análisis. Uno de estos deslices se produjo en boca del eurodiputado socialista y exministro de Justicia, el canario Juan Fernando López Aguilar, gran defensor de la monarquía. alauí. En un foro donde varios expertos criticaban la actitud de las autoridades marroquíes. Aguilar les interpeló con dureza y pronunció esta frase: “La única forma de relacionarnos con esta realidad (Marruecos) es desde el respeto mutuo, y eso hay que construirlo tragándose sapos y culebras”.

*El Puente del Mar Azul (Canción de Lluís Llach)

RACÓ CATALÀ