El juego de la CUP

La CUP ya no es la CUP

Lluís Bou

EL MÓN

La CUP aquella de los fraticelli franciscanos ya no existe. La CUP de esta legislatura es un partido como los demás, una formación política que se mueve para conseguir poder e influencia, para presionar al contrario. La CUP de David Fernández que aportaba aire fresco ha desaparecido. Ahora ya no hay palomas sino halcones, ahora quien corta el bacalao es la CUP de Anna Gabriel y Josep Garganté. Se acabó la broma. Tarde o temprano tenía que llegar la política de partido, la ‘politique politicienne’ que dicen en Francia, es ley de vida. La CUP en esta legislatura ya ha aprendido la política institucional y hace marcaje al contrario. Nada que decir a eso, porque está en su derecho, pero no tiene nada que ver con la CUP que te imaginas, con la simpatía de la legislatura pasada, con la del buen rollo de su anuncio electoral.

En la negociación de la resolución independentista que ha aprobado el Parlamento, los halcones de la CUP hicieron concesiones. Me lo contaba el otro día en el Parlamento un diputado de Juntos por el Sí antiguo maragallista. “Se han tragado la privatización de la gestión de los Jefes de la Sanidad y ya no piden incumplir la deuda”. Y si lo miras ves que es cierto. Lo que dice la resolución es que no se harán más privatizaciones de CAPs (Servicio Catalán de Salud). Los actuales es mantendrán. “Y por cierto los de gestión privatizada funcionan muy bien”, me añadió el mismo diputado socialdemócrata.

En cuanto a la deuda, la resolución dice que es tratará de renegociar. Es más la posición de la actual Syriza, la que criticaba Antonio Baños en campaña, que la de Gianis Varufakis. El papel lo deja muy claro. No es cierta la tesis unionista de que el presidente Artur Mas se ha bajado los pantalones ante la CUP, esto es sólo presión mediática. Aquí ha habido cesiones por parte de todos y el acuerdo final es ponderado. Objectivamente esta es la verdad y lo podéis comprobar vosotros mismos aquí (*).

La CUP ha cedido mucho en la negociación de la resolución de la independencia, ha aceptado sin ningún problema que el texto no fuera anticapitalista, ha acordado una solución de compromiso. Pero en cambio no se ha movido ni un milímetro respecto al intento de decapitar políticamente a Artur Mas. Su apuesta estratégica en realidad era la misma y en ella ha aplicado la máxima contundencia. Se trataba de pactar con Juntos por el Sí, pero cobrando la cabeza del presidente de la Generalitat. Una jugada maestra. Por eso aceptaron ceder en la resolución. Conseguir la cabeza de Mas era caza mayor y lo veían ciertamente posible.

Permanecer firmes en la petición de dimisión de Mas ha permitido a los halcones de la CUP tener el protagonismo de la política catalana desde las eleciones del 27 de septiembre. Y se lo han cobrado en el encuesta del CEO del mes de octubre. Ellos estaban seguros de que lo lograrían. Pero les está fallando de forma estrepitosa desde hace unos días, calculaban que Juntos por el Sí se dividiría y no haría piña con el presidente. Hicieron un último intento con el segundo debate de investidura esta semana, para conseguir abrir la discusión interna en Juntos por el Sí. Pero sólo picó Joan Tardà, que es el que siempre pica.

Como recordaréis es la víspera de ese día cuando Antonio Baños desapareció diciendo que tenía la gripe. Baños es paloma y no halcón. Pero el caso es que al día siguiente la CUP votó en contra de la investidura de Mas en un último intento de abrir grietas en el grupo mayoritario y de cobrar el trofeo. Se podía haber abstenido si hubiera querido mostrar un gesto negociador, pero este no era el caso. No querían negociar sino hacer presión. Pero ocurrió algo. Tras tumbar la investidura de Mas, justo después el grupo parlamentario de Juntos por el Sí se reunió y avaló de nuevo a Mas como presidente.

La estrategia que habían ideado los halcones de la CUP falló en ese mismo momento. Lo han intentado pero no se podrán cobrar la cabeza de Mas. Y esto ha hecho aparecer los nervios en las filas de la CUP. Todo el que conoce a alguien del grupo parlamentario lo sabe perfectamente. Están en entredicho porque la presión no obtiene resultados y no la pueden llevar mucho más lejos. Han comenzado a recibir críticas en concentraciones que ellos mismos convocan.

Cuando los partidos entran en la dinámica de poder, cuando pueden perder influencia, acontecen temerosos. Y eso es lo que le empieza a pasar a la CUP. La formación de Antonio Baños no se atreverá a forzar unas elecciones y cargarse el proceso soberanista porque acabaría como ha acabado Unió. Por lo tanto, aceptará tarde o temprano a Mas. Ha perdido la jugada y sólo hay que esperar que lo asuman. Esto puede durar unos días, unas semanas, pero caerá como la fruta madura.

Si tuviera que recomendar algo a Juntos por el Sí, es que no negocien nada más con la CUP respecto a la presidencia. La CUP ya no tiene otra salida que pactar. Ahora ya es un partido como los demás que tiene pánico a perder influencia. Tarde o temprano lo hará. El paso del tiempo a estas alturas va ya en su contra. No pasa nada porque Mas tarde unas semanas mas en ser presidente. A fin de cuentas, Susana Díaz tardó 80 días en ser investida presidenta, y estas alturas ya nadie se acuerda. Tranquilos que la CUP no se atreverá a provocar elecciones.

(*) http://www.mon.cat/cat/downloads2/annex-jxs-cup.pdf

 

 

El hombre que fue Jueves

MARTÍ ESTRUCH

http://www.media.cat/2015/11/12/lhome-que-fou-dijous/

“Nadie es imprescindible, pero vuelva el jueves”, le dice Antonio Baños a Artur Mas para cerrar la primera intervención en el debate de investidura del martes en el Parlamento. Los periodistas de prensa escrita anotan la cita y los de televisión el código de tiempo de la cámara por si hay que repescar la frase. Los diputados levantan la mirada del móvil. El presidente mira a Baños con una media sonrisa y no sabe si es un salvavidas en medio del océano junto a un velero que se hunde o una ocurrencia más del imprevisible diputado. Independientemente de lo que realmente piense Mas, en su discurso de respuesta opta por la primera opción.

El debate mediático sobre el apoyo o no apoyo de la CUP a la investidura de Artur Mas se ha hecho interminable. Se lo han preguntado por activa y por pasiva, a uno y a otro, a los de ahora y a las de antes, y ellos, los unos y los otros, las de ahora y los de antes, dijeron y han reiterado que no. Cada vez, el enésimo e idéntico titular: “La CUP confirma que no hará presidente a Mas”. De las tertulias ya no hablemos: que si nos disparamos un tiro en el pie, que si ponemos puertas al campo, que si estira o que si afloja.

Yo, qué quieres que te diga, cuando oí a Baños recordé la gran novela de Chesterton. Voy a repescar su edición de Quaderns Crema y vi que la traducción (al catalán) la había hecho Pau Romeva, abuelo de Pau Riba y antiguo dirigente de UDC en la clandestinidad, y pensé que los Romeva actuales no han cambiado de bando y en cambio algunos partidos sí. La novela relata la desarticulación de un supuesto grupo terrorista anarquista, una Operación Pandora llena de situaciones absurdas y surrealistas, un poco como en la política catalana actual. Chesterton, conservador por naturaleza, ridiculiza sus anarquistas revolucionarios como seguramente ridiculizaría los cupaires actuales.

Entonces descubro que el muy admirado y aún más leído David Fernández hizo un mail abierto en VilaWeb hablando de Chesterton, en el que dice que el hombre que quería ser el jueves era el activista Pau Llonch. Pero yo sé que el hombre que quiere ser (presidente) este jueves es Artur Mas. Y me gustaría que Antonio Baños leyera la página 44 del libro, donde escucharía decir a uno de los personajes: “Yo no soy un hombre. Yo soy una causa”. Quizás incluso la podría utilizar en su discurso. ¿Con qué finalidad o para justificar que, hoy lo sabremos.

Por cierto, el subtítulo de la novela de Chesterton es “Una pesadilla”.

 

 

Carta abierta a un votante de Juntos el Sí

Andreu Barnils

VILAWEB

Estimado votante de Juntos por el Sí, escribo para decirte que creo, humildemente, que hace días que nos engañan. Nos dicen, en letras muy grandes, que Juntos por el Sí quiere a Artur Mas y la CUP, no. Por eso entiendo tu ira, tu cabreo y que no quieras ver a los de la CUP ni en pintura. Sucede que la dicotomía es falsa. No es verdad eso que nos dicen. Es mentira. Aquí la diferencia entre Juntos por el Sí y la CUP no es ‘Mas sí’, o ‘Mas, no’. La diferencia es ‘Mas, sí, pero ¿dónde?’

Juntos por el Sí quiere a Mas presidente, Raül Romeva en Internacional, Junqueras en Economía y Munté en Social. La CUP aceptaría bajar a su asamblea, que acabaría decidiendo, un gobierno con Romeva de presidente, Mas en Internacional, Junqueras en Economía y Munté en Social. Esto te dicen en privado los de la CUP y, el viernes, Baños lo dijo en público en Rac1: ¿por qué no ponemos a Mas en Internacional?

Instalados en el falso debate (Sí, No) es fácil decir que la CUP quiere ‘linchar’ a Mas, ‘quiere hacerle caer’, o ‘eliminarlo políticamente’. En el falso debate, es muy fácil decir que la izquierda alternativa son fanáticos, tarados, cerrados, dogmáticos y que les pierde el estètica. Però instalémonos, aunque sea por un momento, en el otro debate: pero sí, Mas si ¿pero dónde? En este debate la izquierda alternativa entiende que sin convergentes, no hay independencia. Que es un objetivo de todos, y que por tanto Mas, como todos, tiene cabida. Entonces en este debate la izquierda alternativa, tan dogmática ella, quiere a Mas en el gobierno porque no quiere perder las clases medias, la gente de orden, y los convergentes de toda la vida en este momento. Fíjate tú.

El falso debate no es inocente. Alguien lo provoca. Y otros caen de cuatro patas. Ya pasó con ERC. La idea es desfigurar tanto la imagen de la CUP, que acabe siendo monstruosa, y que los mismos votantes se les vuelvan en contra. Con ERC, funcionó. En el caso de la CUP, no lo tengo tan claro. Yo, personalmente, ahora pienso blanco, ahora pienso negro (porque en el fondo tanto me da quien sea presidente) pero hoy en día creo que la opción más práctica, menos fanática, y mejor pensada, es la de la CUP. Eso, o el ‘pressing’ CUP ha provocado en mí el efecto contrario. Que todo podría ser.

Creo que la solución de la CUP es buena porque Artur Mas está dentro. Para mí Mas es la cara que hemos enseñado al mundo y no veo ningún otro político catalán, ninguno, más idóneo para hablar con Merkel, Cameron, u Obama. Este hombre haría de embajador en el mundo como nadie. Y si alguien cree que esto es degradar la figura de Mas, se equivoca. Esto es degradar la figura de presidente autonómico catalán. Eso sí. Y ya sería hora de aceptarlo: es un cargo que vale la pena. No nos hagáis menospreciarlo. Degradarlo. Abandonarlo. Pero a Mas, ni se nos ocurra perderlo. Mas es un activo importantísimo para el proceso. Lo es porque arrastra a los moderados, a los centrados, y a los hombres temerosos de Dios. Poca broma. Todos estos lo quieren a él. Y si ven que el señor Mas habla con Merkel, se calmarán y no los perderemos. Estoy a favor. De hecho, ya os lo digo ahora, yo no sólo lo haría responsable del Área Internacional, donde creo que lo haría de maravilla, sino que también lo haría Consejero Primero. Un consejero primero con atribuciones exteriores.

Esta fórmula de Romeva, Mas, Junqueras (y en este orden) no es la fórmula que encaja más con la CUP. Es la que encaja más con Juntos por el Sí. Y lo sabéis. Lo que pasa que no os atrevéis a decirselo al señor Mas. Despectivamente dicen que es vuestro número cuatro. Para mí, es vuestro Guardiola. Respeto. Y, como no os atrevéis vosotros, ya se lo digo yo: presidente, yo ni le quiero, ni le odio. Yo le estoy usando. Soy un hombre práctico. Y si quiero esta opción es porque visualiza claramente, a primera vista, que usted está dentro, y la corrupción no. Y este es un cóctel ganador. Si me encuentra otro que lo mejore, escucharé.

Mas es un hombre que nadie ha podido demostrar que sea corrupto. No se puede decir lo mismo de CDC. Por eso es útil, conveniente, y una buena idea que el presidente no sea de este partido. Tan sencillo, y práctico, e injusto, como esto. Además, sumamos los votos necesarios de la CUP y la buena predisposición de CSQP. Creo que Raül Romeva puede ayudar, y mucho, como presidente, en el proceso constituyente a la hora de atraer a los votantes de Iniciativa. Haría eso mucho mejor que Mas. Yo a Romeva lo veo pilotando el proceso constituyente mucho más que en Internacional.

Estimado votante de Juntos por el Sí, unos quieren a Mas, Romeva, Junqueras y otros, fíjate tú, queremos a Romeva, Mas, Junqueras. Se ve que somos irreconciliables, tú. Que no encontraremos la solución. Pues yo creo que sí. Eso sí, debemos huir de falsos debates (Mas sí, Mas no) y afrontar el debate real (Mas sí, pero ¿dónde?) Y, sobre todo sobre todo sobre todo, debemos ser prácticos y dejarnos de romanticismos, en ambos lados. Esto, por suerte, incluye dejar de lado el odio. Lamentablemente, también el amor.

 

 

Antonio Baños, el cebo de la CUP

Enric Vila

http://www.elnacional.cat/ca/antonio-banos-lesquer-de-la-cup/

Antonio Baños es un hombre gracioso y juvenil, que parece mucho más resistente a la alegría efervescente y pasajera de las noches de fiesta que al culo de hierro y al instinto asesino que pide la política. Las gafas de mandarín y la barba de bohemio le dan un aire de intelectual antiguo o de estudiante eterno, sobre todo cuando sonríe y se le hacen los hoyuelos de buen chico en las mejillas. Su manera de vestir, a medio camino entre el modernismo catalán y el casticismo madrileño, hace pensar en aquellos dandis de barrio que todo el mundo saluda y que siempre encuentran a alguien lo bastante dispuesto para pagar sus copas o escuchar sus chistes.

David Fernández cree en santos y mártires y tiene una idea del fracaso melodramática y redentora. Fernández cree que los perdedores hacen avanzar el mundo. Baños es un epicúreo que lo sacrificaría todo -o casi todo- a proteger su libertad y sus pequeños placeres de cada día. Fernández conectó con el país porque tiene un aire de hombre sufridor y comprometido. Baños parece un perdedor de oficio, un hombre sediento de amor que busca en el romanticismo de las causas imposibles un modo de sentirse acompañado y de disimular la mala opinión que tiene de sí mismo. Si Fernández gustaba porque se toma la tragedia de la vida a la tremenda, Baños conecta con el país porque disfraza de ironía y de consignas revolucionarias un complejo de inferioridad social y nacional compartido por mucha gente.

Baños (“mi patria es la Meridiana”) no se explica sin la huella que la Gauche Divine y Pasqual Maragall dejaron en la cultura urbana del país y en la Barcelona destruida por el franquismo. Si Fernández no se explica sin el independentismo vasco, el nuevo líder de la CUP forma parte de un mundo de clase media-baja que ha mimetizado la épica de aquel progresismo pijo y provinciano de la transición que, para disimular su impotencia y su castellanización, pretendió que incluso la miseria se puede comprar y convertir en una experiencia atractiva. La nueva figura de la CUP, que dice que es un catalán auténtico porque todos sus antepasados son de origen extranjero, tuvo un abuelo de la CNT y otro falangista. Su madre se llamaba ‘Liberty’ y fue la primera niña que llevó pantalones en Nou Barris y Sant Andreu.

Nacido en 1967, Baños llega al Parlamento después de dedicarse al periodismo durante más de veinte años sin haber establecido compromisos laborales estables. Licenciado en la Universidad Autónoma, ha colaborado en medios del sistema español como Ajoblanco, La Vanguardia, El Periódico, ADN, Público, Qué Leer, Diario.es, La Marea, La Sexta, Cadena Ser, Onda Cero y en revistas marginales con nombres como Apnea, Vida Apícola o Panadería y Molinería. Hablando de la época del Ajoblanco, su mítico director, Pepe Ribas, declaraba recientemente que Baños es un hombre que necesita desaparecer de vez en cuando sin avisar. Para ilustrar que es un hombre que no se deja amargar la fiesta fácilmente, el columnista de El Mundo Antonio Lucas recordaba en un artículo una crónica de Baños de un concierto que, en realidad, no se celebró nunca debido al mal tiempo.

Repasando la vida profesional de Baños, uno tiene la impresión de que el nuevo independiente estrella de la CUP no es sólo un cataollas; como opinador ha vivido de dar lecciones sobre lo que descubría de nuevo y demostrar que es inteligente y tiene más razón que los especialistas. Es lo que hace en libros como ‘La economía no existe’ (2009), ‘Posteconomia’ (2012) o ‘La rebelión catalana’ (2013), eso sí, siempre con mucha amenidad e ingenio, y seguramente con más por ganas de jugar, que no por pedantería. En un país de gente tan susceptible y sufridora, y que se toma tan en serio, Baños tiene la gracia de que no es perfeccionista, ni parece tener ningún interés en profundizar en nada -quizás porque considera que la profundidad no existe-. Este pasotismo estilizado de poeta que ofrece un verso o un neologismo a cambio de un anís gratis también es el aire que respiran las canciones de su grupo ‘Los Carradine’.

Yo creo que si Baños no es de derechas es porque no nació rico y que si ahora es independentista es porque, actualmente, esta es la manera más eficaz de atacar el orden establecido sin perder la alegría. La CUP lo ha utilizado de cebo para endulzar su imagen de partido dogmático, al igual que David Fernández sirvió en su momento para hacer un guiño al activismo. Teniendo en cuenta que Baños parece más adecuado para animar una fiesta que para negociar unos presupuestos, es difícil creer que la elección de la CUP es inocente. De hecho, me cuesta no ver en él la encarnación de la psicología del país que se empieza a preparar por si fuera necesario embellecer otra derrota.

La relevancia política de Baños, al igual que la de Gabriel Rufián, no se explica sin esa Cataluña que pide perdón por existir y que necesita sentirse validada por la cultura castellana y el discurso políticamente correcto. Ninguno de los dos se siente identificado con el nacionalismo mimoso, pero ambos son sobrevalorados por este mismo nacionalismo. Si Cataluña no fuera un país colonizado, Quim Arrufat o Anna Gabriel seguramente habrían ido de cabezas de lista -sólo hay que comparar los currículums-. Pero si las chicas guapas del unionismo intentan tapar el fantasma de la Guardia Civil, los chicos de moda del independentismo también hacen su función de simulación y encubrimiento.

Tras participar en las manifestaciones de Génova y de Barcelona contra la globalización o de hacer de escudo humano en la Franja de Gaza y en Irak, por Sadam Hussein, Baños ha aterrizado en el independentismo catalán. Ojalá esta vez, la causa que ha elegido para divertirse y subirse la autoestima tenga un poco más de suerte.

 

 

La CUP hace de modista

EMMA ANSOLA

EL PUNT-AVUI

En la noche del 27-S, los astros o las brujas se conjuraron y propiciaron el resultado electoral más complejo, arriesgado e inesperado tanto para la coalición de Juntos por el Sí como para la CUP. La frase fue pronunciada la noche electoral por un miembro afín a la lista de la izquierda independentista que ahora mira la negociación desde la barrera. “Será complicado”, aventuró el día siguiente de las elecciones. Y enredadas continúan las negociaciones siete semanas después del 27-S. De momento, la conjura ya ha dejado huella en las hemerotecas y, por primera vez, serán necesarios más de dos votaciones para poder investir un nuevo presidente de la Generalitat.

Pero, además, y debido a la presión que la formación de la izquierda independentista dice que está viviendo por la falta de acuerdo, ha optado por hacer público el documento ‘Hilo en la aguja’. Cincuenta páginas con todo lo que, según la CUP y de acuerdo con el programa electoral de JxSí, hay que hacer durante los próximos dieciocho meses y que ha servido de herramienta de trabajo en las negociaciones con CDC y ERC. Ahora las han hecho públicas para hacer llegar su mensaje de forma directa al ciudadano y desvanecer “intoxicaciones”. El segundo no a Artur Mas ha destapado la caja de los truenos e incluso ha propiciado la convocatoria mañana de una manifestación por parte de la ANC que la formación se mira de reojo y con preocupación.

Entre el material que se ha hecho público, aparece el plan de emergencia social que la formación anunció al inicio del período de negociaciones. Se trata de una de las herramientas con las que la izquierda independentista quiere conseguir los tres objetivos que deben servir como fundamentos en la república catalana: “Independencia, pobreza cero y basta de corrupción”. Unos pilares que el actual presidente en funciones ha desterrado a lo largo de su carrera política, según expresa la formación. Y lo ejemplifica diciendo: “¿Quién se hizo el enfermo no puede hacer ahora el hospital”. Por ello, reclaman una “persona de consenso” que lidere la mayoría parlamentaria que forman los 72 diputados independentistas de la cámara catalana y que no esté “vinculada a los recortes ni a los casos de corrupción ni a una gestión del proceso que a menudo ha priorizado los intereses del partido y los ha confundido con los de país”. De hecho, la CUP quiere limpiar.

Enrocados en la persona que debe liderar el proceso, el documento recoge, conjuntamente con las medidas del plan de choque, las otras dos patas del proceso: la ruptura democrática con el fin de ir avanzando en el objetivo de la independencia y el proceso constituyente que debe redactar la futura constitución. Los de la CUP se han presentado como los herederos de los que lucharon contra la dictadura y que la Transición silenció. Por eso, ahora recuperan “una demanda central de la oposición antifranquista”, la ruptura democrática, que implica desobedecer las leyes de España y redactar otras nuevas con el objetivo de “ejercer la soberanía” como pueblo y “bloquear todo intento de restauración” que el resultado de las elecciones del 20-D pueda llegar a propiciar desde las élites. Esta tarea queda recogida en la declaración que se aprobó el lunes en el pleno y que el Tribunal Constitucional ya ha suspendido. El documento ya ha sido motivo de polémica para aquellos que consideran que ha sido inoportuno llevarlo a aprobación cuando todavía no hay un gobierno sólido que pueda defender su contenido. La CUP lo defensa como “un acto de apertura, de soberanía y de dignidad democrática” que, además, va acompañado de un anexo para visualizar que las reivindicaciones sociales son igual de importantes que las nacionales.

Finalmente, el documento defiende la construcción de un proceso constituyente en el que los protagonistas sean los cargos electos locales y los representantes de movimientos sociales, sindicales, culturales y económicos estructurados a lo largo y ancho del territorio. En este punto, las urnas deben ser las que dictaminen aspectos clave de la política como la gestión pública del agua y el impago de la deuda. Y, para luchar contra la corrupción, el documento apuesta por que la Generalitat se persone en todas aquellas causas en que se han dañado fondos públicos y se dote a los Mossos de expertos económicos y financieros.

Compromiso

“Nunca en la vida ni bajo ningún concepto fallaremos a la libertad política de nuestro pueblo. Como tampoco fallaremos -nunca en la vida ni en ningún caso, a la justicia social para su gente”, es la última nota que recoge el documento hecho público por la CUP.

 

 

No «amos bien»

Patrícia Gabancho

NACIÓ DIGITAL

No hago más que encontrarme con gente enfadada. Gente que dice que si hubiera querido aplicar el programa de la CUP habría votado la CUP. Gente que habla de dignidad herida. Gente que habla de lío. Gente que habla de proceso desgarrado. ¿Qué les dice la gente a los chicos de la CUP? ¿Les dicen que adelante, que firmes, que no cedan? ¿Que 10 valen más que 62? ¿Que aprovechen la oportunidad porque tanto poder no lo volverán a tener nunca más en la vida?

Estamos en una paradoja. Pierden los que han ganado las elecciones. Seamos serios: el proceso, tal y como iba avanzando, se ha desmantelado. Hemos perdido el control de la “democracia” -la palabra la tiene ahora el unionismo-; hemos puesto en marcha una batalla por las hegemonías interiores que es nefasta; hemos regalado kilos de votos a Rajoy y C’s; hemos destruido la dignidad de Mas y nos hemos cargado el liderazgo; hemos dado a la CUP un poder que no nos quitaremos de encima en toda la legislatura, si hay legislatura; y más que nada hemos perdido la solvencia internacional que hasta ahora nos habíamos trabajado. Es decir, hemos desgarrado el proceso. El proceso tal y como lo conocíamos.

Puede que el tema continúe, pero convengamos que habría sido mejor hacer enseguida la investidura, sin discusiones -¡Viva la piña!, que diría un casteller-, y esperar al 21-D para hacer la declaración que todo el mundo llevaba en el programa. Y tampoco había que meter el dedo en el ojo al TC: con esquivarlo era suficiente. El proceso habría continuado siendo impecable. Ahora es una chapuza. Mucha gente está enfadada, desconcertada, desilusionada. Todos seguirán siendo independentistas pero no estoy segura de que continúen dentro de este proceso.

La clase media es un asunto serio en la marcha de cualquier país. Los países no se estabilizan hasta que no generan clase media. Y la clase media es el motor del progreso, no el freno. Del progreso ordenado. Esto representaba Mas. Y eso era el núcleo del proceso y era lo que nos daba crédito internacional. Ahora estamos en otro juego. De acuerdo. Esperemos ver a dónde nos lleva. Por el momento no “amos bien”.

 

 

Pongamos que hablo de Madrid, desde la resaca del 27S

FRANCESC ABAD

RACÓ CATALÀ

No hemos cerrado el episodio del 27S ni del incalificable post 27S, que ya estamos a las puertas de unas nuevas elecciones, en este caso al Congreso y al Senado españoles.

El 27S debían ser unas elecciones plebiscitarias, y algunos nos esforzamos al máximo para que lo fueran. La candidatura de Juntos por el Sí fue clave para que tuvieran ese carácter. Y así fue reconocido por medio mundo. Vaya, en prácticamente todo el mundo excepto en particular micromundo de Madrid y sus alrededores.

El problema que hemos tenido no es la «reacción» del Estado español, totalmente previsible, sino que nosotros mismos, en el frente del Sí, somos los que estamos tirando por el fregadero ese carácter plebiscitario que habíamos conseguido tuvieran.

Bueno, uso la primera del plural, pero es un recurso retórico. Lo cierto es que quien se lo está cargando, y no es ninguna sorpresa, es la CUP. No es ninguna sorpresa porque p.ej. yo mismo antes del 27S ya lo advertí tantas veces como pude, que para hacer la independencia sólo se podía contar con Juntos por el Sí. La CUP podía servir, y mucho, para configurar una mayoría democrática por la independencia, sin duda, pero no para hacer la independencia. Y así estamos.

La CUP no está preparada para participar del proceso de «hacer la independencia», pero por el resultado del 27S ahora se lo exigimos. El problema no es la CUP, a quien como mucho podemos reprochar que con mucha habilidad escondieran la su cara más sectaria, su natural, y se postulasen como una opción abierta, alegre y de buen rollo. Tensionada por la situación creada por los resultados del 27S, emerge la auténtica CUP. Y mucha gente exclama. Yo no. Están haciendo lo que cualquiera que conozca un poco este mundo sabe que harían, es decir, no participar en el complicadísimo proceso de «hacer la independencia».

Y así estamos. Con una mayoría insuficiente para hacer la independencia, y de alguna manera dependiendo de una formación política inmadura, a la que le tiemblan las piernas sólo de pensar deben «hacer» algo, mojarse, que eran muy importantes para sumar una mayoría ‘indy’ pero eran nocivos por completo para aguantar el sacrificio de una lógica tan dura como es la de «hacer la independencia».

En todo caso, los que tienen que dedicar unos minutos a pensar en ello son los que no se lo dedicaron en el momento de decidir su voto, y sin haber participado ni conocer nada del mundo de las CUP, les votaron porque quedaba guay, diferente, más alternativo y tal. La endémica y letal frivolidad del pensamiento débil catalán.

Mi visión en relación con la situación creada es que las negociaciones que han llevado Juntos por el Sí y CUP hace muchas semanas que se deberían haber terminado. Hay un punto en el que no hay nada más que negociar. Y todo lo que siga a este punto no hace nada más que alimentar la confusión, dar falsas esperanzas y atraparnos del todo en la especialidad de la CUP, la palabrería.

Juntos por el Sí hace tiempo que debería haber dicho, después de las primeras semanas de conversaciones, «esta es nuestra propuesta». Si estamos de acuerdo, seguimos con el proceso como lo hemos conocido hasta ahora. Y si no estáis, pues no hay nada más que hablar, se lo explicamos a la gente, se fracasa en el Parlamento, no nos enredamos con declaraciones que quedan patéticas si no tienen detrás un gobierno que las pueda impulsar y hacer creíbles a los ojos de la comunidad internacional y de todo el país, y vamos hacia unas nuevas elecciones en las que el proceso sería nuevamente sometido a una nueva prueba de fuego, en unas condiciones seguramente muy diferentes a las del 27S y en las que con toda probabilidad lo que pasara sería el inicio de un proceso diferente al que hasta entonces habíamos vivido.

Ahora estamos atrapados en un blucle de confusión, desilusión e incertidumbre que, como una sala de espejos, distorsiona la realidad. Y, encima, este insoportable ruido de la palabrería que no cesa. Y en este momento, es decir, en el peor momento para el proceso, llegan las elecciones españolas.

Seré muy claro. En estas elecciones tenemos muy poco que ganar y muchísimo que perder.

De entrada había un debate superado por los acontecimientos: si era necesario que las fuerzas independentistas se presentaran o no. Yo inicialmente era partidario de promover la abstención. Pero entendí los motivos que había para no ceder todo el protagonismo de esta cita a las fuerzas unionistas. Habríamos salido perdiendo, seguro. Había que ir. Y se va. La cuestión clave que marcará estas elecciones es que la forma en que iremos nos lleva al desastre. En lugar de dar continuidad a la experiencia unitaria, que había proporcionado buenos rendimientos y que aseguraba que el independentismo ganara las elecciones… lo que hemos hecho es tomar un revólver, llenar el tambor de seis agujeros con cinco balas y jugar a la ruleta rusa en estas condiciones.

Es decir, tenemos una única posibilidad de salir vivos. Y tenemos muchas posibilidades de que, por combinaciones diferentes, el resultado del 20D implique que nos saltemos el cerebro por los aires, que nos inmolemos. Entonces sólo nos quedará el aplaudir a los brillantes estrategas que habiendo podido configurar una candidatura ganadora, han optado por hacer más o menos lo de siempre, con una irresponsabilidad que a mí me deja desconcertado, y presentarse cada uno por su lado, a su aire. Por más que intentaran maquillar la cosa.

Las balas que nos pueden hacer saltar por los aires se concentran en la posibilidad, muy probable, que C’s gane las elecciones. Eso sería un duro golpe para el proceso. Atrapados en el bucle como estamos, con la estupefacción e incomprensión del votante ‘indy’ ante todo lo que está pasando en el post 27S, ofrecer un «más de lo de siempre” para el 20D, olvidarse de la experiencia positiva del 27S y renunciar a mejorarla con todo lo que había aprendido puede ser electoralmente fatal.

Un segundo riesgo de cómo hacemos frente a estas elecciones es que sea aprovechado para reeditar la lucha por la hegemonía en el campo independentista. Esto, que la unidad había permitido superar, ahora se puede volver a reeditar con toda su crudeza.

Un tercer riesgo es la segura lectura en clave de segunda vuelta del 27S que intentará hacer el unionionismo. Yo lo entiendo, porque es lo que yo, de ellos, también haría. Este era el punto clave que a mí me motivaba más para la postura de no participar en estas elecciones: evitar a toda costa que fueran leídas en clave de segunda vuelta. Pero, como decíamos antes, los argumentos para ir pesaban más.

Un mapa electoral que surge del 20D con C’s como primera fuerza, con PP, PSC-PSOE, Qwerty, etc es un mapa que pudo tener consecuencias devastadoras para el proceso. Por lo tanto, había que ir. El problema es que la forma en que iremos no es la mejor para evitar que lo que se quería impedir que pasara con la abstención, no pase participando. De verdad que somos el país de los tiros al pie.

Pero en fin. Una vez hechas las lamentaciones, es necesario que nos pongamos a ello. Y hace falta que trabajamos todos para que el resultado del 20D no sea un hachazo en la medular del proceso. Para que esto no ocurra es necesario que Democracia y Libertad (la coalición de CDC y Demócratas -herederos de la auténtica Unió-) y ERC tengan un muy buen resultado, que ganen, que impidan el triunfo de Ciudadanos y que sumen suficiente diputados y votos como para que, en un contexto tan adverso, garanticemos que el proceso sigue adelante.

La cosa está jodida, porque por primera vez en el tiempo no votaremos empujados por la ilusión, sino desde una cierta confusión, con la única motivación de que el resultado acabe con nuestras ilusiones. Es un voto más reactivo que constructivo, pero será, al fin y al cabo, un voto tan importante como los que hemos hecho desde el ciclo electoral de 2012.

ERC ha hecho una apuesta valiente, poniendo de cabeza de lista a una persona que me merece mucho respeto y a quien tengo mucho afecto, como Gabriel Rufian. Y haciendo tándem con una persona a la que también respeto mucho, a pesar de la evidente distancia ideológica que nos separa, como es Joan Tardà.

CDC ha sido atrevida y ha hecho lo que muchos pedíamos tenía que hacer: promover una candidatura que superara la tradicional candidatura de partido, que la abriera a nuevos acentos, nuevas caras, nuevas personas, que transmitieran esa capacidad de sumar transversalmente desde la democracia-cristiana fiel al legado de los fundadores de Unió en 1931 hasta los perfiles socialdemócratas que hay en CDC. Y lo han hecho.

La candidatura Democracia y Libertad está encabezada por una magnífico candidato, como es Quico Homs, auténtico estratega del giro independentista de CDC, la que ha llevado al partido mayoritario del catalanismo de Cataluña del autonomismo al independentismo en menos de 10 años. Francesc Homs no sólo inspira la decisiva conferencia del 2007 donde CDC sitúa el Derecho a Decidir como eje central de su política, sino que acompaña la transición hasta la candidatura explícitamente independentista de Juntos por el Sí de este 2015. Menos de 10 años en los que el grueso del electorado convergente ha ido virando de acuerdo a la estrategia de la que Quico Homs era uno de los principales impulsores, de acuerdo con la estrategia que finalmente ha logrado configurar una mayoría social independentista expresada también electoralmente.

Conocí a Quico Homs en la época de la Universidad, en la FNEC. Desde entonces hemos mantenido una amistad que me honra, a pesar de no ser yo de CDC, a pesar de haber participado de otras propuestas políticas, y a pesar de que estar en contacto con alguien con sus obligaciones no sea algo fácil. Tengo una confianza plena en Quico, en su capacidad y en su patriotismo. PLENA. Pocas personas habrán sido tan decisivas para que el proceso independentista haya llegado a dónde ha llegado como lo ha sido Quico. Y creo que es muy importante para el proceso que haya dado este paso adelante y sea el cabeza de lista para Madrid. Mucho.

Acompañarán a Quico Carles Campuzano, un joven veterano, que tiene uno de estos perfiles muy sociales, desde siempre, de CDC.

Y hay dos personas que formarán parte de la lista en los lugares delanteros que es para mí una gran satisfacción que estén: Míriam Nogueras y Miquel Puig.

Miriam es concejala de CDC de Cardedeu. Es joven, pero lo más importante para mí no es su juventud, sino todo lo que aporta de renovación, de formas nuevas, de capacidad y de coraje. El mundo convergente a menudo peca de rígido, tal vez sin darse cuenta. Miriam es aire fresco, es otra cosa de lo que estamos acostumbrados a ver en el espacio convergente. Es activista 2.0, es comprometida y tiene una gran capacidad de comunicar y de debatir, como ha demostrado en BTV y La Sexta siempre que ha tenido ocasión.

Miquel Puig es economista, y es una de esas personas que nuestro país tiene la suerte de tener, por sólida, por fiable, por competente. Persona de larga trayectoria, aporta seguridad a todo lo que hace y dice, en todo en lo que se compromete. Y en estos momentos, para el proceso, tener el compromiso de personas con este carácter, con estas aptitudes, es clave, es imprescindible. Además formará parte de la lista propuesta de Demócratas, y esto es algo que reafirma que la nueva propuesta demócrata-cristiana de Cataluña es algo muy, muy diferente de en lo que la había convertido el parásito de Duran i lleida. Demócratas recoge el testigo venerable de los fundadores de Unió en 1931 y camina con paso firme para ser un partido clave para la independencia y para el día siguiente de la independencia.

Por último, también hay que señalar la trascendencia de la cabeza de lista de Democracia y libertad para el Senado, Miquel Ángel Escobar, una persona proveniente del mundo del socialismo del Barcelona, que hasta ahora era el Secretario de comunicación de UGT y que también forma parte de Súmate. Es un perfil insólito en el mundo convergente, pero que demuestra hasta qué punto su candidatura para el 20D es pensada y valiente.

No tengo ninguna duda de que lo mejor para el país y para el proceso independentista es que la candidatura de Democracia y Libertad gane estas elecciones. De hecho creo que es clave para el proceso que esto sea así. Es importante que un buen resultado de Democracia y Libertad puede ayudar a religar al proceso los sectores más moderados que el 27S apoyaron Juntos por el Sí. Es importante una candidatura así que dé garantías suficientes al gran grueso de la sociedad, que es la que ha protagonizado esta transición hacia posiciones independentistas. Y porque si todo esto ocurre, si el electorado independentista tiene mayoritariamente un comportamiento racional y apoya Democracia y Libertad será la única manera de evitar que la noche del 20D en Cataluña C’s aparezca como la ganadora de las elecciones. También, obviamente, deseo que ERC saque su mejor resultado posible, y esté en condiciones de recuperar el voto que el 27S ha ido tan frívolamente hacia la CUP, que no se presenta a estas elecciones.

Resumiendo. Que lo teníamos todo al alcance, y nosotros mismos lo hemos estropeado. Que está pasando lo que algunos dijimos que pasaría, y ahora estamos pidiendo a quien no está preparado para hacer la independencia, que ayude. Que estamos metidos en un bucle de mierda del que no sabemos cómo saldremos. Y que como si no tuviéramos suficientes problemas, ahora tenemos por delante unas elecciones españolas donde tenemos muy poco que ganar y mucho que perder. Y que una de las pocas posibilidades que tenemos de ganar es que Democracia y Libertad tenga un apoyo masivo del votante independentista.

Veremos.

 

 

No asfixiamos el proceso

Andreu Mas-Colell

ARA

Quisiera hacer algunas consideraciones sobre el debate de investidura que tuvo lugar del 9 al 12 de noviembre. Lo hago a título personal, pero desde el punto de vista del centro catalanista, hoy soberanista, que es el de los gobiernos de los últimos cinco años presididos por Artur Mas.

El desarrollo normal de este debate debería haber sido que, ante un gran objetivo compartido y la composición del Parlamento, el presidente Mas hubiera contado desde el primer día con los votos necesarios de la CUP, sin condicionantes mayores. Pero no ha sido así. Por la razón que sea, que seguramente incluye la inmadurez parlamentaria, la CUP pretende condicionar a fondo el programa político. Ha conseguido del Parlamento, gratis, una resolución de soberanía previa a la formación de gobierno, ha logrado determinar la estructura del futuro gobierno y, aún más importante, ha logrado garantizarse mecanismos de control (la moción de confianza en diez meses). Pero, aun así, respondió “no” y “no” a la investidura. Ahora hablan de acuerdos estables y, más allá de lo que introdujeron en el anexo de la resolución de soberanía, ponen 53 condiciones sobre la mesa. ¿Qué duda puede haber de que su pretensión es liquidar el liderazgo del presidente Mas y controlar externamente el próximo Gobierno?

El tipo de corresponsabilización al que la CUP parece aspirar tendría efectos muy negativos sobre el proceso político catalán. El protagonismo de la CUP plantea al menos tres problemas.

En primer lugar, la CUP quiere acelerar un proceso que no se puede decir que haya ido lento. La prisa en impulsar una resolución de soberanía con un gobierno aún en funciones, y que se impone a un gobierno aún inexistente, es buena muestra (una consecuencia absurda ha sido convertir a los miembros del gobierno en funciones en involuntarios policías del Tribunal Constitucional). Es evidente que el recorrido que tenemos por delante pide cautela y mucha atención al mantenimiento de grandes mayorías alineadas con el proceso. No está claro que esto le importe a la CUP.

En segundo lugar, no hago ningún descubrimiento si digo que la CUP es un partido anticapitalista de extrema izquierda. Esto es perfectamente respetable y, ciertamente, formar mayorías parlamentarias obliga a ser flexible y a llegar a compromisos. Ahora bien, es de sentido común que, si la CUP insiste en hacer muy presentes sus inclinaciones y prioridades en el programa del próximo Gobierno, el apoyo al proceso por parte de sectores de las clases medias se puede erosionar. Como miembro de los gobiernos de los últimos cinco años me permito expresar mi inquietud por demandas, recogidas en las 54 condiciones, que implican echar atrás algunas de las buenas políticas y buenas realizaciones de estos gobiernos (por ejemplo, el decreto de plantillas de enseñanza, o el VISC+ de Salud).

Finalmente, tanto o más serio es que la CUP se ha definido como euroescéptica y antieuro. Asociarnos, aunque sea indirectamente, con estas posiciones nos hace daño en un frente absolutamente vital: el frente europeo e internacional. El proceso catalán ha disfrutado de comprensión, incluso de simpatía, en la prensa y medios de comunicación internacionales. Pero en estos ámbitos la percepción de dependencia hacia la CUP genera reacciones muy frías, si no gélidas. Lo hemos visto hace pocos días con un editorial del Financial Times que sólo podemos describir como muy negativo hacia nosotros y hacia el momento que vive el proceso.

Como conclusión: de la CUP podemos aceptar dos votos para la investidura de Artur Mas como presidente, pero no sus condiciones. Ya sé que esto parecer que puede llevar a nuevas elecciones en el mes de marzo. Si es así estoy convencido de que el presidente Mas sabrá explicar en la nueva campaña electoral donde estamos y por qué estamos ahí, y que los catalanes sabrán decidir, con sabiduría, qué liderazgo quieren para el proceso.