La Mano de Irulegi y el ‘hombre de Loizu’, en una nueva ubicación en el Museo de Navarra Javier Bergasa
Hemos sabido siempre defender lo nuestro. Fuimos un reino durante mil años y aún conservamos algo de nuestro pasado, nos lo está recordando el Monumento a los Fueros, son los Fueros nuestras costumbres que pasaron a ser leyes. Tenemos mucho que debemos valorar, defender y que no podemos olvidar; mitología, folklore, deporte rural, gastronomía, cultura… tantas cosas por las que nos diferenciamos de otros pueblos que también defienden las suyas.
Pero el tesoro más importante es nuestra Lingua Navarrorum, como nos lo señala la Mano de Irulegi desde hace 2.000 años. Innumerable la lista de lingüistas de todo el mundo que han valorado el euskera, recuerdo aquí solamente a tres europeos: Guillermo Hunbolt, hermano del geógrafo, Luis Luciano Bonaparte, sobrino de Napoleón que dominó como nadie el euskera y los distintos euskalkiak y Theo Vinneman. Se valora sobre todo su antigüedad y se llegó a afirmar que es la reliquia más importante que aún nos queda en Europa. Ha tenido detractores yo los llamaría simplemente “incultos” y no sólo en el franquismo. Nos queda una tarea importantísima que es nuestra obligación de conservarla como lo hicieron nuestros mayores y no hay otra forma que practicarla, que se escuche en nuestra calles. Tarea de los que dominan la lengua, de los padres, de los jóvenes y de la administración. Está en nuestras manos como lo ha estado en la de Irulegi durante tanto tiempo.
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