¿Qué está pasando en Corea del Norte? El 23 de noviembre, su ejército disparó casi 200 asaltos de artillería contra la isla surcoreana de Yeonpyeong, cerca de la frontera marítima en disputa durante dos siglos, en la que murieron cuatro personas –entre ellas dos civiles- y quedaron demolidas decenas de casas y otras estructuras. La presencia de civiles, muchos de los cuales tuvieron que ser evacuados, hizo que el ataque de Corea del Norte resultara aún más provocador que su hundimiento en marzo del buque de guerra surcoreano Cheonan, en el que murieron 46 marineros.
Y, apenas unas semanas antes de los ataques a Yeonpyeong, Corea del Norte le mostró a una delegación de científicos norteamericanos una planta de enriquecimiento de uranio nunca antes revelada, que aumentará la capacidad del régimen para fabricar armas nucleares.
El programa de armas nucleares de Corea del Norte ha sido motivo de preocupación durante dos décadas. Pyongyang violó sus obligaciones bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear al reprocesar en secreto suficiente plutonio como para producir dos armas nucleares a comienzos de los años 1990. Después de retirarse de un acuerdo de restricción negociado por la administración Clinton en 1994, expulsó a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica y comenzó a reprocesar combustible gastado que podía producir plutonio para otras seis bombas.
Hoy, con su nueva planta de enriquecimiento, el acceso de Corea del Norte a materiales fisibles aumentará enormemente. Sus líderes tienen la reputación de vender objetos peligrosos como misiles, narcóticos y moneda falsa, y muchos temen que puedan transferir materiales nucleares a otros países o a grupos terroristas. Las recientes revelaciones de Wikileaks de documentos diplomáticos clasificados de Estados Unidos, por ejemplo, sugieren que Corea del Norte ha estado ayudando a Irán con su programa avanzado de misiles.
La administración de George W. Bush, en un principio, anhelaba poder resolver el problema nuclear norcoreano a través de un cambio de régimen. La idea era que el aislamiento y las sanciones derrocarían a la dictadura de Kim Jong-il. Pero el régimen resultó resistente, y la administración Bush finalmente aceptó entrar en conversaciones de seis partes con China, Rusia, Japón y las dos Coreas.
En septiembre de 2005, por un momento pareció que las conversaciones habían llevado a Corea del Norte a aceptar renunciar a su programa nuclear a cambio de garantías de seguridad y eliminación de las sanciones. Pero el acuerdo pronto colapsó, y Corea del Norte se negó a regresar a las conversaciones hasta que Estados Unidos dejara de cerrar cuentas bancarias sospechadas de falsificación y lavado de dinero para el régimen de Kim.
Posteriormente, cuando la diplomacia se estancó, Corea del Norte lanzó una serie de misiles en el Mar de Japón. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas acordaron una resolución que condenaba las acciones de Corea del Norte, y China advirtió a Corea del Norte que moderara su comportamiento. Por el contrario, en 2006, Corea del Norte detonó un dispositivo nuclear, y lo volvió a hacer en 2009.
Ostensiblemente, Corea del Norte es un país débil con un sistema económico desastroso. Tras arrancar con niveles similares hace medio siglo, Corea del Sur creció hasta convertirse en una de las economías más prósperas del mundo, con casi 50 millones de personas que gozan de un ingreso per capita de 30.000 dólares (a paridad de poder de compra). Corea del Norte tiene la mitad de la población y un ingreso per capita de menos de 2.000 dólares. En los años 1990, Corea del Norte sufrió una hambruna extrema, que probablemente mató a 1-2 millones de personas, y hasta hoy Corea del Norte depende de China para tener alimento y combustible.
¿Cómo puede Corea del Norte, entonces, ingeniárselas para desafiar a su vecino?
Por un lado, Corea del Norte tiene “el poder de la debilidad”. En ciertas situaciones, la debilidad –y la amenaza de que un socio colapse- puede ser una fuente de poder de negociación. Un deudor en quiebra que debe 1.000 dólares tiene escaso poder, pero si debe 1 millón de dólares, puede tener un considerable poder de negociación –pensemos en el destino de instituciones juzgadas “demasiado grandes para quebrar” en la crisis financiera de 2008.
Como observó el Financial Times, “Kim Jong-il de Corea del Norte probablemente sea el único líder del mundo que puede hacer que Beijing parezca impotente. Hay diplomáticos que sostienen que Kim descaradamente se aprovecha de los miedos chinos. Si los chinos no le inyectan ayuda a su economía en ruinas, sostiene, enfrentarán olas de refugiados infiltrándose por la frontera y posibles disturbios”.
China no quiere una Corea del Norte nuclear o beligerante, pero está aún más preocupada por un estado fallido que colapse en su frontera. China intentó persuadir al régimen de Kim de seguir su ejemplo orientado al mercado, pero Kim teme que una apertura económica conduzca a una apertura política y a una pérdida de control dictatorial. De modo que, mientras que China intenta moderar la crisis actual, su influencia es limitada.
La otra fuente de poder de Corea del Norte es su audacia a la hora de jugar una mano débil. Sí, una invasión militar a gran escala se toparía con una derrota devastadora por la superioridad de las fuerzas militares surcoreanas y estadounidenses, cuyos ejercicios navales actuales en el Mar Amarillo están destinados a recordarle a Corea del Norte su disparidad. Pero, con 15.000 tubos de artillería enclavados en la Zona Desmilitarizada, a escasos 48 kilómetros al norte de Seúl, Corea del Norte sabe que si disparara unas pocas bombas podría causar estragos en el mercado bursátil y la economía de Corea del Sur, mientras que, en comparación, tiene menos que perder. Al hacer alarde de su voluntad de asumir mayores riesgos, el Norte espera mejorar aún más su poder de negociación.
La mayoría de los observadores atribuyen las recientes provocaciones a la sucesión anticipada del poder en Pyongyang. Kim Jong-il tuvo años para prepararse como un sucesor de su padre, Kim Il-sung, pero muchos informes sugieren que se está acercando al final de su vida. Este otoño (boreal), promovió a su hijo Kim Jong-un, hasta ahora de escasa exposición pública, al rango de general, y lo presentó en una conferencia del Partido Comunista.
La manifestación de éxito militar al “proteger” al régimen puede, en realidad, estar destinada a fortalecer el reclamo del poder del general de 28 años. Si fuera así, el comportamiento riesgoso que presenciamos recientemente es parte del proceso de solidificación de un sistema político único: una monarquía comunista hereditaria.
Joseph S. Nye, ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos, es profesor de Harvard y autor de The Future of Power, que saldrá a la venta en febrero.
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