El pasado jueves, TV-3 emitió el documental Adéu, Espanya? en hora de máxima audiencia. Pese a ser una pieza de 90 minutos, la emisión tuvo un éxito espectacular, y el éxito entre la audiencia joven también fue destacable. No me extraña en absoluto. Maria Dolors Genovès es una documentalista buenísima, rigurosa, acreditada y reconocida en todas partes. Además, ha tenido un gran equipo de colaboradores. Y el resultado ha sido muy bueno, tanto por el contenido como por la forma.
Todo el mundo sabía que, más allá de Catalunya, el documental no sería bien recibido. Tampoco lo fue el Adéu, Espanya (sin interrogante) del poeta Joan Maragall, pronunciado hace más de 100 años. Es más sorprendente, en cambio, que en Catalunya algunos no hayan entendido el documental. No digo que no les guste –hay gustos para todo–, sino que no lo hayan entendido. La crítica principal ha sido que no es suficientemente plural, que no aparecen las voces contrarias a la independencia, que son muchas. Ciertamente, no lo han entendido. Genovès no ha presentado un debate sobre la independencia, sino un documental sobre cómo está planteada la cuestión de la independencia en cuatro países (instituciones, leyes, historia, economía, proyectos). El documental solo muestra, describe, y después interroga. Cada cual ya opinará. Es como si se hiciera un documental sobre cómo se plantean la monarquía unos cuantos países, que podrían ser monárquicos o republicanos. Genovès solo documenta los pasos que ya se han dado en algunos lugares y los que deberían darse en los cuatro lugares, si se quisiesen dar.
Pero es cierto que el documento abre los ojos y da argumentos para el debate que nuestra sociedad tiene planteado desde hace tiempo. El objetivo del documental no es aportar opiniones, sino datos, hechos. Y España aparece poco favorecida, porque es el único de los cuatro países que puede sacar al Ejército a la calle contra la voluntad de los ciudadanos. La culpa de eso, sin embargo, no es del documental, sino de la Constitución española. Todo lo que se dice en 90 minutos es verdad. Si algunas verdades dan vergüenza, por favor, no maten al mensajero.