El doble asesinato de Prim

He leído una biografía de Bismark de 1899, escrita por un inglés irónico y clarividente llamado James Wycliffe Headlam, que me ha hecho pensar en el general Prim y en la dificultad de la empresa que quería llevar a cabo. La trampa que hacen con Prim los historiadores que necesitan justificar la sacrosanta unidad de España es aislar su personalidad del contexto Europeo. Así nos encontramos con que Prim, que es un personaje que serviría para explicar el paso de la Europa de Metternich a la Europa de las dos guerras mundiales, no pasa de ser una figura casposa que sólo sirve para explicar cuatro anécdotas castizas y discutir sobre la españolidad de Cataluña. Prim es una figura difícil porque era catalán en una Europa muy marcada por los Estados Nación y por sus capitales y también porque después de 1714 la manera que Madrid encontró para mantener la unidad de España sin el oro de las Américas fue aislando la península de Europa. El único momento en que el Estado español sale mencionado en la biografía de Wycliffe es cuando habla de la propuesta que el general Prim envió al príncipe Leopold de Prusia ofreciéndole la corona de España.

Prim es una de las pocas figuras de la política española con auténtica proyección internacional. Yo creo que esto es porque no tenía el culo alquilado por la red clientelar creada por los borbones y, por tanto, porque no fue nunca un muñeco de Francia o Inglaterra.

Cuando Wycliffe habla de la propuesta de Prim dice que probablemente estaba hecha con buena intención, pero entonces comienza a enumerar todas las ventajas que Bismark le veía y piensas que o bien el general era idiota o bien era consciente de que su proyecto de europeizar España se produciría en detrimento del Estado francés e incluso de la Gran Bretaña. El mismo biógrafo dice que todo el mundo sabía que París no daría su consentimiento a la candidatura y que Prim acordó mantenerla en secreto hasta el día de la votación en cortes para hacer el proceso irreversible y que Napoleón III tuviera que elegir entre aceptar el nuevo monarca -lo que probablemente produciría su caída- o bien ir a una guerra en dos frentes contra Prusia y España.

Si España existiera más allá de la propaganda y de la geografía quizás alguien habría estudiado por qué a diferencia de Cavour, de Disraeli o de Bismark, Prim fracasó. No creo que fuera por falta de talento por lo que la fortuna no le sonrió, como a otros líderes de su época. Para sacar al General Prim del folclore y la superstición, sin embargo, habría que explicar más honestamente qué papel han jugado los catalanes dentro del Estado español y por qué Burke pudo decir que España era una gran ballena varada en las costas de Europa a mediados siglo XVIII. Entonces aflorarían algunos aspectos que no se quieren tocar sobre el precio que los castellanos pagaron por ganar la guerra de sucesión y sobre la persistencia asombrosa del llamado problema catalán.

Se vería que Prim desafiaba demasiados poderes a la vez. El poder los borbones, el poder de Castilla sobre Cataluña, el poder que Francia e Inglaterra tenían sobre el Estado español desde la guerra de sucesión y el poder que el norte de Europa tiene todavía sobre el mediterráneo. Se vería que el proyecto de Prim iba ligado a la unificación de Italia y que tras la España de cartón piedra del discurso decimonónico había una realidad mucho más compleja y seguramente más potente que la actual, cada vez más asfixiada por la colosal chulería de Madrid. En definitiva, se vería que la Europa comercial y la Europa burocrática chocan de manera cíclica y que, hasta ahora, España y especialmente los catalanes siempre hemos pagado los platos rotos. Está claro que si en Madrid creen que la Vía Catalana es una manifestación nazi ¿qué quieres que expliquen del general Prim?

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