El cinismo de ‘En Común Podemos’ sobre los Jordis

Ha hecho más por el desenmascaramiento de ‘En Común Podemos’ su llegada al Gobierno de España que el conjunto de fundamentadas críticas que le ha dedicado buena parte del independentismo estos últimos años. Toda su oratoria de atril o mediática se ha deshecho en cuatro días como un helado al sol y ha quedado convertida en palabrería. No sólo se han revelado como fervientes monárquicos -las reverencias de Pablo Iglesias a su rey son muy vistosas, y también lo son los comentarios referidos al monarca y a su mujer: “Son encantadores”-, sino que también se han revelado como encubridores de torturadores condecorados y como fervientes militaristas, entregando la gestión de la crisis pandémica a una banda de generales uniformados que día tras día daban su “parte de guerra” radiotelevisado en la línea de los regímenes dictatoriales. En otras palabras, lo que los comunes-podemitas habrían reprobado si el Gobierno de España estuviera en manos de PP-Ciudadanos-Vox, es exactamente lo que ahora han hecho PSOE-Podemos. Es verdad que al final no les ha quedado más remedio que esconder a los generales detrás de una cortina, pero no como fruto de ningún replanteo. Lo han hecho porque las fuertes críticas y el hazmerreír que generaban en Cataluña les han desmontado el chiringuito.

Sin embargo, hay otra cuestión que estos días pone en evidencia el cinismo ideológico de ‘En Común Podemos’, o, si se quiere, su verdadera ideología, de raíz netamente españolista. Me refiero al tema dramático de los presos políticos, y más concretamente a Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. Los Jordis. Prestemos atención en estas palabras de Pablo Iglesias referidas a ellos, el 28 de mayo pasado: “Dos demócratas que deberán formar parte del debate fundamental para superar desde el consenso y la legalidad un conflicto político que ha hecho mucho daño”. Y en estas otras: “El Gobierno de España cumplirá la ley, y la ley la dictan los tribunales, nos gusten más o menos”. Y veamos que nos decía también Iglesias, abrazado a su colega Ada Colau, el 2 de noviembre de 2017: “Me avergüenza que en mi país se encarcele a los opositores”.

Dejando de lado que Pablo Iglesias dice unas cosas en Cataluña y otras muy diferentes en Madrid, reflexionemos por poco que sea sobre estas frases y veremos hasta qué punto todo es humo, pura comedia engañosa para almas cándidas o para cínicos desinhibidos. Señores y señoras de ‘En Común Podemos’, si los Jordis son dos demócratas cuyo único crimen cometido es ser opositores de un régimen dictatorial como el español, ¿qué hacen en prisión bajo su Gobierno? Probablemente, claro, responderán que el Estado español no es un Estado dictatorial. Pero si no lo es, ¿cómo es que tiene exiliados y presos políticos? ¿Qué hacen, pues, los Jordis en prisión? No, no vale decir que “deberán formar parte del debate político”. ¿De qué debate? ¿Y cuándo? ¿Cuando ustedes les abran la puerta de la celda?

Provoca vergüenza ajena escuchar decir a ‘En Común Podemos’ que el Gobierno de España no tiene poder para liberar a los opositores encarcelados, cuando es sabido que fue precisamente el Gobierno de España, con el apoyo del PSOE, a través de mil quinientas maniobras, algunas sin escrúpulos y otras por debajo de la mesa, quien los encerró entre rejas. Qué cinismo más grande, excusarse en unos tribunales que, si pudieron practicar su ideología franquista encarcelando a medio Gobierno de Cataluña y persiguiendo al otro medio, fue gracias a las denuncias, incriminaciones o maquinaciones hechas, entre otros, por el Partido Socialista, el socio de gobierno de Podemos.

¿Cómo se puede ser tan falaz? ¿Cómo puede un partido que habla de derechos humanos cada diez minutos, formar parte del gobierno de un Estado que viola estos derechos sistemáticamente? Ustedes, señores y señoras de ‘En Común Podemos’, ustedes, señores Pablo Iglesias y Jaume Asens, ustedes, señoras Ada Colau y Jéssica Albiach, son también encarceladores de personas inocentes, ustedes tienen presos políticos y exiliados. Y tener opositores al régimen en esta situación es una clara, flagrante y escandalosa violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

No, no es la “ley” quien los encarcela, ¡de ningún modo!, porque una ley que viola los derechos humanos no es ley, es totalitarismo, es fascismo. Ningún gobierno democrático puede tener leyes de este tipo en su Estado, y si las tiene es que ni ese gobierno ni ese Estado son democráticos. Las leyes que violan los derechos humanos no sólo no deben ser acatadas, sino que, por principio y dignidad, deben ser transgredidas. Es muy ilustrativo que ustedes, que han acuñado el lema “¡Claro que Podemos!”, nos digan ahora, repantingados en el Gobierno de España, que no pueden liberar a personas inocentes. Muy ilustrativo. Es mentira, por tanto, que les avergüence que en “su” país se encarcele opositores. Es mentira por dos razones, por lo menos: una, porque ustedes no tienen vergüenza; y dos, porque son los carceleros.

EL MÓN