El centro de gravedad

En física clásica, el centro de gravedad de un cuerpo es el punto donde se aplica la resultante de las fuerzas gravitatorias que actúan sobre él. Cuando el cuerpo se encuentra en un campo gravitatorio muy homogéneo, por ejemplo, el de la Tierra, el centro de gravedad y el centro de masa del cuerpo coinciden casi siempre. Según donde esté situado este centro, sin embargo, el cuerpo será más estable o más inestable con respecto a la Tierra. Si hablamos, por ejemplo, de una copa de cava muy estilizada, su centro de gravedad estará situado en una posición más alejada de la mesa que en el caso de una copa con un pie pesado. La primera copa será más inestable que la segunda (lo que se comprueba con frecuencia en las celebraciones: las copas de cava largas son las que más a menudo se rompen).

Les comento esto para mostrar el acierto que ha significado desde el primer momento que el centro de gravedad del proceso político del país hacia la independencia esté situado en Cataluña y que no responda a una lógica política española (como fue el caso, por ejemplo, del frustrado proceso de reforma del Estatuto, o sería el caso si se entrara en una potencial reforma de la Constitución española que las fuerzas políticas catalanas nunca podrían dirigir ni controlar). La experiencia muestra de una manera incontestable que cuando en el tema nacional-territorial no se controla desde Cataluña la agenda de los contenidos ni el método de las negociaciones, el resultado siempre es precario para el país, a pesar de que se establezcan finalmente acuerdos (que luego se interpretan política y jurídicamente siempre de manera favorable a los poderes del Estado, al no haber procedimientos neutros de control o la posibilidad de desentenderse de los acuerdos previos). También forma parte de la experiencia la reiterada vulneración de los acuerdos por parte de las instituciones del Estado. Sería estúpido no aprender del pasado y volver a las ingenuidades pretéritas.

Quizás el centro de gravedad del proceso varíe de posición en el futuro, pero será necesario que lo haga en relación a actores internacionales, y nunca respecto sólo a actores españoles. Las relaciones deberán ser multilaterales, nunca bilaterales. En definitiva, creo que sería un error de primera magnitud que después de las elecciones del 27-S las instituciones y partidos catalanistas tuvieran la tentación de entrar en una dinámica de reforma constitucional, que siempre estará presidida por una lógica política española. Ya no estamos aquí. El proceso actual ha permitido pasar dos o tres pantallas. Lo que se debería negociar, en todo caso, es el cuándo y el cómo sobre la realización de un referéndum en Cataluña sobre la independencia, una cuestión que veo del todo improbable, por no decir imposible, de negociar bilateralmente, tanto por razones relacionadas con la historia y la situación jurídica actual como por razones de la cultura política y los desfasados ​​marcos mentales que aún muestran los actores políticos españoles (incluso los más ilustrados).

Los resultados de las elecciones del 27-S han reforzado el proceso. Han situado su centro de gravedad más cerca del país, lo han estabilizado. La alta participación y el claro resultado de escaños legitiman el próximo gobierno para implementar una síntesis de los programas que las dos fuerzas que conforman la mayoría de 72 escaños han presentado al electorado. Es la primera vez en toda la historia del catalanismo político, desde el siglo XIX, que habrá un gobierno de la Generalitat que se ha presentado con un programa inequívocamente favorable a la independencia del país.

En relación a los votos, creo que la conclusión más sensata es decir que no sabemos cuántos ciudadanos hay favorables a la independencia. Tampoco sabemos cuántos hay en contra. Esto sólo se puede saber con la celebración de un referéndum en la escocesa. Reglas claras y con una pregunta también clara sobre la cuestión. De hecho, el sistema de partidos está experimentando muchos cambios, pero el voto de la ciudadanía resulta muy estable en el interior de los dos bloques favorables o no a la independencia. Lo que cambia es el peso relativo de los partidos dentro de cada bloque.

Es necesario que el próximo gobierno de la Generalitat sea un gobierno fuerte. Habrá que hacer políticas económicas y sociales parcialmente diferentes. Y a veces será necesario ir más allá del marco legal actual, con medidas orientadas a aumentar la competitividad, combatir la pobreza, incluida la pobreza infantil y energética, disminuir las desigualdades, incidir de forma clara en los desahucios, mejorar los servicios educativos y sanitarios ( hay que arrinconar, no aplicar, por ejemplo, la ley Wert en Cataluña). Hay también incidir, haciendo señales de profundización democrática, en la disminución del fraude fiscal y en la anulación de la corrupción, así como iniciar un proceso constituyente participativo de carácter civil. Y evidentemente reforzar las estructuras de Estado necesarias para el éxito del proceso. Por otra parte, hay que llevar a cabo una acción exterior más intensa y más extensa respecto a lo que se ha hecho en el periodo anterior (aunque creo que la que se ha hecho ha sido bien orientada).

El proceso se ha ido reforzando gracias al impulso de la ciudadanía, de la sociedad civil y los actores políticos implicados. Pero es ahora cuando entra en su fase decisiva. Dos cuestiones fundamentales son exigibles a la clase política: responsabilidad y profesionalidad. No son lo mismo. Se puede tener una sin tener la otra. Y resulta también evidente que no es lo mismo gobernar que estar en la oposición. Muy buena parte de la ciudadanía, también de la ciudadanía que no les ha votado, está esperando que los cargos institucionales de JxSí y de la CUP entren en una dinámica de acuerdos a partir de distinguir lo que es realmente fundamental y lo que es secundario. Una dinámica de acuerdos que, la verdad, no veo difícil de alcanzar, más allá de quien debe ser el próximo presidente (que creo debería seguir siendo quien ha liderado políticamente el proceso hasta ahora: resulta bastante ridículo que la situación cambie debido a que JxSí haya conseguido 62 diputados en vez de 63… ¡por favor!)

ARA