El catalán en una Cataluña independiente

Últimamente hay muchos artículos sobre la cuestión, y sí, lo siento pero este es otro. De todas formas muchos de los artículos se dedican a hablar de cómo deberíamos gestionar las otras lenguas en Cataluña, empezando por la castellana. Es un debate que de momento nos hemos puesto a solas, quiero decir los independentistas catalanohablantes. Ya queremos legislar sobre el castellano, así como sobre el resto de lenguas que se hablan en Cataluña, pero de momento no he oído a nadie de la comunidad castellanohablante, esté a favor de la independencia o no, que haya dicho nada. Ni tampoco a nadie de la nueva inmigración. En muchos casos, además, algunos ya han comenzado las rebajas antes de tiempo, pidiendo ya la oficialidad del castellano. Seguramente piensan que si se lo prometemos votarán a favor de la independencia, pero pienso que hay que votar con todas las cartas sobre la mesa, sin hacernos trampas al solitario que es el juego que de momento estamos jugando, y si ha de ser que sea y, si no, es que no debía ser.

Yo me quiero centrar en la lengua catalana, que es la única lengua patrimonial de Cataluña, junto con la aranesa. La única lengua que si no la hablamos en los Países Catalanes no la hablaremos en otro sitio. Para empezar, pienso que de forma implícita en una Cataluña independiente, ya está en la mente de mucha gente que no tiene el catalán como primera lengua o que incluso no lo habla, pero que viven aquí, que el catalán será, digamos -así lisa y llanamente, la lengua. Hay gente que esto ya hace tiempo que lo entiende, porque saben donde viven. No hay que hablar, ya, de la nueva inmigración que son más conscientes que nadie que han cambiado de país y que ello implica una serie de obligaciones, entre las cuales las lingüísticas. Pero este hecho se hará más patente en pico la lengua catalana sea totalmente necesaria para vivir en Cataluña, y ahora no lo es.

Más allá del debate de qué lenguas deben ser oficiales, si es que tiene que haber, hay que dar por bien asumido que cualquier lengua que se hable en Cataluña siempre será respetada, porque sólo desde el respeto y desde el reconocimiento de el otro, te puedes ganar tu reconocimiento, y no, no haremos como nos han hecho a nosotros pero al revés. La madre del cordero es que un estado catalán debe garantizar que cualquier ciudadano pueda nacer, vivir y morir solo en catalán, esto es, que pueda garantizar que en una Cataluña libre se pueda vivir sólo en catalán. Y, que además, que el castellano deje de ser lengua de enseñanza y de aprendizaje obligatorio en Cataluña, esto es, que de una vez por todas se disocie la idea de que todo catalanohablante también debe ser castellanohablante. Al catalán, como cualquier otra lengua, necesita espacios de exclusividad, espacios donde no sea necesario elegir, ni que elijan por ti. Pero no hay que confundirse, no es un clamor al hecho de tener una sociedad monolingüe, sino, que en un planeta multilingüe, el hecho de poder elegir libremente en qué 2a o 3a lengua los catalanes queremos mostrarnos al mundo. Los catalanes debemos renunciar al castellano, de forma mayoritaria, para poder ganar de otras lenguas que también podemos hacer nuestras. Es el precio de la normalización y de la pervivencia de nuestra lengua.

Desde la Generalitat se ha confiado mucho en la escuela y en TV3, ambas grandes herramientas que han esparcido el conocimiento del catalán en todas partes, sí, hay que reconocerlo, pero han descuidado hacer cómplices en el mundo empresarial, sindicatos y al resto de la sociedad en general, porque hace muchos años que la mayoría se piensa que esto de la normalización ya lo hace la Generalidad y que ya es suficiente. Habría poner en marcha políticas de  devolucionisme  lingüístico, esto es hacer volver la autoestima lingüística a los catalanes, que éstos pierdan el miedo de usar la lengua ante quien sea, que pierdan el miedo de contagiarse la, de escribirla, de ‘exigirla. Que se nos devuelva la lengua en los ámbitos donde nos ha sido robada, como en la justicia, en el etiquetado, en el ocio, etc., Y que la lengua se oiga hablar en las calles. Porque por encima de todo está el uso, porque como bien dice la lingüista Carme Junyent citando al filólogo Joan Solà: podríamos renunciar incluso a la escuela en catalán, pero que éste se sienta hablar a la Plaza Cataluña de Barcelona como se oía hablar en los años 40 y yo añado, con modestia, en el siglo XXI esto equivale no sólo a que la lengua sea viva en la calle, sino que sea visible, útil e imprescindible en todos los ámbitos, desde la justicia, pasando por el mundo empresarial, sindical, etiquetado, de nuevas tecnologías y del ocio, porque es así como funcionan las lenguas en las democracias europeas y en el primer mundo en general. Necesitamos un uso intensivo y extensivo de la lengua, y no nos puede fallar ninguno de los elementos que componen las sociedades actuales. El catalán tiene suficiente cantidad de hablantes para que esto sea posible y no tengamos que ir cojos en ningún ámbito.

Ya no estamos en una Cataluña estrictamente bilingüe, la nueva inmigración ha venido acompañada de multitud de lenguas, en las escuelas de Cataluña se han contabilizado unas 280. Sin embargo, no podemos poner al mismo nivel lenguas como el urdu y el castellano. No podemos hacerlo por motivos de vinculación geográfica e histórica, pero también porque hay que tener presente que el castellano es la primera lengua de más de la mitad de los habitantes de Cataluña y es la lengua que sabe escribir y hablar el 100% de la población de Cataluña. Pero además, es el castellano que ha arrinconado el catalán, es el castellano que sustituye el catalán en muchos ámbitos, y no el urdu o el amazigh, ni siquiera el inglés, aunque. Debemos ser conscientes de que la completa normalización del catalán, esto es que se pueda vivir en catalán, tiene un precio para las demás lenguas que se hablan en Cataluña, principalmente para la lengua castellana, la cual debemos desnormalizar y sacar de muchos ámbitos para volver a ponerse en muchos casos poner por primera vez-la catalana. Son los castellanohablantes y los recién llegados que debemos integrar, que los tenemos que encomendar la lengua y detener de una vez por todas la tendencia inversa. Como se sabe, porque así ha quedado demostrado, no hay sociedad que funcionen en dos lenguas de forma igualitaria, siempre hay una que termina ganando. Hacer estos cambios no es sencillo, hay revertir con democracia, libertad y de buen rollo toda una serie de actitudes y prejuicios heredados de años siglos-de imposición y persecución. Pero además, soy consciente de que parte de la sociedad catalana sigue pensando que más allá del castellano no hay vida.

Sin embargo, un proceso de independencia conlleva una serie de cambios políticos, económicos y sociales tan grandes que es el momento de hacer las cosas, sin miedo y con determinación. Porque lo que ahora no es normal y nos puedes parece Agos, dentro de 30 años puede volver a ser.

Y volviendo al debate de la oficialidad, sí bien es cierto que el hecho de que el Vaticano tenga el latín clásico como lengua oficial, esto no lo ha revitalizado como lengua oral entre los habitantes de este pequeño estado, como el hecho que el sánscrito sea lengua oficial en algunos estados de la India, es un hecho meramente simbólico. Ahora, creo que sigue siendo a la orden del día que los países tengan lenguas oficiales, sobre todo aquellos países con lenguas medianas o pequeñas y ya no digamos aquellos países con lenguas con algún riesgo de desaparición. En estos momentos hay una ley de 2010 promulgada por la Generalidad de Cataluña que dice que todos los productos que se vendan en Cataluña deberán ir etiquetados en catalán, como mínimo, pero la Generalitat no hace cumplir esta ley. Por tanto, con oficialidad o sin, lo que interesa es que si se hacen leyes, que éstas se hagan cumplir, porque ayudan a marcar tendencia ya establecer un marco legal que da seguridad y despeja dudas y posibles malas intenciones de aquellos que nos quieren mal. No hace mucho ir por Barcelona en moto y sin casco era un hecho común y en verano ponerse casco impensable! Ahora, los motoristas no se quitan el casco ni para entrar a pagar la gasolina y simplemente porque lo dice una ley que, además, se hace cumplir.

Mientras tanto, podemos hablar de la Cataluña del Norte, donde a pesar de que hay gente que sabe el catalán-también hay muchos que saben el árabe-, el uso de la lengua en la calle ha desaparecido, para bien, que si hace 50 años es la lengua que todo el mundo hablaba, nadie nos dice que dentro de 50 años se pueda volver a sentir. En la Cataluña del sur, a pesar de que el conocimiento del catalán aumenta (no nos confundamos con el uso oral) e incluso es una lengua capaz de atraer nuevos hablantes-aunque no compensamos los que atrae el castellano en Cataluña- , cada vez hay menos gente que tiene el catalán como primera lengua, su uso social merma año tras año, la lengua pierde registros, sobre todo en el campo coloquial que es lo hace que una lengua sea viva, cada vez tiene más interferencias a todos los niveles (fonético, morfológico y sintáctico) y recibimos una fuerte presión de Estados como el español por el que seguimos siendo un fastidio, pero además, está el factor claro y clave de la militancia y la indiferencia. Esta última mata y entre los catalanohablantes hay demasiada indiferencia, pero es que cuando tenemos que pedir de militar en una causa, por justa que sea, es que ya reconocemos que algo no va a la hora, pero además, no podemos obligar a nadie a militar en re. No cuesta mucho encontrar adhesiones para firmar un papel para salvar la ballena azul, pero ya nos costará más de encontrar voluntarios que tengan 15 días libres para ir en un barco a pasar frío ya exponerse a que te rocían desde otro barco.

Esta es mi modesta opinión, que no verdad absoluta. Sin embargo, el debate de las lenguas en una Cataluña independiente, de momento no deja de ser ciencia ficción y en eso podría quedar.

David Valls
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