Tal vez muy pocos sepan que los cortes de la carne vacuna en Argentina se llevan a cabo de forma diferente a lo que se hace aquí. Hasta la propias denominaciones son completamente diferentes, y así podemos encontrarnos con un matahambre, unos chinchulines o un bife de chorizo.
Sin embargo, el corte más conocido es el del bife a secas, lo que aquí entenderíamos por un bistec. Tanta fama adquirió este pedazo de carne, que en el castellano que se habla en Argentina se comenzó a utilizar para dar significado a otras cosas. En las expresiones te voy a dar un bife o vaya bife que le metió, se utiliza el término cárnico simplemente para dar a entender que alguien dio o se llevó un buen sopapo. Tampoco es tan extraño cuando por estos lares usamos el propio cuerpo de Cristo, con o sin consagrar, para decir lo mismo.
Y el lector se preguntará ¿a qué vienen todas estas aclaraciones charcuteras? Pues eso, que los argentinos acaban de darle un bife en todo el rostro a la tan cacareada historia de la democracia española.
Para que nos entendamos, mientras aquí seguimos soportando cenizas, cenizos y ceniceros por culpa de un pacto político oscuro e ilegal, por aquellos pagos se dedican a declarar inconstitucionales las leyes de Punto Final (Ley 23.492 de 1986, que sancionaba que no se podían continuar los juicios contra aquellos inculpados que no hubiesen sido procesados en un plazo de 60 días a partir de su promulgación) y de Obediencia Debida (Ley 23.521 de 1987, que beneficiaba al estamento militar y policial, al reconocer que sus actos no eran punibles por haber obrado en virtud de obediencia debida y bajo coerción de sus superiores).
No sólo eso, sino que hasta personajes de la importancia del Jefe de Ejército, el teniente general Bendini, ha dicho que esta decisión supone el inicio del camino para el reencuentro de todos los argentinos. Curioso, mientras en un país tildado erróneamente de tercermundista ésta es la vía para el reencuentro de todos sus ciudadanos, en un estado tan del primer mundo como España lo que se vende es que lo civilizado es tapar los muertos y olvidar las torturas, asesinatos, violaciones, etc.
Lo que más choca de todo esto, es que luego personajes como el juez Baltasar Garzón o el filósofo mediático Fernando Savater se marchan a aquellas tierras para hablarles de democracia y de la necesidad de juzgar a sus militares y torturadores, en un claro ejemplo de uso del refrán haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. Y uno se pregunta ¿cómo pueden tener tanta cara dura de pedir a argentinos o chilenos que hagan lo que ellos mismos no se atreven a hacer en su tierra?
En realidad, lo que nos demuestran este tipo de sentencias es que en España se vendió una transición modélica, cuando en realidad lo que se llevó a cabo fue un pacto necesario, pero no perpetuo. Si hacemos un esfuerzo y miramos a Argentina como si de un espejo se tratase, podremos deducir que las leyes que en su día dictó el gobierno de Raúl Alfonsín, y que sancionó el de Carlos Menem, fueron la evidencia de que el orden democrático estaba condicionado, influido y desnaturalizado por la exigencia de aquellos que querían seguir impunes frente a los crímenes que había cometido durante la dictadura. Sin embargo, hoy en día los argentinos entienden que aquello fue un momento puntual de su historia, algo que a lo largo del tiempo debía de ser discutido y reformado, algo que no tenía porqué convertirse en un monolito sagrado e intocable como ocurre en España con su Transición.
Aquí, por el contrario, se nos negó, y se nos sigue negando, el poder juzgar a asesinos y torturadores, a ladrones y colaboradores, a carceleros y represores; pero lo que seguimos sin darnos cuenta es que también se nos robó el derecho a elegir entre una monarquía o una república, entre un estado autonómico o federal, etc.
No podemos olvidar que la famosa dictadura argentina duró de 1976 a 1983, es decir 7 años, y que la olvidada dictadura española se alargó en el tiempo desde 1939 a 1975, 36 años. Por la primera ya hay militares y represores juzgados, incluso en otros países (irónicamente en España), por la segunda no ha sido juzgado nadie. De la primera se reconoce oficialmente la muerte de 30.000 personas, por culpa de la segunda…¿alguien conoce realmente las cifras de torturados y asesinados durante el franquismo? Las cifras más comedidas hablan de casi 200.000 ejecutados y se pierden a la hora de hablar de torturados y represaliados.
Lo que hoy en día se llama España jamás realizó una introspección crítica de lo que habían supuesto 40 años de dictadura y crímenes. Como una mujer golpeada simplemente se cambió de ropa, se lavó, se peinó y disfrazó los golpes con maquillaje a la espera de la siguiente paliza. Argentina, mal que bien y cuando puede, está recuperando en 22 años de democracia todo lo que en España se nos niega desde hace 30.
Lo dicho señores, la democracia argentina, inestable aún y tambaleante económicamente, acaba de dar un bife en el pétreo rostro de todos los políticos, tertulianos, sociólogos, filósofos, historiadores y periodistas que han estado vendiendo durante años a la Transición española como un ejemplo modélico a seguir. Pura fachada (incluyendo en estas dos palabras todo el doble sentido del mundo).